lunes, 24 de agosto de 2020

LOS DUENDES SUELTOS

Esa mañana la vieja matrona dejaba entrever en su rostro descompuesto una perfecta desazón clavada en esa mueca permanente de completo desagrado; inclusive, podía verse que llevaba la ropa usada en los días anteriores; pues había pasado tres largas jornadas con sus noches buscando infructuosamente su más preciado tesoro: a1quella deslumbrante pulsera de oro de 24 kilates, engastada primorosamente con deslumbrantes rojos rubíes y, para darle una mayor prestación a su presencia, llevaba a contraparte verdes esmeraldas, y además, que dicha joya  había sido ponderada y alabada muchas veces, pero más envidiada por la mayoría de sus celosas amigas; sin embargo, lo que más llamaba la atención de la doña, era que ya la daba por extraviada totalmente, puesto que había revuelto todas las cosas anteriormente dispuestas prolijamente en su dormitorio; en especial, la antigua cómoda, aquella hermosa reliquia legada por sus antepasados, tallada en puro cedro por don Pedro Calle, el mejor maestro ebanista de la ciudad.

Cada uno de sus 9 cajones había sido vaciado cuidadosamente, revisando con minuciosidad cada chuchería allí guardada. Esta búsqueda ya le resultaba tediosa, al ser repetida una y otra vez, como queriendo efectuar un acto de magia y hacerla aparecer como por encanto.

En vano fueron las muchas horas de copiosos llantos y mares de lágrimas soltadas durante las últimas noches. No pudiendo resistir más aquella situación inexplicable y un tanto extraña, no pudo aguantarse y fue a consultar con su comadre, una vieja adivina, usurera hasta por demás:

-Comadrita Circadia, le vengo trayendo una mala noticia…

-¡Hola, comadrita Zoila, ¿qué diablos sucede? ¿Has dormido con un remolino? Porque… Tatitoy… t´iasveniu con la cama encima… ¡Ya sé! ¿Le han robado su tesorito?

-¡Como qu´iusté juese una misma bruja, comadritay… ¡Justo, l´iachuntó!

-¿Con quién s´ia mandau a jalar su chanca-lomo?

-¡No, nada d´eso! ¡Qué bahhh… Ese güeno pa´nada! Mi pulserita… ¡Mi pulserita d´ioro!

-¡Por la gran puta! ¿Cómo s´ia dejau tirar, comadrita? Si vos sois más pen…denciera que la Vaca Brava… ¿O nooo? Aurita la gua´sortiar en coca… Menos mal qu´iaquí tengo tuitos mis menjurjes… ¡Maver, dame tu mano, comadritay… ¡Pucha que ni t´ias lavau… están wiswis! Güeno, güeno…

De pronto bebió ávidamente un sonoro bebe de pisco y lo sopló violentamente hacia arriba; enseguida tomó un poco de hojas secas entre sus dedos y empezó de dejarlas caer una tras otra muy ceremoniosamente, mientras musitaba entre dientes una serie de conjuros ininteligibles. Tiiró su cabeza hacia atrás, cerró los ojos y soltó fuertes evocaciones, clamando a los espíritus:

-¡Espíritus del Más Alláaa… espíritus buenosss… Ustedesss que todo lo ven… ¿Ande´stá la pulsera d´ioro de mi comadre?

La sala, que era de sillar, empezó a estremecerse espantosamente… Y poco a poco, penetró, arrastrándose por el piso a manera una inusual y amenazante penumbra y la comadre, entre esas sombras amenazantes, daba vueltas y más vueltas sobre el viejo banco de madera que soltaba tristes quejidos cada vez más penetrantes. De pronto, ella, lanzó un clamoroso grito que estremeció más aquellos sillares pircados; dejó escapar un profundo suspiro, abrió los ojos desmesuradamente y tomándola por ambos hombros a la asustada comadre, la miró fijamente como una lechuza atacante, le gritó:

-¡Unos hombres s´ian entrau a su casa! ¡Ellos… s´ian llevau su cadenita y no quieren devolverla!

-Comadrita… ¿Usté creo…. Quiere hacerme la cojuda? Si d´esto se entera mi mariu…!Me mata!

¡Yo no dejo dentrar a mi humilde racay ni mosca hembra, menos, mosca macho! Me quieres jo…

-¡No, comadrita de m´ialma! Yo no le miento… D´echo, esta bola de crital que tengo entre mis…manos me dice que son varios hombres y con barba… que se l´ian metiu y además son pequeñitos y vos no los podís ver… ¡Solo los niños, que son inocentes!

-¡Ahhh… ¿Me habláis de los duendes? ¿O seya que ya la perdí? Entonce, pa´qué tengo mi comadre? Dime, mamitay, ¿cómo l´iago? ¡Yo vendo hasta mi calzón con tal de recuperar mi cadenita d´ioro!

-Ese tu calzón deb´estar más cag… meyau qu´el poste de l´asquina… Tenís que trayer solo… tres cositas: un feto de llama macho, tres botellones de pisco “Sol de Ica”, medio kilo de coca y…

-¡Aguanta, aguanta, que soy tu comadre y sin tener bolas de cristal, puedo adivinarte con quién estáis sallendo por detrás de tu casa tuitas las noches y…

-¡Güeno, güeno, solo por tratarse de vos, que sois casi como m´iermana, solo trayeme la mitá. ¡No, no, nooo… Mejor alistá tuito y esperaméee en tu casa a la hora nona…

A las tres horas el recinto estaba preparado: solo aquella quedaba solitaria en la habitación; en cada esquina se colocó una botella de pisco destapada; en el centro, se extendió una sábana blanca y encima de ella se puso las hojas de coca y tres candiles encendidos en forma de triángulo. Mientras tanto, las comadres se habían apostado detrás de la puerta contigua, cerrada  y solo una de ellas lograba mirar sigilosamente a través de la angosta cerradura.

A eso de la media noche, a las comadres se les chirguaba los ojos de tanto catiar por la rendija.

-¡Calláteee vosss… Que shento muchos ruidos y la sábana s´ian moviu… ¡Aquí están estos pendejitos… ¡Mirálosss… pero n´uagáis ruido:

Para sorpresa de la asombrada comadre pudo ver a dos, tres, cinco, siete hombrecitos vestidos estrafalariamente con muchos colorines rojos, azules, verdes, amarillos, con pequeñas botitas de colores y un gran sombrero negro de alas anchas y muy puntiagudos. Tenían el rostro muy arrugado y eran su tez de color rosado: inquietos saltaban de un lado al otro y de tanto en tanto buscaban en los cajones de la cómoda.

Inquieta la comadre por lo que estaba viendo y no creía, quiso hablarle a su comadre y recordó que no podía hacerlo, así que fue a tocarla con el codo y le hizo botar una de las botellas. Al instante, desaparecieron esos hombrecillos en un abrir y cerrar de ojos…

Abrieron la puerta con mucho sigilo y luego buscaron en toda la habitación. Ni rastro de los condenados diablillos. Pero al observar con más detenimiento notaron que los depósitos del aguardiente estaban vacíos, que la coca estaba ñuta y ahora había siete candelabros finamente labrados. Ya iban a retirarse del recinto, entre tranquilas y admiradas, cuando la dueña de casa, tubo un pálpito y se acercó tímidamente al mueble de cedro; cuál no sería su agradable sorpresa al contemplar en el cajón principal, brillando más que nunca, aquella joya legada por sus antepasados.

AREQUIPEÑISMOS: basado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo. Carpio Muñoz

Achuntar: acertar, dar en el blanco

Candil: pequeños lamparines rústicos hechos de lata

Catiar: atisbar

Chanca-lomo: marido

Chirguar: llorar o entrecerrar los ojos

Duentes: pequeños hombrecillos míticos propios de cuentos y leyendas de los pueblos

Ñuta: molida; hecha polvo

Racay: morada humilde, casa

Tatitoy: Padre Nuestro, el Santo Padre; exclamación de sorpresa

Wiswi: sucia, sin lavar

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