jueves, 27 de agosto de 2020

UNA MASCARILLA DE AJO Y VASELINA

Sumamente preocupado porque acababa de comprobar mis nulos aprontes obtenidos en el cabal cumplimiento de mis lides camatorias, y lo peor de todo, que aquel dispuesto material A-1 había quedado muy decepcionada y tan ofendida que no quería verme ni en pintura por el resto de sus expuestas exigencias instintivas.

Todo se debió al último encuentro suscitado entre ambos primos deseosos de conocernos fierro a fondo desde nuestros primeros escarceos infantiles. Y por fin, el alcahuete destino así lo quiso: un día de tantos (la semana pasada), coincidentemente resultamos juntos en plena playa, solitos en pleno verano y con 40° a la sombra. Ella, con su libido 100% expuesto y desde el saque se mostró directa, muy perspicaz y decidida, descolgándose toda ella amorosa e insinuante dejando que sus ansias salieran por ese par de perfectas piernotas que yo las veía, en otro sitio, colocadas. Como este choche no es de fierro (tanto como lo había requerido), tuve que responder haciéndome el tercio para no mostrar mi profunda debilidad escondida toda una vida; más aún, ahora que estaba sentada a mi lado con el 99.9% de su humanidad al aire, y quería conquistar esa plaza a como dé lugar.

Mas, lo cierto fue que, terminado aquel calentamiento a forro que ya parecía incendio, llegada la hora de la verdad, mi fatal compañero no respondió a las expectativas una y otra vez, hasta que ella no aguantó más e inteligentemente se puso a cantar: ¡Otra vez seráaa…!

Compungidos, aterrados y encogidos hasta el tuétano, nos declaramos en retirada, con las alforjas repletas de deseos y con el ánimo chorreado por los suelos.

En cambio, su femenina frustración no se quedó callada; por el contrario, decepcionada me gritó en plena cara: ¡Tú te lo pierdes! ¡Impotente!

Después de un mes entero, solo me restaba una cosa: consultar con mi choche, el doctor John Bourros, médico internista, en el cual confiaba a plenitud y podía dame la mejor solución. Luego de referirle lo tristemente acontecido, me recomendó con todo profesionalismo y franqueza:

-Choche, no te recomiendo más la azulita, porque puedes terminar como uno de los Pitufos… Mejor es que utilices remedios caseros.

Me metí a Google, busqué la sección Disfunción Eréctil, causas y soluciones. De pronto, sentí un pitido intermitente y era Siri, que no quiso perderse la ocasión de hacerla de médico:

-“Oe won, ¿no has podido consultarme a mí, directamente”? Bueno, por esta vez te la perdono… Te voy a pasar directamente a la APP de Youtube: Ajo y Vaselina, me lo vas a agradecer…

Efectivamente, apareció el triangulito rojo junto con la aplicación y aquel video empezó a rodar:

-“Ete e´su centro e consulta, portal epecialista en impotencia o difunción; pue no s´iolvíe que la medicina tardicioná o llamáa vulgarmete populá e´la mejor; con la seguriáaa que lo vamo a curá, le pasamo lo ingreiente necesario: solo do cosica son necesaria: ajo y vaselina.

Al toque, me imaginé : “¿El ajo por la boca y la vaselina por el otro lado; digo, para el postrado enfermo”? No me explico… pero habrá que confiar en la experiencia… ancestral…

-“Preparació… coge un bol y machaca el ajo; luego lo mecla con cuatro dedo e´vaselina…” Aplicació…

A estas alturas ya me sentía curado, pero en la cochina calle, porque no entendía cómo diablos ese menjunje iba a ser utilizado… Y más interesado que nunca traté de seguir la receta:

-Aplicació: solo coge do dedo e´ la mano, toma un poco de la pacta preparáaa y se la aplica diretamente en la zona afetáaa…

Ahhh… ya, simple; -seguía pensando- tomo un poco y me lo embadurno desde la cabeza a los piesss, tapando todas mis miserias… Y, bueno, para no manchar las prendas íntimas ni la ropa de cama, me coloco una bolsa plástica encima y asunto arreglado… Cuando de pronto escuché:

-¡Ya sabe, amigo, ete remedio e´ecelente pa´borrá la impotencia pa´curá su manchasss: la peca, lo lunare… y cualquié otro tipo e´moletia esagraable que tenga en la pie…

Felizmente estaba cerca al Mercado de San Camilo y ya recuperado de la impresión causada por esa bendita pomada milagrosa, me dirigí rápidamente a la sección de yerbas curativas traídas desde Tarapoto. Ubiqué aquel socorrido kiosko de productos amazónicos, cuando la atenta chinita que estaba atendiendo, a boca de jarro, me dijo:

-“Oe, tío; ya sé qué te trae por aquí: ¡No te preocupes, yo te saco de perdedor… dime, que yo sé lo que necesitas y por lo bajo me entregó una rara lista en clave: 1Ch, 3RC, 1LL y 2 7SS…

-¡Mamita, y cómo se consigue esto?

-Solo si me das una cita para esta noche… ¿yaaa? ¡Mentira! ¡Dame una Santa Rosa de Lima y a cambio, te hago la traducción del mensaje y te entrego: un botellón de Chuchuhuasi, tres de Rompe-calzón; una de Levántate Lázaro y dos de Siete Veces sin Sacar. Y si prefieres, te hago una demo!

-¡Y por Dios que son recontra efectivos!

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario