Dr. Fast:
El problema mío
es ser extremista, es decir, no apuesto por ser un caviar, rojillo, miembro de
la FARC, ni menos talibán; sino que, por ello, estoy sufriendo una incontenible
caída libre hacia la dieta absoluta de sexo. Seguramente usted recordará que,
después de haber padecido de eyaculación prematura, gracias a sus sabios
consejos, logré conocer y dominar la etapa del calentamiento previo;
convirtiéndome en un máximo ´thermo´ y con excelentes resultados porque, de una
parte, era capaz de: a) de mantener mi propio carrito de emolientes al paso y
sin gasto de combustible; y de la otra, conseguir envidiables resultados matanceros con las chicas de la U, a tal
punto que me llamaban “Tiro Seguro” porque las hacía llegar a la meta sí o sí.
Pero últimamente creo que se me pasó la lengua; es decir, que el uso desmedido
de mi socorrido calentador me la ha dejado como trapo escurrido y ya no consigo
elevar ni los párpados porque las pestañas parecieran ser de plomo.
Doctorcito, por
más que he recurrido al uso de brebajes, cremas, lociones y masajes… nada. El
infiel sigue tan arrastrado como moco de pavo! También, me aconsejaron utilizar
las infalibles posturas del torniquete,
el acantilado o el 69 y naca la pirinaca! ¿Considera que mi asunto ya precisa
de “Diablofuerte”, que es una mezcla de yeso con cemento o bien, colocarme una
prótesis de acero; pues… ya estoy viendo a las chicas que me miran y se
sonríen… Miro el obelisco que está
frente e mi casa y es como si me sacara cachita y otras cosas más… al mostrarme
ser un tipo decididamente indeclinable que lleva las cosas en elevada postura.
Pepe Mortiz, La Parada, Palo Seco
Estimado Pepe:
No es la primera
vez que me hacen este tipo de consultas. La naturaleza humana es muy frágil,
porque siempre le gusta tocar extremos. Si bien el secreto de conseguir una
buena faena chancatoria es tan solo saber cómo calentar a la víctima (o a la
victimaria) y por lo mismo, que eso suele ser un secreto que no se enseña en
ninguna institución pedagógica y permanece en el más oscuro anonimato sigue
causando preocupación hasta el infinito para quienes no se atreven a consultar “su
caso”.
Creo, que cuando
te recomendé el uso de tus extremidades para conseguir un buen inicio, no
significó de manera alguna el uso exclusivo de tu apéndice oral, nasal o
sexual; significaba valerse de manos, pies, labios, orejas, dientes y todo
aquello que pudiera servir de leña para atizar el fuego. Pero, la cosa; digo,
el asunto ahora no solo es tu apéndice, sino, además algo que es mucho más
difícil de tratar: tu autoestima. Dada la urgente necesidad de volver ipso
pucho por tus ponderadas actuaciones y del poco tiempo que te queda (para la
recuperación), te aconsejo lo siguiente: tener paciencia, paciencia y saliva.
Primero, porque debes olvidarte de tu suela, digo de tu lengua como único y
último medio pirotécnico; en cambio, trata de descubrir su punto “G”, sin prisa
y rebuscando otros recursos: atrevidos chupetes sin fin tipo ventosa,
indiscretos mordiscos en sus partes que no reciben sol, tus cinco dedos de
furia que se adentren hasta el sacro, etc; Segundo, para las risas que recibes
reales o imaginarias, trata de contestarlas con sonrisas y guiños, que pronto
vas a disponer más pieles que una curtiembre pirata; Tercero, en el caso que no
recobres tu dignidad y tus apéndices estén tirados por los suelos, anda
haciendo uso de tus inigualables dotes de calentador y prepara ricos emolientes
en tu carrito, mientras yo te preparo un reconstituyente extra-súper-macho.
Nota.- Tu
energía sobrante también te puede servir de combustible para empujar… el
carrito.
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