Había Permanecido por tres horas,
cincuenta minutos mas treinta interminables segundos esperando el turno correspondiente
para ser atendido en la dichosa ventanilla de la Farmacia del Hospital Central
ubicado a tres horas del centro. Entregué mi receta al pasmoso empleado quien
arrastraba sus años por el pasillo; mientras acomodaba y reacomodaba una y otra
vez los lentes en su afán desesperado por descifrar aquellos jeroglíficos
atiborrados por el galeno o, mejor dicho, por aquella galena que me despachó en
tres minutos porque se le pasaba la hora de dictado de clases en la universidad
a pesar que era jefa de su Unidad hospitalaria.
-Su… nombre? …Usted… es… el
señor: Perales; no, no, espere… digo, Pérez, ¿no? Y qué es lo que le han
recetado? A ver… a ver… veamos… dice…
-Sanafitil, señor, sí, es
Sanafitil… hombre! Apúrese, por favor, que ya estoy aquí como cinco horas…!
A las dos horas regresó cargando
su pesada figura y por los vetustos parlantes mencionaron mi nombre. Me aproximé
a la respectiva ventanilla y casi pierdo hasta la poca paciencia a la que
siempre solía acudir, guardada en el chancho de mi vecina, en casos tan extremos como este, al escuchar decirme sonriendo el
viejo burócrata:
-No tenemos la medicina… je, je…
Tiene que comprarla en cualquier otra farmacia de afuera!
Salí a puño limpio por entre un mar
de pacientes. Sí, de los otros pacientes quienes estaban allí pernoctando en la
Sala de Espera desde la noche anterior. Fui hasta la botica más cercana pero en
el trayecto, reparé que no solamente había perdido la paciencia… también la receta de los mil diablos, pero no
había dificultad alguna, pues el nombre de la medicina era fácil de recordarla.
Llegué a “El Milagrito” y solicité a la dependienta:
-Quiero un blíster de Sildenafil…
lo más rápido, por favor, que la doctora me indicó que la tome a la brevedad
posible… así que junto con las pastillas, me proporciona un vasito de agua!
-¿Está seguro que ese es el
nombre correcto? ¿Y lo debe tomar de inmediato?
-Sí. Por supuesto… que es un
asunto que… me escoce hasta el hueso… ejem. Ahorita mismo…
Y la diminuta empleada se fue volando
agachadita, mirando de reojo y con su
mano izquierda levantada hacia la boca, como queriendo tapar una sonrisa
maliciosa que me puso mas inquieto…
-Aquí está su vasito de agua y me
he permitido alistarle una azulita, aunque no entiendo su urgencia, pero si la
doctora así lo dijo…
Pronto estuve caminando ya más
tranquilo porque me hallaba seguro que me iba a quitar aquella picazón que
últimamente me acompañaba a todas partes proporcionándome una sudoración en cantidades navegables que me
inundaba hasta las orejas.
Me hallaba recostado muellemente
en la cama cuando de pronto apareció un calorcito en la parte sacra del cuerpo
que fue subiendo a grado incendio y luego, como apareció, desapareció! Al
instante surgieron mil cosas en mi mente; pero, también, al instante se disparó
una inusual erección del cohete. Era algo inexplicable, pues no había mediado un
detonante… como por ejem JLo en pelotas vestida solo con su insinuante sonrisa;
mucho menos, aproximación alguna tras el poderoso derrier de mi prima Alfonsina
a quien llamaba Potosina –no sé por qué razones- sin embargo, el misil
proseguía su levantamiento con posibilidad de romper la barrera del sonido y mi
bragueta estaba alcanzando alturas estratosféricas.
Próximo a la neuras, quise ir donde
mi prima para pedirle una ayudita y volver al estado de reposo, pero había un
alto inconveniente: la carpa beduina se había levantado con carácter permanente; pues ya había transcurrido tres
horas y aquel miembro del ejército nazi permanecía estoicamente en posición de
firmes! Pensé que era un calambre, producto de aquella pastillita azul o, tal
vez, el resultado de acariciar virtualmente esa delantera de mi vecina y… que estaba
teniendo efectos un poquito retardados.
Por fin, por la noche pude
recuperar la tranquilidad en mi Cabo Cañaveral, mas, a la vez, despertó una
fijación que me acompañó hasta instantes previos al sueño. Sí, lo sucedido era
producto de la azulita… Ya no cabía duda… bueno… y qué pasaría si solo tomo la
mitad? ¿Sería arriar la bandera a media asta?... Y si solo tomo la cuarta
parte?... ¿Habría alguna reacción muy breve? No. Mejor me tomo dos azulitas y…
a ver qué pasa!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario