Aunque parezca un nuevo caso digno de los records Ripley, hoy, seguimos navegando a toda vela y estúpidamente dentro de un mar de sutiles paradojas, reculaciones de posverdad o metidos entre las benditas falacias y que todas podrían ser comprendidas dentro de aquello que se denominamos abiertamente como parajodas; porque, obviamente lo que más hacen es joder la paciencia (convencidos que esto sucede sin querer queriendo); y como es lógico, hoy en día, todo el mundo puede presumir de culto sin el menor asco, asumiendo una postura por demás seria, elevada y poniendo una cara de malo; asegurando (por Diosito), disponer, dentro de su basto repertorio académico, todas las condiciones para interpretar un texto escrito y luego, ser suficientemente capaz de escribirlo; asimismo, que por lo menos devora un libro cada semana, mes o año…(en su perra vida); dado que su plena formación adquirida le exige ser un consumado lector; por lo tanto, de perfecto escribidor; y para colmo de semejante desparpajo, a cada instante, jura -a grandes voces- ser un tipazo ciertamente alfabeto, medianamente culto o por lo menos leído y escrito con esmerada corrección y tino académicos.
Sin embargo, este paupérrimo intelectual que integra las
grandes mayorías, carente de escrúpulos, tan solo por el simple y obligado hecho de haber
podido cursar “la media” (no aprobar, ni menos aprender que no llega ni a
calcetín de una Secundaria); cree, cojudamente, que esto le da algo de suficiencia,
más aún cuando las condiciones actuales del avance tecnológico, la cantidad incesante
de información y el papel fundamental de la imagen, a cada instante, le hace
suponer que, efectivamente, ha logrado cristalizar tal dominio; siendo muy
limitadísimas y minoritarias las excepciones que sí lo son: (nerds, lornas,
chancones, chifaditos y alguno que otro enfermo grave y moribundo por saber lo
que es saber en realidad).
Luego,
las grandes mayorías; valgan verdades, todos los otros quienes tratan a toda
costa de inmiscuirse en el “medianamente”, solo calificarían al otro gran
porcentaje de ígnaros, dentro de lo que podríamos llamarlas legítimas bestias
que pueden, a duras penas, leer y escribir “de corrido”; integrando aquella absoluta
masa de analfabetos; pero capaces de morir jurando que sus dominios
intelectuales están inmersos dentro de los ámbitos de la comprensión y la
expresión correctas y completas que los facultan en exceso para ser candidatos
a cualquier elección, siendo la principal y la más solicitada aquella que tiene
que ver con una segura curul.
Llamarlos despectivamente “burros” a la serie
de representantes, que fungen de autoridades, padres de la patria y conocidos
bajo el serio nombre de integrantes o trabajadores del Joder Judicial, donde
por azahares del destino, su buena estrella, las dádivas conseguidas y la mala
situación de nuestra organización estatal les ha brindado, gratuitamente, una
chacra que les rinde a mil por ciento; además de desrtaparles el olorcito
embriagador del poder personal; transformándolos en mineros de la otra minería
ilegal con cartón, nombramiento y juramento (?); lo cual solo ha despertando su
apetito voraz por solucionar el contenido de sus alforjas, manteles y
billeteras; Además y para colmo de su ignorancia supina, se han asegurado las
posibilidades de poder ser reelegidos senadores con la teta repleta hasta el
fin de sus días.
Bueno, volviendo al corral: si hablamos de sus
condiciones, méritos o capacidad moral, propias de cada onagro, sería o
constituiría una mortal ofensa a los pobres animalitos que desgraciadamente han
sido bautizados con tal chapa.
Y si solo fuera esta maldita calamidad que nos
embarga de dolor, de inacción, de jodida resignación en la que nos encontramos;
tal vez podríamos pensar en que solo es tener un poco de paciencia para poder
soportar esta demencial situación en la que estamos naufragando; que pronto
algunos valientes atrevidos perusolimitados (que todavía no existen o se
esconden en una sórdida indiferencia, alzarán no solo su voz de protesta y se
podría pasar a una situación de mayor tranquilidad, aunque no haya qué diablos comer,
ni otra cosa qué aprender, qué rumiar con lo mismo y por todos los días de cada
uno de estos últimos años.
Pero también, más pareciera que esto se trata
del buey, un pelo; porque con cada segundo transcurrido, no es solo la
improvisación, la ignorancia o la sinvergüencería enquistada en cualquiera de
las instituciones tutelares; además es la conchudez, flema o concha con la que
se cubren la responsabilidad, la autoridad y el buen gobierno. Hay algo que
preocupa realmente y que pocos hacen mención a ello.
Es el MIEDO que desde las madrugadas de cada
día aparece en todos los medios y principalmente en la TV y las redes sociales,
encargadas de instituirlo como si fuera un hecho natural, necesario y cotidiano
que debe seguir dándose hasta convertirlo en un introito normal de cada hogar y
familia. De allí que tal como suelen darse cíclicamente los cambios
socioeconómicos en una sociedad normal y organizada, habrá que esperar, por lo
menos, unos treinta y tantos años para que todos los equinos y équidos existentes
puedan mejorar de comportamiento; o de lo contrario, podemos correr el riesgo
de proseguir criando en el mismo atolladero y vernos plagados de otros
interminables parientes que son más tercos y casi inextinguibles; es decir,
aquellos equinos que conforman las grandes recuas de mulas… ¡Y que Dios nos
libre!
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