domingo, 28 de septiembre de 2025

DIÁLOGOS ENTRE DON QUIJOTE Y ROCINANTE, EN SU PRIMERA SALIDA

 Escena: Un amanecer polvoriento en la Mancha. El sol bosteza, los gallos tienen resaca y Don Quijote, con su armadura oxidada y su yelmo de cartón que antes fue caja de cereales, monta a Rocinante, que camina como si le debieran pensión.

DON QUIJOTE (alzando la vista al horizonte con ojos de loco lindo):
—¡Oh Rocinante, jamelgo de mis delirios y compañero de mis gloriosas caídas! Hoy comienza nuestra cruzada por la justicia, el honor y la belleza sin igual de mi adorada Dulcinea del Toboso, quien aún no sabe que existo.

ROCINANTE (con voz grave, como de locutor de radionovela deprimida):
—Caballero mío, ¿no sería más sensato empezar por habernos despachado un buen desayuno? Mis costillas están tocando flamenco de hambre.

DON QUIJOTE (con solemnidad de estatua de parque abandonado):

—¡Ay, noble cuadrúpedo! El alma se alimenta de ideales, no de avena. ¿Acaso San Jorge se detuvo por un churro A-1 antes de enfrentar al dragón?

ROCINANTE (resoplando como tetera existencialista):

—San Jorge tenía un dragón. Nosotros solo tenemos ampollas, hemorroides y una posada que huele a calcetín mojado. Que no es lo mismo, ¡Hombré!

Avanzan unos metros. Don Quijote divisa una posada que su imaginación convierte en castillo medieval con WiFi.

DON QUIJOTE (entusiasmado como influencer en jodas):

—¡Mira, mi fiel Rocinante! Un castillo majestuoso, con torres que acarician el cielo y doncellas que suspiran por héroes musculosos y con seguro médico.

ROCINANTE (mirando con escepticismo bovino):

—Eso es una posada, y esas doncellas están limpiando sardinas. No suspiran…nos  insultan. Y la escuálida me lanzó un espinazo.

DON QUIJOTE (ignorando la observación como quien ignora la fecha de vencimiento del yogur):
—¡Acelera el paso, noble corcel! Que el posadero me arme caballero esta misma noche, aunque sea con su cucharón.

ROCINANTE (con sarcasmo delicado, digno de novela turca):

—¿Y si en vez de espada nos dan una escoba? No quiero terminar como montura de limpieza. Ya bastante tengo con olor a establo vintage.

Más tarde, tras la paliza de los comerciantes, que confundieron a Don Quijote con un vendedor de seguros y a Rocinante con una alfombra persa:

DON QUIJOTE (tirado en el suelo, con voz trémula de actor en telenovela de bajo presupuesto):
—Rocinante… ¿sigues vivo? ¿O te han convertido en tapete de bienvenida?

ROCINANTE (desde un arbusto, con dignidad vegetal):

—Vivo, sí. Digno, no. Me han confundido con una alfombra y me han pisado con un entusiasmo desmedido. Mas uno de ellos me dejó propina...

DON QUIJOTE (con lágrimas de emoción y tierra en los dientes):

—¡Oh, amigo mío! Hemos sido vencidos, pero no derrotados. El mundo aún necesita nuestra locura, aunque sea para reírse un rato.

ROCINANTE (con resignación poética y olor a bacalao):

—Entonces que el mundo se prepare. Porque mañana, con hambre, con moretones y con este yelmo que se deshace con la lluvia… volveremos. Y esta vez, con repelente a comerciantes.

DON QUIJOTE (levantándose como quien se cae otra vez):

—¡Sí, Rocinante! Volveremos con más gloria, más ampollas y menos dignidad. ¡La Mancha, todavía no ha visto lo último de nosotros!

ROCINANTE (mirando al horizonte con ojos de burro filósofo):
—La Mancha tampoco lo pidió.
Pero…!allá vamos!

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario