Sumamente preocupado porque acababa de comprobar mis nulos aprontes obtenidos en el cabal cumplimiento de mis lides camatorias, y lo peor de todo, que aquel dispuesto material A-1 había quedado muy decepcionada y tan ofendida que no quería verme ni en pintura por el resto de sus expuestas exigencias instintivas.
Todo se debió al último encuentro suscitado entre ambos primos deseosos
de conocernos fierro a fondo desde nuestros primeros escarceos infantiles. Y por
fin, el alcahuete destino así lo quiso: un día de tantos (la semana pasada), coincidentemente
resultamos juntos en plena playa, solitos en pleno verano y con 40° a la sombra.
Ella, con su libido 100% expuesto y desde el saque se mostró directa, muy perspicaz
y decidida, descolgándose toda ella amorosa e insinuante dejando que sus ansias
salieran por ese par de perfectas piernotas que yo las veía, en otro sitio,
colocadas. Como este choche no es de fierro (tanto como lo había requerido),
tuve que responder haciéndome el tercio para no mostrar mi profunda debilidad escondida
toda una vida; más aún, ahora que estaba sentada a mi lado con el 99.9% de su
humanidad al aire, y quería conquistar esa plaza a como dé lugar.
Mas, lo cierto fue que, terminado aquel calentamiento a forro que ya
parecía incendio, llegada la hora de la verdad, mi fatal compañero no respondió
a las expectativas una y otra vez, hasta que ella no aguantó más e inteligentemente
se puso a cantar: ¡Otra vez seráaa…!
Compungidos, aterrados y encogidos hasta el tuétano, nos declaramos en
retirada, con las alforjas repletas de deseos y con el ánimo chorreado por los
suelos.
En cambio, su femenina frustración no se quedó callada; por el
contrario, decepcionada me gritó en plena cara: ¡Tú te lo pierdes!
¡Impotente!
Después de un mes entero, solo me restaba una cosa: consultar con mi
choche, el doctor John Bourros, médico internista, en el cual confiaba a
plenitud y podía dame la mejor solución. Luego de referirle lo tristemente
acontecido, me recomendó con todo profesionalismo y franqueza:
-Choche, no te recomiendo más la azulita, porque puedes terminar
como uno de los Pitufos… Mejor es que utilices remedios caseros.
Me metí a Google, busqué la sección Disfunción Eréctil, causas y
soluciones. De pronto, sentí un pitido intermitente y era Siri, que no quiso
perderse la ocasión de hacerla de médico:
-“Oe won, ¿no has podido consultarme a mí, directamente”? Bueno, por
esta vez te la perdono… Te voy a pasar directamente a la APP de Youtube: Ajo y
Vaselina, me lo vas a agradecer…
Efectivamente, apareció el triangulito rojo junto con la aplicación y
aquel video empezó a rodar:
-“Ete e´su centro e consulta, portal epecialista en impotencia o
difunción; pue no s´iolvíe que la medicina tardicioná o llamáa vulgarmete
populá e´la mejor; con la seguriáaa que lo vamo a curá, le pasamo lo ingreiente
necesario: solo do cosica son necesaria: ajo y vaselina.
Al toque, me imaginé : “¿El ajo por la boca y la vaselina por el otro
lado; digo, para el postrado enfermo”? No me explico… pero habrá que confiar en
la experiencia… ancestral…
-“Preparació… coge un bol y machaca el ajo; luego lo mecla con
cuatro dedo e´vaselina…” Aplicació…
A estas alturas ya me sentía curado, pero en la cochina calle, porque
no entendía cómo diablos ese menjunje iba a ser utilizado… Y más interesado que
nunca traté de seguir la receta:
-Aplicació: solo coge do dedo e´ la mano, toma un poco de la pacta
preparáaa y se la aplica diretamente en la zona afetáaa…
Ahhh… ya, simple; -seguía pensando- tomo un poco y me lo embadurno
desde la cabeza a los piesss, tapando todas mis miserias… Y, bueno, para no
manchar las prendas íntimas ni la ropa de cama, me coloco una bolsa plástica
encima y asunto arreglado… Cuando de pronto escuché:
-¡Ya sabe, amigo, ete remedio e´ecelente pa´borrá la impotencia
pa´curá su manchasss: la peca, lo lunare… y cualquié otro tipo e´moletia
esagraable que tenga en la pie…
Felizmente estaba cerca al Mercado de San Camilo y ya recuperado de la
impresión causada por esa bendita pomada milagrosa, me dirigí rápidamente a la
sección de yerbas curativas traídas desde Tarapoto. Ubiqué aquel socorrido
kiosko de productos amazónicos, cuando la atenta chinita que estaba atendiendo,
a boca de jarro, me dijo:
-“Oe, tío; ya sé qué te trae por aquí: ¡No te preocupes, yo te saco
de perdedor… dime, que yo sé lo que necesitas y por lo bajo me entregó una rara
lista en clave: 1Ch, 3RC, 1LL y 2 7SS…
-¡Mamita, y cómo se consigue esto?
-Solo si me das una cita para esta noche… ¿yaaa? ¡Mentira! ¡Dame una
Santa Rosa de Lima y a cambio, te hago la traducción del mensaje y te entrego: un
botellón de Chuchuhuasi, tres de Rompe-calzón; una de Levántate Lázaro y dos de
Siete Veces sin Sacar. Y si prefieres, te hago una demo!
-¡Y por Dios que son recontra efectivos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario