domingo, 25 de diciembre de 2022

SOLO TRES REGALOS

 Con toda seguridad que apenas termine de leer las siguientes líneas, este bondadoso pipón quien casi siempre nos cae por Noche Buena, se va a poner increíblemente líbido con un rosa pálido, luego, pasará a rojo intenso; para terminar decididamente colorado; todo por los incontenibles embalonamientos de gas que le ocasionará a medida que termine de inflarlo este texto; que en verdad es bastante escueto, pero le podría parecer que solo sacando un milagro de sus guardachos caleta, escondidos por su choche Rodolfo;  entonces, y para terminar, se tornará de un granate escandaloso desde la punta de la nariz hasta el fondo de su poderoso poniente siempre aplastado en el trineo y su abundante barba blanca, se contraerá y por fin dará a luz sus  inmensos cachetes en plenitud y, no aguantando más, se va a meyar olímpicamente en sus pantalones rojos; mientras vaya disimulando, discretamente, al desatar con voz de trueno sus clásicos jo, jo, jooo… al punto de espantar por aquí y por allá a sus fieles renos.

Sin embargo y tan solo por el estado moribundo de nuestro querido Perusalem; aún, a sabiendas que me podría mandar a la mismísima parte de Sevilla, quise escribirle una tradicional carta, tal como cuando tenía cinco añitos (ojo que ya sabía escribir, y de corrido); pero por efectos de los paros y la toma de carreteras que van hasta el Polo Norte, entonces opté por hacerlo más directo, por medio del Celu.

-¡Alóoo… alóoo… alóoo… ¿con San Nicolás de Bari? ¿San Nicolás? ¿Santa Claus? ¿Papá Noel?

Repetí esta operación hasta por tres veces, inclusive verifiqué si esta llamada iba al Polo Norte, pero la línea estaba recontra caliente, al punto que extrañamente empezó a quemarme la oreja. Volví a coger el aparatito de miércoles e insistir una vez más, alzando el tono hasta desgañitarme. De pronto, inexplicablemente, apareció de la nada un personaje recontra esquelético y oscuro, horriblemente sombrío antecedido por una ola de azufre que se metía hasta por las orejas. Fijé mejor la vista, me sobé los párpados (porque los ojos no es posible hacerlo) y recién pude distinguir, en ese amago de incendio , que además, en esa satánica visión, el Luzbel se tomaba burlonamente sus cachos y además meneaba rabiosamente una descomunal cola, azotándola gravemente contra las paredes… y se me acercaba sigilosamente…

Indudablemente había marcado un número equivocado y, para colmo, correspondía al vecino de abajo; sin lugar a dudas, al mismísimo lugar donde se van los recontra espesos de este mundo.

-¡Sorry, Don Sata, he cometido un pequeño error…-dije-

-¿Y hasta la fecha no aprendes a meter bien el dedo?

Ya lo iba a mandar al infierno al espantoso diablo, cuando, para tranquilidad mía, en la parte de arriba apareció un viejito con opuesta fachada, metido en una túnica blanca resplandeciente, pequeñas alitas y además llevaba una aureola en la mitra. Sí, pues, no era otro que el dueño de las llaves celestiales; quien, muy atento, me dijo:

-¡Oeee, Chato, ¿qué es lo que quieres por estos lares… si todavía no has cumplido con todas tus tareas… y tampoco te corresponde ahora…

-¡Quiero comunicarme con Santa Klaus!

-Ese gordo ocioso, se la pasa tragando todo el santo día y jodiendo a los renos… pero no tiene celular… Así que… mejor le escribes… El Colorado sigue siendo muy conservador… No como yo…

Luego, no me quedó otra que escribirle una carta, porque la cosa se ponía cada vez más fea por estos lares y... me repetía que solo un milagro podría sacarnos de tanta desgracia junta, como si en realidad fuésemos el Egipto de las siete plagas. Cogí una plana y me puse a escribir:

Querido Santa:

Primero, perdóname por haberte confundido con Don Sata y no creo que te hayan puesto cachos…pero nadie sabe lo de nadie… Necesito unos pocos regalitos para ver si cambia esta wada que nos tiene curcunchos y “nadies” sabe qué hacer para cambiarlo. Confío en que solo tú puedes hacer estas vainas a manera de presentes, ya que se acerca la Navidad:

Para la Dina: un calzón de lata; no es ninguna broma de mal gusto ni tampoco se pretende que sea un seguro de castidad… ya no está para esos trotes. Ella, lo necesita porque se la van a tirar abajo; ya sabes, por más que tire quechua a mitas, ya fue señalada como traidora y nadie le quita ese regalito. Perdona que sea tan pedigüeño, pero, si se puede, has que deje de soñar con ser émula de Paniagua, que se retire cuanto antes… porque, desde su tierra, le van a tirar hueso, es carne de cañón y si no se tira un chancapapas andahuaylino, hacia el costado, el Chongreso, también se la va a tirar y además, porque tienen la con…chigna de no irse nunca… ¡Palabra de chongresista! En suma, hazlo posible.

Para el gabinete: un par de kilos de Memorex a cada menestrón, para que recuerden que la vida no es solo propuestas, resoluciones, ni normas; hay que saber conciliar sin perder autoridad, por lo menos en esta época de paz navideña que traten de administrar con justicia social y que la verdad esté presente en cada uno de sus intentos fallidos.

Para el Parlamento: aunque a todos ellos le cuesta un trabajo inusual mostrar alguna seña de humildad, esos fulanos no van a colgar ni media media en su ventana, porque les significaría hacer un esfuerzo sobrehumano y eso les puede causar un mayor surmenage. Por favor, Santa, has que regresen por un momento  a su realidad olvidada y vuelvan a tirar calle como cuando no eran nada; no como ahora, que esos calatos improvisados y suertudos viven fingiendo ser ricos a costa de su inflada mamadera por no hacer nada de nada, y lo peor, no quieren dejarla, ni por un solo instante. Por diosito, has que se acuerden de aquellos que apenas calzan pies desnudos o de los que solo se ponen ojotas… que se metan el ellas; que se pongan en lugar de los que solo saben vivir en lo que es dolor, injusticia y hambre…

Querido, Santa, a pesar que solo son tres regalos y sé que no merecen ni un cachito, hazlo por Persusalem, que seguimos creyendo que todavía existe la bondad y el sano juicio. Un abrazote de todo corazón en esta Navidad tan convulsionada.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario