Choche, tal vez no te hizo ni cosquillas esto de citar “las ruedas de molino” porque creo que tampoco podrás imaginar -ni cercanamente-, el tamaño colosal de dichos artefactos; ya que en realidad son inmensos y pesados bloques monolíticos circulares hechos de piedra, atravesados por un eje de palo y movidos por una corriente de agua; aquellas que se usaban para triturar diversidad de granos y por si fuera poco, son tan viejas como aquellas pasadas exclamaciones de “mi novia o mi peor es nada”, casi en desuso, por lo menos referencial o comparativamente hablando.
En Tierra Santa, guardamos
celosamente y bajo siete llaves, varios ejemplares de ellas, (las piedras) en
los distintos molinos que quedan en pie y todavía representan vestigios
conservados bajo viejas bóvedas blancas de sillar. Mas, aquí no se trata de
volver a tomar este antiguo dicho para anunciar algo imposible de hacer. Sin
embargo, dicha expresión todavía se usa muy de cuando en cuando, con la maliciosa
intensión de meter como aceptable, algo improbable, hasta indiferente; y qué
mejor cuando sigas recontra piñatelli y, por esos cruces de tu gata negra, hayas
salido sorteado para empujarte, de golpe, un parcito de estas ruedas so pena de
quedar excluido del común denominador de los mortales piñas; aunque, para que
te metas dicho bocadito, te costará abrir el hocico en forma descomunal y
tragarte literalmente aquellas pastillitas de metro y medio de diámetro X 50
cm. hechas en pura piedra. De similar modo, p.e. nos hicieron comulgar con
estas ruedas, cuando obligados, tuvimos que apurar el trago más amargo, al bailar
un tango apache encamados con la mortal pandemia, aunque muchas voces
“eruditas” nos aseguraban que no pasaría nada; al cambio de vacunarse una y
otra vez, a pesar de sus supuestos y peligrosos resultados colaterales.
Otro caso del mismo saco, costal
o mochila resulta ser el tratar de hacer pasar piola tu inexistente beatitud; luego
debes mostrar a todo el mundo que eres un reverendo cucufa; entonces, jurarás,
por todos los santos propios o ajenos, que vives en perpetua santidad y por la
tanto, diariamente recibes la eucaristía, cuando bien se sabe que nunca nos
hemos postrado de rodillas por tres horas seguidas para confesarnos y quemar
las orejas al cura al contarle tan solo aquello… susceptible de ser soltado a
cuenta gotas; porque desde siempre lo manyas de pe a pa… y aquel fulanito con
la sotana amarrada en la cabeza y ardiendo en sus propias llamas, tampoco te
aguantaría el escuchar tus siete toneladas de pura basura y mandarte derechito
al otro infierno; aun, más, sabiendo de antemano que no habría penitencia
alguna capaz de disculpar (ojo, no de perdonar) tantas cochinadas juntas en una
sola res.
-¿´Tonce, Choche?
-Tan solo pretendía
efectuar una metáfora para indicar -comparativamente hablando-, cómo nos están
metiendo gato por liebre, cuando en realidad lo que queremos es mandarnos un
conejo chactao…
-Pero… ¡son cosas diferentes! Animales diferentes…
-Sin embargo, choche, como
lo podrás ver a continuación, nos vienen metiendo el dedo hasta el píloro a
pesar de estar full de ácido clorhídrico; pero quien puede, puede:
Así pues, esta nueva Santa
Inquisición invisible parece mostrar, desde sus inicios, una dulce bendición
oleada y sacramentada que sutilmente nos sacrifica subliminalmente con “verdaderas”
recomendaciones que, queriéndolo o no, se traducen en comportamientos
obligatorios para tutti li mundi, so pena de quedar fuera del contexto
económico mundial o tan retrasados como lo estamos; pues nos meten, a la prepo,
una serie de afectaciones que pasan piola por lo bien diseñadas que nos
enchufan bien camufladas en acciones negativas de perversos resultados; es
decir, no pintan, no se notan, ni se sienten; por el contrario, suponen repartir
miles de bendiciones llenas de múltiples falsos beneficios. Resultando, lo peor
de todo, el aumento de la pobreza, el resquebrajamiento de la salud, aparición
de nuevas pandemias de corrupción con el efecto propio de inocentes drogas,
pero que aseguran extraños réditos mercantiles en un futuro inmediato.
Otra es la imposición económica
que tiene graves repercusiones en la educación y son aquellas dadas en forma de
recomendaciones sistémicas; en otras palabras, seguimos hablando de repetición
y memorismo seculares, tomados como un fiel catecismo a declamar por el uso
obligatorio del libro o texto, por demás regresivos, caducos y estúpidos.
Hoy, en cuanto a la alimentación
se refiere, es muy de baja calidad, pues solo se nos permite cosechar y
engullir aquellos restos contaminados con eses fecales y full insecticidas. Y
lo que se pone en los escaparates es puro maquillaje cargado de preservantes y
saborizantes a precios indignantes.
En cuanto a los dizque sistemas
de comunicación e información, juegan en pared con todos los demás sistemas de
desinformación; pues también constituyen estímulos condicionantes atrasados y
postergados a la prepo, pues todo está fríamente calculado y controlado;
propuesto, sagazmente a través de jugadas de ajedrez venidas desde un celeste
cielo pintado primorosamente a mano, para continuar teniendo un ingente mercado
cautivo, sumiso y asegurado de por vida.
-Pero, Choche, y ¿por qué no reparamos en ello, si tanto
nos afecta y condiciona?
-Porque, mi querido y
paciente populorum, son las normas de conducta establecidas desde siempre, y
como no nos gusta observar, cambiar, ni queremos estudiar a forro, seguimos en
lo mismo, ¡per secula seculorum, amén!
CONTINUARÁ…
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