miércoles, 11 de noviembre de 2015

UNA PITUFINA, DOS PITUFINAS…


Había Permanecido por tres horas, cincuenta minutos mas treinta interminables segundos esperando el turno correspondiente para ser atendido en la dichosa ventanilla de la Farmacia del Hospital Central ubicado a tres horas del centro. Entregué mi receta al pasmoso empleado quien arrastraba sus años por el pasillo; mientras acomodaba y reacomodaba una y otra vez los lentes en su afán desesperado por descifrar aquellos jeroglíficos atiborrados por el galeno o, mejor dicho, por aquella galena que me despachó en tres minutos porque se le pasaba la hora de dictado de clases en la universidad a pesar que era jefa de su Unidad hospitalaria.

-Su… nombre? …Usted… es… el señor: Perales; no, no, espere… digo, Pérez, ¿no? Y qué es lo que le han recetado? A ver… a ver… veamos… dice…
-Sanafitil, señor, sí, es Sanafitil… hombre! Apúrese, por favor, que ya estoy aquí como cinco horas…!

A las dos horas regresó cargando su pesada figura y por los vetustos parlantes mencionaron mi nombre. Me aproximé a la respectiva ventanilla y casi pierdo hasta la poca paciencia a la que siempre solía acudir, guardada en el chancho de mi vecina,  en casos tan extremos  como este, al escuchar decirme sonriendo el viejo burócrata:

-No tenemos la medicina… je, je… Tiene que comprarla en cualquier otra farmacia de afuera!
Salí a puño limpio por entre un mar de pacientes. Sí, de los otros pacientes quienes estaban allí pernoctando en la Sala de Espera desde la noche anterior. Fui hasta la botica más cercana pero en el trayecto, reparé que no solamente había perdido la paciencia…  también la receta de los mil diablos, pero no había dificultad alguna, pues el nombre de la medicina era fácil de recordarla. Llegué a “El Milagrito” y solicité a la dependienta:

-Quiero un blíster de Sildenafil… lo más rápido, por favor, que la doctora me indicó que la tome a la brevedad posible… así que junto con las pastillas, me proporciona un vasito de agua!
-¿Está seguro que ese es el nombre correcto? ¿Y lo debe tomar de inmediato?
-Sí. Por supuesto… que es un asunto que… me escoce hasta el hueso… ejem. Ahorita mismo…
Y la diminuta empleada se fue volando agachadita, mirando de reojo y  con su mano izquierda levantada hacia la boca, como queriendo tapar una sonrisa maliciosa que me puso mas inquieto…
-Aquí está su vasito de agua y me he permitido alistarle una azulita, aunque no entiendo su urgencia, pero si la doctora así lo dijo…

Pronto estuve caminando ya más tranquilo porque me hallaba seguro que me iba a quitar aquella picazón que últimamente me acompañaba a todas partes proporcionándome una  sudoración en cantidades navegables que me inundaba hasta las orejas.
Me hallaba recostado muellemente en la cama cuando de pronto apareció un calorcito en la parte sacra del cuerpo que fue subiendo a grado incendio y luego, como apareció, desapareció! Al instante surgieron mil cosas en mi mente; pero, también, al instante se disparó una inusual erección del cohete. Era algo inexplicable, pues no había mediado un detonante… como por ejem JLo en pelotas vestida solo con su insinuante sonrisa; mucho menos, aproximación alguna tras el poderoso derrier de mi prima Alfonsina a quien llamaba Potosina –no sé por qué razones- sin embargo, el misil proseguía su levantamiento con posibilidad de romper la barrera del sonido y mi bragueta estaba alcanzando alturas estratosféricas.

Próximo a la neuras, quise ir donde mi prima para pedirle una ayudita y volver al estado de reposo, pero había un alto inconveniente: la carpa beduina se había levantado con carácter  permanente; pues ya había transcurrido tres horas y aquel miembro del ejército nazi permanecía estoicamente en posición de firmes! Pensé que era un calambre, producto de aquella pastillita azul o, tal vez, el resultado de acariciar virtualmente esa delantera de mi vecina y… que estaba teniendo efectos un poquito retardados.

Por fin, por la noche pude recuperar la tranquilidad en mi Cabo Cañaveral, mas, a la vez, despertó una fijación que me acompañó hasta instantes previos al sueño. Sí, lo sucedido era producto de la azulita… Ya no cabía duda… bueno… y qué pasaría si solo tomo la mitad? ¿Sería arriar la bandera a media asta?... Y si solo tomo la cuarta parte?... ¿Habría alguna reacción muy breve? No. Mejor me tomo dos azulitas y… a ver qué pasa! 
                                                                           

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