domingo, 26 de junio de 2016

UN SÚPER CALENTADOR



Dr. Fast:
El problema mío es ser extremista, es decir, no apuesto por ser un caviar, rojillo, miembro de la FARC, ni menos talibán; sino que, por ello, estoy sufriendo una incontenible caída libre hacia la dieta absoluta de sexo. Seguramente usted recordará que, después de haber padecido de eyaculación prematura, gracias a sus sabios consejos, logré conocer y dominar la etapa del calentamiento previo; convirtiéndome en un máximo ´thermo´ y con excelentes resultados porque, de una parte, era capaz de: a) de mantener mi propio carrito de emolientes al paso y sin gasto de combustible; y de la otra, conseguir envidiables resultados  matanceros con las chicas de la U, a tal punto que me llamaban “Tiro Seguro” porque las hacía llegar a la meta sí o sí. Pero últimamente creo que se me pasó la lengua; es decir, que el uso desmedido de mi socorrido calentador me la ha dejado como trapo escurrido y ya no consigo elevar ni los párpados porque las pestañas parecieran ser de plomo.
Doctorcito, por más que he recurrido al uso de brebajes, cremas, lociones y masajes… nada. El infiel sigue tan arrastrado como moco de pavo! También, me aconsejaron utilizar las infalibles posturas  del torniquete, el acantilado o el 69 y naca la pirinaca! ¿Considera que mi asunto ya precisa de “Diablofuerte”, que es una mezcla de yeso con cemento o bien, colocarme una prótesis de acero; pues… ya estoy viendo a las chicas que me miran y se sonríen… Miro el  obelisco que está frente e mi casa y es como si me sacara cachita y otras cosas más… al mostrarme ser un tipo decididamente indeclinable que lleva las cosas en elevada postura.
                                                                                                         Pepe Mortiz, La Parada, Palo Seco
Estimado Pepe:
No es la primera vez que me hacen este tipo de consultas. La naturaleza humana es muy frágil, porque siempre le gusta tocar extremos. Si bien el secreto de conseguir una buena faena chancatoria es tan solo saber cómo calentar a la víctima (o a la victimaria) y por lo mismo, que eso suele ser un secreto que no se enseña en ninguna institución pedagógica y permanece en el más oscuro anonimato sigue causando preocupación hasta el infinito para quienes no se atreven a consultar “su caso”.
Creo, que cuando te recomendé el uso de tus extremidades para conseguir un buen inicio, no significó de manera alguna el uso exclusivo de tu apéndice oral, nasal o sexual; significaba valerse de manos, pies, labios, orejas, dientes y todo aquello que pudiera servir de leña para atizar el fuego. Pero, la cosa; digo, el asunto ahora no solo es tu apéndice, sino, además algo que es mucho más difícil de tratar: tu autoestima. Dada la urgente necesidad de volver ipso pucho por tus ponderadas actuaciones y del poco tiempo que te queda (para la recuperación), te aconsejo lo siguiente: tener paciencia, paciencia y saliva. Primero, porque debes olvidarte de tu suela, digo de tu lengua como único y último medio pirotécnico; en cambio, trata de descubrir su punto “G”, sin prisa y rebuscando otros recursos: atrevidos chupetes sin fin tipo ventosa, indiscretos mordiscos en sus partes que no reciben sol, tus cinco dedos de furia que se adentren hasta el sacro, etc; Segundo, para las risas que recibes reales o imaginarias, trata de contestarlas con sonrisas y guiños, que pronto vas a disponer más pieles que una curtiembre pirata; Tercero, en el caso que no recobres tu dignidad y tus apéndices estén tirados por los suelos, anda haciendo uso de tus inigualables dotes de calentador y prepara ricos emolientes en tu carrito, mientras yo te preparo un reconstituyente  extra-súper-macho.
Nota.- Tu energía sobrante también te puede servir de combustible para empujar… el carrito.



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