lunes, 18 de octubre de 2021

EL DIABLILLO DE SANTA ROSA

 ¿Qu´el diablo no existe? ¡Aca…báramosss…! A su respecto, les gua cuentar algo qu´iallegau hasta nosotros y que se chismosiaba hasta por los codos de tuitas las beyatas d´iaquellos tiempos, acerca del  mesmito satanás, gu´aquel diablillo rabo callente que rondaba allá por los 800; digo, allí por los primeros años de mil ochoshentos y tantos…; por supuesto que tan solo son cuentos, mejor dicho leendas que sían quedau en esta tierra de contaditos santos y´un montón de pecadores…

Sí, pueee… era jueves y por las noches tuita la coriada de la casa nos chipábamos a la mesa principal de la sala pa´los cliyentes de la chicheriya y n´uallamos las santas horas que llegara el Agüelo Benito, pa´que nos haga cospiar de la risa o nos haga meyar de miedo con sus cuentos de aparecius, de las almitas escapadas del cementerio de la Apacheta o de la Condenada que bajaba por la Lloclla de San Lázaro cada media noche montada enún endiablau chivo que cargaba un largo pellejo que resplandeciya en plena escuridá. Esta bestia era tan gigantesca e infernal que botaba harto juego por esos ojos rojos como candela y de sus narices, saliyan montones de polvos verdosos ; mientras que de sus cuerpo, tuito negro, colgaban sus inmensas y laaargasss cadenas, pesadamente arrastradas hashendo muchos ruidos por entre los miles de piedras amontonadas en tuito ese camino de l´agua, tierra y lodo… escuro y projundo de la lloclla qu´espantaba al más macho entre los machos; porque ante ese solo soniu de las cadenas, enseguida te corriya un juerte escalosfriyo metiu com´un rayo por tuito el lomo… se´tiapagaba la voz y´una juerte tembladera t´iaciya cayer patas p´arriba y no sabiyas cuando dispertar…

-Bueno, peee… Esta vez, les gua repetir aquello qu´ialguna vez oyí de la propia boca de mi agüelo y este, a su vez, del suyo... Sabido era que por esos lejanos tiempos el respeto a los padres era el primer mandamiento a cumplir dentro de cada casa; que tampoco se les podiya mentir… ni siquiera ponerles mala cara, guacerles un gesto de desagrau, porque d´iun solo tacllanazo te voltiaban la cara o sacaban el chicote de tres ramales y adiós ese gesto de rebeldiya o inconformidá; ni siquiera se podiya levantarles el tono de voz n´iun tantito; pues bastaba una sola mirada de los mayores y´el chiuche teniya que bajar la vista y acectar ese castigo con el hocico callau.

E´nese entonce… en tuita la ciudá se comentaba de las monjas del Monasterio de Santa Rosa y no precisamente por su esmerada devoshón y cumplimiento de lo que mandaba hacer el Catecismo, ni de su esmerada preparashón de ungüentos y pomadas pa´todos los remedios habidos y por haber; si no por lo contrario, de aquello que habiya aconteciu en pleno y recogido lugar, ande se las preparaba tanto a las monjas como a las hermanitas, quienes justo, en esas semanas, estaban temblando de una pata porque cada noche las visitaba un ser muy estraño y maligno, que las corretiaba pa´quitarles los hábitos y tuitas sus demás prendas, muchas veces hasta las ropas interiores…

-¿Y por qué queriya hacerles eso? ¿Acaso e´run diablo mañoso?

-¿Qué sabís vos d´esas cosas? Creyó que vos sois un adelantau y´estas pensando en otras cosas… ¿nooo?

Gueno… lo sherto es que un diya de tantos, la monja superiora mandó a trayer a la Hermanita Elena, una postulante por demás hermosa y que habiya decidiu ingresar de por vida al Monasterio, según dicen, debiu  a´una decección d´iamores;  pero qu´ial poco tiempo de reclushón no pudo contener su tentashón de querer buscar su libertá…

-Entonces, agüelito Beno, ¿Pa´qué se metió al convento? ¿No teniba vocashón?

-Creyo que jue un acto desesperau de sus padres… porque tuita Arequipa s´iabiya enterau que ella y su amante s´iabiyan escapau una noche a las chacras de Chilina y después nunca se supo más d´iaquel bandiu… dicen que se jue a las minas de Potosí en Bolivia… y´ella tuvo que escuenderse y meterse al convento pa´que la gente no siguiera rajando feyo de tuita su jamilla… por no saberla criyar, ni cuidar a su hermosa hija…

-Pero… ¿Y el diablo?

-¡Calmantes, montes! Aguanten un poquito… Estos mis coros, son bien desesperaus… Q´uiaquí viene lo mejor: No se pudo saber el motivo, ni la razón porqué aquel maligno ser metiu en pleno Convento habiya escogiu a la hermana Ana – así la conociban- Y´una mañana l´abiyan encuentrau casi tuita desnuda… Allí, pueee… botada de junto al muro d´iatrás. Su bella cara estaba casi intacta, pero su cuerpo, en la parte d´iabajo estaba tuito arañau y pareciba qu´iabiya siu atacada por un feroz ser diabólico lleno de filudas y grandes garras. Una vez, la Hermana Ana, frente a la Superiora, primero le dijo entre juertes sollozos jue, que no recordaba nada; pero ante la insistensha de la monja, viendo que la casi niña cada vez se poniya más y más triste y lloraba a moco tendiu, la hizo sentar y le alcanzó un pañuelo. Esta no pudo más y le contó:

-Reverenda Sor Catalina, ¿la verdad? Perdón, pero si quiere saber la verdad, antes quiero bañarme en agua bendita. Y así lo hizo. -Primero-, perdón nuevamente porque ya no aguantaba esta prisión del convento y varias veces intenté fugarme por el muro de atrás. Hasta que antenoche, encontré tirada en los jardines una escalera y la tomé a duras penas. La coloqué para poder escaparme, pero estando en la mitad, sentí un raro ruido a mis espaldas y cuando volteé la cara para ver de qué se trataba, me vine abajo porque pude apreciar el rostro más horrible y espeluznante de mi vida, además… creo que ese diablo tenía cuernos y el olor al azufre era desesperante. Una vez en el piso traté de pararme, como pude; pero aquel ser horripilante no solo quiso ponerme en pie, sino, quería arrastrarme a pesar que él era un tanto más pequeño que yo, sin embargo poseía una fuerza descomunal. Traté de agarrarme fuertemente de un tronco, entonces él, tomándome con sus brazos como dos tenazas sobre mis piernas me quitó toda mi ropa y seguía botando espuma por el horrible hocico. Cada que me tocaba sentía que me quemaba hasta las entrañas. Solo atiné a persignarme y empecé a rezar entre dientes y temblando como una hoja al viento, recé un Padrenuestro y luego… todo se hizo humo y… ¡No recuerdo nada más…!

-¿Y qué pasó después?

Colorín, colorado… Mucha pashensha… que el siguiente jueves aquí memito nos encontramos…

AREQUIPEÑISMOS: Basado en el DICCIONARIO DE AREQUIPEÑISMOS DE Juan Gmo. Carpio Muñoz

¡A ca…báramos!: exclamación, imprecación

Adelantau: precoz

A moco tendiu: llorar desconsoladamente incluyendo babas y mocos

Aparecius: aparecidos; seres del otro mundo

Beyatas: por beatas

Condenada: mujer u hombre castigado por Dios al haber pegado a sus padres

Coriada: conjunto o grupo de ccoros; niños

Cospiar: revolcarse; moverse descontroladamente

Juego: por fuego

Rabo caliente: fig. atrevido(a), insolente, juguetón

Leendas: por leyendas

Tacllanazo: manotazo, cachetada, lapo

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