Eran las dos de la mañana, y entre las brumas del maldito insomnio trataba de rebajarlo a punta de Alprazolan, Dormidox y Morfefín. Se ha levantado desesperado para salir directamente a su oficina en el GREA; donde después de pasear de arriba abajo por un largo espacio, sintió que llamaban a la puerta desesperadamente y la luz de su celu prendía y apagaba en su bolsillo, aumentando su estado noico. Trató de calmarse. Tomó un buen vaso de vino y sin saber qué más hacer, se escondió, temblando, debajo de su amplio escritorio. Desde allí, sacó su aparatito que seguía parpadeando y preguntó:
-¿Quién anda
ahí? Digo, ¿con quien quiere hablar? ¿De qué se trata…porque…estoy muy
ocupado…aunque usted no lo crea…ya que son las cuatro de la mañana, hace frío
y…
-No se
preocupe…señor gobernador…¿nooo? Que tampoco yo pude dormir y como vi pasar su
coche oficial…lo seguí y lo vi ingresar cautelosamente al edificio de la
gobernatura y…
-¡Rápido,
rápido…diga, de qué se trata, porque en la total orfandad en la que me
encuentro… Esto de Lima me ha caído como un iceberg en pleno lomo y no sé qué
voy a hacer ni qué decir…Estoy noico. ¡No puede ser! Si íbamos tan seguros en
el poder…si yo le armaba su portátil en cada viaje y aquí, en AQP, le puse más
de dos mil efectivos armaditos y listitos para intervenir… con mi plata…para su
resguardo…y complacencia; tal como habíamos quedado anteriormente. Bueno,
bueno…dígame, de que se trata…porque aquí, aunque no lo crea, extraño mis
cálidas tierras norteñas…en cambio, hoy tengo que soplarme este frío de mier…coles,
debajo de este escritorio y envuelto en 10 “frazadas” como dicen aquí
estos…¿qué puedo hacer por usted? Pero ya sabe cómo es…la cuestión, ¿nooo?
-Disculpe…puede
darme una entrevista? Breve, rápida y ligera…además no es sobre su gobierno…
-¡Ahhh…bueno,
si es así…puede soltar la primera pregunta…que ya me acomodé un tantito…
-Señor
gobernador…¿qué le parece la vacancia?
-¿Cómo se ha
enterado? Si solo dos hijitos de la guayaba se han atrevido a lanzar esa
propuesta de vacancia en mi contra…yo
que estoy dando todo mi esfuerzo desde Lima y con previa consulta a la jefa y
los demás gobernadores que armamos su portátil; aunque, la verdad, la jefa no
quería saber nada del Sur…ni de AQP, ni de Puno, ni de… Ella se sentía más
segura que su engreído, el Santi…
-¿Y qué va a
pasar con el Goyeneche, Majes Siguas, el Puente a la Joya, Corío, etc. etc?
-Se van a
quedar colgados…porque ya presentamos las adendas de cada caso y no hay más
presupuesto, ni de mi permanencia en el
GORE…
-Son gajes
del oficio…pero es que también, la doña, vivía en un mundo paralelo, se veía gozando
sus 30 abriles, sin presumir que tendría su 10 de octubre y como Miguel Grau,
se hundiría con su gabinete, sus joyas…ni podía imaginar en su nube que sería
traicionada por las supuestas bancadas que siempre decían estar a su favor…Pero
su vacancia le cayó encima y…
-Pero, aquí,
en confianza, y para que no lo publique…me ha sucedido algo peor… Ayer, le
envié un oficio a mi Presidenta de AMPACA, para dicho efecto, le ordené a mi
secre que redactara el documento, donde, de entradita, en el vocativo, en lugar
de poner Señora Pdta de AMPACA, colocó una U en lugar de la d y lo firmé. Ayer
ha venido a mi despacho la agraviada, entró como una tromba tumbando todo a su
paso, botó a mi secre y me gritó:
-¡Oye…hijito
de Piura, ¿Quién te ha dicho que hagas público nuestros juegos íntimos?! ¡Eres
un pobre diablo! Me voy directamente a la Comisaría a sentar la denuncia…Y así
lo hizo, por más que le prometí doblarle…el sueldo, el cargo y muchas otras cosas
más…
-Señor
coronel, que me haya mandado un oficio… señalando una posible debilidad mía,
pero, por ninguna razón merecía hacerla pública?
-¿De qué se
trata, Maricucha, digo, señorita secretaria…del GREA?
-¡Léalo con
sus propios ojos…sobre todo el enunciado…
-¡No puede
ser, mi cariño! Aunque no sabía lo de la AMPACA…ahora me explico… ¡No puede
ser…nos descubrieron!
-¡Mamá…!
OTRA VERSIÓN:
Eran las dos
de la mañana. La ciudad dormía, pero él no. Él se deshacía. Entre las brumas
del insomnio maldito, se empastillaba con Alprazolan, Dormidox y Morfefín como
quien lanza piedras al abismo esperando que le respondan. Nada. Solo el eco de
su propia ruina. Se levantó como un espectro, con la bata abierta y los ojos
como dos focos fundidos, directo a su oficina en el GREA, ese mausoleo
burocrático donde aún creía tener poder.
Paseó como
alma en pena por el largo pasillo, hasta que escuchó golpes desesperados en la
puerta. La luz de su celular titilaba en el bolsillo como un corazón en paro.
Su estado noico se disparó. Tomó un vaso de vino, el cuarto, el quinto, ya ni
sabía, y se escondió temblando bajo su escritorio, ese altar de su decadencia.
Desde allí, con el aparato parpadeando entre sus dedos sudorosos, preguntó:
—¿Quién anda
ahí? Digo… ¿con quién quiere hablar? ¿De qué se trata? Porque… estoy muy
ocupado… aunque usted no lo crea… son las cuatro de la mañana, hace un frío de
tumba y…
—No se
preocupe… señor gobernador… ¿nooo? Yo tampoco pude dormir. Vi pasar su coche
oficial, lo seguí, lo vi entrar como ladrón al edificio de la gobernatura y
—¡Rápido,
rápido! Diga de qué se trata, porque estoy en la más absoluta orfandad. Esto de
Lima me ha caído como un iceberg en pleno espinazo. No sé qué hacer ni qué
decir. Estoy noico. ¡No puede ser! Íbamos tan seguros en el poder… yo le armaba
su portátil en cada viaje… aquí en AQP le puse más de dos mil efectivos
armaditos y listitos… con mi plata… para su resguardo y complacencia. Tal como
habíamos quedado. Pero ahora… extraño mis cálidas tierras norteñas. Aquí me
toca soplarme este frío de mier…coles, debajo de este escritorio, envuelto en
diez “frazadas” como dicen estos… ¿Qué puedo hacer por usted? Pero ya sabe cómo
es… la cuestión… ¿nooo?
—Disculpe…
¿puede darme una entrevista? Breve, rápida y ligera… además no es sobre su
gobierno…
—¡Ahhh…
bueno, si es así… suelte la primera pregunta… que ya me acomodé un tantito…
—Señor
gobernador… ¿qué le parece la vacancia?
—¿Cómo se ha
enterado? Si solo dos hijitos de la guayaba se han atrevido a lanzar esa
propuesta en mi contra… yo que estoy dando todo desde Lima… con consulta previa
a la jefa
y los demás
gobernadores que armamos su portátil. Aunque, la verdad, la jefa no quería
saber nada del Sur… ni de Arequipa, ni de Puno, ni de nada. Ella se sentía más
segura que su engreído, el Santi…
—¿Y qué va a
pasar con el Goyeneche, Majes Siguas, el Puente a la Joya, Corío, etc.?
—Se van a
quedar colgados… como yo… como todos. Ya presentamos las adendas, pero no hay
más presupuesto. Ni de mi permanencia en el GORE… Todo se hunde. ¡Todo se pudre…!
—¡No! Son
puñaladas del destino. La doña vivía en un mundo paralelo, se veía gozando sus
30 abriles, sin sospechar que llegaría su 10 de octubre. Como Miguel Grau, se
hundió con su gabinete, sus joyas, sus sueños. No podía imaginar que sería
traicionada por las bancadas que le juraban amor eterno. Pero su vacancia le
cayó como un meteorito en la frente y…
—Pero aquí,
en confianza, y para que no lo publique… me ha sucedido algo peor. Ayer envié un oficio a mi Presidenta
de AMPACA. Le pedí a mi secre que lo redactara. Pero
en el vocativo, en vez de “Señora Pdta de AMPACA”, puso una U en lugar de la D.
Y yo lo firmé. Sin leer. Como siempre… Ayer
vino la agraviada. Entró como una tromba. Tumbó todo. Botó a mi secre. Me
gritó:
—¡Oye… hijito
de Piura! ¿Quién te ha dicho que hagas público nuestros juegos íntimos? ¡Eres
un pobre diablo! Me voy a la Comisaría a sentar la denuncia…Y así lo hizo. Por
más que le prometí doblarle el sueldo, el cargo, el alma si quería…
—Señor
coronel, que me haya mandado un oficio, este gobernador de porquería… señalando
una posible debilidad mía… puedo pasarlo; pero por ninguna razón merecía
hacerla pública…
—¿De qué se
trata, Maricucha… digo, señorita presidenta del GREA?
—¡Léalo con
sus propios ojos… sobre todo el enunciado…
—¡No puede
ser, mi cariño! Aunque no sabía lo de la AMPACA… ahora me explico… ¡No puede ser… nos descubrieron!
—¡Mamáaa…!
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