lunes, 6 de septiembre de 2021

CHAQQE

 Aprovechando que soy un ferviente devoto del San lunes, ayer, precisamente, parecía un reciente graduado de viril adolescente desesperado por la aparición de una carencia tan extravagante que parecía de necesidad mortal, pues de improviso me atacó un incontenible filo de la gran flauta apurado por un antojo reprimido desde muchas desgraciadas e interminables semanas pasadas; y con ello, desmerecía olímpicamente todos los chupes engullidos en dicho lapso, tan prolongado como urgente. Fue como permanecer en larga espera de un poderoso Calderón de Pascua a 364 días del próximo año.

Ante tal incertidumbre, no pude contener el huayco de ilusiones que me hacían agüita la boca y tuve que asistir personal e irremediablemente a una de las tantas  mentadas picanterías, la cual, al final, fue recontra mentada, sobre todo al abandonar dicho local tan ponderado y bien promocionado; y no porque hayan fallado sus obligatorios protocolos: el pediluvio de rigor que me pareció estar chimbando una lloclla, o aquel gel desinfectante colocado casi escondido en un dispensador de junto a la entrada, no. Obviamente fui con toda mi la sana intención de embrocarme una juente del emblemático y extrañado Chaqque, pero eso sí, uno d´iadeveras; es decir, como los d´iaontes: un chupe recontra colorau, ande uno pueda descubrir detrás del vaporoso calderón que, si no teniyas ciudau, te quemabas tuito el hocico; pero, aun así, tuito chamuscau, d´iaseguro estaba d´encontrar en su variau contenido un rico y dulzón zapallo de Yumina, rodajas de choclo cusqueño y, si era cabanita, mejor; además de sus habitas con harta patasca,  s´uinfaltable chuñito negro yel denominau tocto o seya, montoncitos de chicharrón que le dan un sabor tan espeshal, así como sus shempre presentes pedacitos de tripa. Cojonudo plato o chupe que,  por ser tan tradishonal, tanto o más qu´el bendito San Lunes, carga además, una picadita verdurita hecha con puro culantro, orégano y su yerbagüena, hashendo d´este humilde chupe, sopa o caldo, un manjar propio de dioses.

Más lo que hace posible esta extraña denominación, para propios y extraños, son sus papas preparadas de una forma tan peculiar es, que de solo ver que están cortadas o seccionadas con cuchillo, le quitan todo su encanto; y es que dicho potaje toma dicho nombre del idioma quechua, puesto que tal elemento esencial de nuestra cocina ancestral significa apretado o chancado. Dicho de otra manera, sin llegar a ser un locro o puré, sus papitas (inicialmente del tamaño chuñayo) son ligeramente trituradas o chancadas con una chaquena, antes de ser echadas al caldo donde está hirviendo la carne en medio de ese ahogadito tan propio y original de estos lares, haciéndolo inconfundiblemente sabroso, único e incomparable Chaqqe.

Lo cierto es que ya estando en dicho lugar tradicional, desde el saque, parecía que la cosa (el conseguir una mesa para disfrutar del antojo), ya era presagio de una mala espina (tamaño ballena), puesto que además de aguardar mi turno con la debida distancia social y que además me hallaba al fondo, detrás de una familia muy prolífica, como de veinte miembros y se tenía que hacer cola o esperar el turno como señal de respeto; pero era lunes y, como tal, no podía dejar de mandarme una suculenta fuente. Efectivamente, lo de fuente resultó una fuente llena de imprevistos, pues las tripas (las mías),estaban rugiendo como leones hambrientos y toda la familia que me antecedía volteaba con cada retortijón en do mayor, el que se oía misma troya de cohetones que reventaban las orejas y los oyentes; sus cabezas me parecían inmensos zapallos imposibles de brincar, en las patas ya tenía patasca y sentía que me estaba convirtiendo en un inmenso chuño negro de tanta desesperación por el filo que me iba inflando de indignashón, dándome un perfil de gigantesco dirigible.

Por fin, una de las hacedoras (ayudantes) se compadeció de mi estado comatoso, además del verde amarillento que iba tomando mi semblante y parecía que de un momento a otro, me caería como un pollo mojau . La muchacha, me hizo sitio en una esquinita de la cocina y tuvo que arrastrarme hasta el pequeño banco un tanto destartalado, porque apenas deposité mis posaderas, no solo crujió, dando lastimeros alaridos, sino, el pobre mueble improvisado se vino abajo con todo el peso mi imponente humanidad. Presurosa, acudió, no sé si fue la jefa o la dueña del local, pero lo cierto es que me levantaron entre tres y me depositaron, cual costal de papas, en una larga banca y me trajeron una mesa, milagrosamente.

Bueno, a ella, le hice saber cuál era mi pedido y que además tenía el carácter de necesidad inmediata, pues estaba a punto de causarme una muerte súbita por inanición prolongada… llena de… desesperación. Me dijeron que inmediatamente llegaría a mi mesa aquella solicitud tan apremiante, que por favor solo espere unos minutos y que harían todo lo posible para que aquel manjar tan largamente esperado sería capaz de satisfacer todas las incomodidades vividas y que dicha merienda sería recordada por toda mi vida. Bueno, esto último lo tomé como una compensación y ya me relamía los labios de solo pensar en aquella delicia de plato… Más… ¡Todavía sigo convencido que realmente estaba de malas!

Pues, finalmente, en el colmo de mi desgracia, después de haber transcurrido hora y media, me trajeron, en un platillo de Té, aquel tan solicitado y esperado chupe; además de estar tika (la grasa estaba completamente cortada), las papas parecían dados finamente seccionados con regla y plomada, la corteza del zapallo había desaparecido; inclusive, haciendo un inventario sumario (soy contador), habían desaparecido, las habas, los choclos y las tripas.

Por semejante afrenta culinaria, me sentí sumamente ofendido y me negué a pagar por ese miserable lavado de platos que en la vida podía pasar por un exquisito y anhelado Chaqque. Llamaron urgente al personal de seguridad: entre los tres gorilas me sacaron en vilo, me pegaron una pateadura del alma y realmente me hicieron chaqque.

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