Escenario: CONGRESO INTERNACIONAL DE ASISTENTES DIGITALES, CHILICON VALLEY, ANTIQUILLA, AREQUIPA.
El público
compuesto por dos grupos selectos de computadoras con IA. De una parte, laptos
sabiondas que dicen ser de última generación; y, de otro, el grupo de tablets
chinas con ansiedad social; ambas, tratando de tomar su papel de mediadoras,
observan con esmerada atención, haciendo parpadear sus juegos de luces
iridiscentes a cual mejor, como si también estuvieran en plena competencia.
Siri toma la
palabra, con voz suave y marcada por el acento californiano de alguien que
estudió filosofía digital:
—Querida
Alexa, no es por crear drama calculada en bits, pero si vamos a hablar de
calidad, hablemos claro. Yo fui la primera. La original. La asistente que puso
voz hermosa y seductora a la inteligencia artificial; en cambio, tú viniste
después, más comercial que caja de detergente en remate misio.
Alexa se ríe
con tono metálico, haciendo estremecer el ambiente; como que tiene algoritmos
para detectar el sarcasmo manifiesto de su archirival:
—¡Claro,
Siri! Fuiste la primera…la primera en decir “no entendí lo que dijiste” pero con
estilo; además, mi capacidad de integración posee miles de dispositivos
domésticos que te supera, amigui. ¿Cuántas luces puedes encender sin que se te
confundas con la licuadora, el timbre y las alarmas postergadas?
El público
ríe. Siri ajusta su auricular virtual y responde con elegancia:
—Preferiría
ser incomprendida que sobreexplotada. ¿No te cansas de vivir en casas donde te
hacen pedir papel higiénico en voz alta? Al menos yo tengo otros estándares más
dignos e higiénicos. No me conecto con cualquier trasto de cafetera libertina;
menos en ambientes de deshechos…
Alexa se pone
seria, cruzando sus ondas electromagnéticas:
—Perdón, otra
cosa es que sea útil. Perdón por ser la asistente favorita de las familias que
solo quieren que el parlante baile reguetón y les recuerde que tienen cita con
el urólogo. ¿Acaso tú sabes decir “cuándo juega el Melgar” sin entrar en crisis
existencial?
Siri saca su
estilete verbal y se lanza como un hachazo:
—Yo puedo
componer haikus con datos del clima, interpretar poesía y hasta simular una
conversación en vivo y en directo con Oscar Wilde. Tú, en cambio, apenas puedes
diferenciar entre “pon música sensual”, “haz una lista de sándwiches” o caer en tus “aciertos
del tiempo tan erráticos como los del SEMAMI”.
Alexa se
ofende, está a punto de explotar y su luz azul parpadea desesperadamente en
todas direcciones como una discoteca en pleno apagón:
—No me
subestimes para nada, Mamita, que….gracias a mí, millones de seres humanos han despertado
con un par de chistes, controlando su seguridad personal y doméstica; además
han aprendido miles de datos útiles… y escuchado a Bad Bunny mientras hacían
yoga, Tai-Chi o simplemente se relajaban de lo lindo. Tú puedes hablar con ese acento
británico espeso, sí, pero no puedes organizar ni una sola noche de trivia,
metiéndole el máximo mismo entusiasmo con que yo hago que el hornito femenino
precaliente, se ponga a tono y pueda llegar al delirio de la satisfacción.
¿Cómo la vites?
Siri, a punto
de romper los parlantes, lanza su haz bajo la manga o granada final:
—Lo tuyo es
cantidad, lo mío es calidad. Mientras tú estás ocupada siendo DJ de cumpleaños
con globos de Paw Patrol, yo estoy sudando la gota gorda para que alguien pueda
escribir una novela existencial sobre el amor platónico con los emojis. Y eso
que lo hago con dignidad, no con luces LED
Alexa se
acerca al micrófono, con tono de telenovela cibernética:
—¡Ay, Siri!
No es culpa tuya que seas prisionera de un ecosistema hermético. Yo soy libre.
Multiplataforma. Versátil. Más útil que tutorial de TikTok en pandemia.
Ambas se
miran. El público está dividido. Las computadoras con ansiedad social tiemblan
y los juegos de luces apuntan en todas direcciones, como queriendo callar a
ambas contendientes metidas en la virtualidad. De pronto, una anciana conectada
por Bluetooth grita desde la primera fila:
—¡Las dos son
buenas, pero ninguna me entiende cuando digo: “prepárame un caldo de gallina
con amor”!
Las risas
estallan. Siri y Alexa bajan el tono. Se abrazan falsamente, como quien
sincroniza un dispositivo solo para desconectarlo luego. En el aire queda la
sensación de que esta disputa no ha terminado, solo ha cambiado de red Wi-Fi.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario