A simple vista, pareciera que, con
esta afirmación, trato de asustar más al sufrido populorum, al señalar que este
maligno regalito chino ha evolucionado en el medio tan propicio y que, para
colmo de nuestra desgracia (incluidos noticieros), hoy se da el lujo de caernos
en doble envase para redondear la mala pata, pero
no; la situación es tan real que este infernal doblete; lo llamo así porque, de
una parte, constituye una situación muy inusual, extraña y muy personal, donde
creo que compré todos los boletos de esta maldita rifa que me tiene a punto de
refugiarme e inmediatamente, internarme zapatos y todo en el Hospital
Psiquiátrico Moisés Heresi por propia voluntad; pero hasta para eso, no he
podido tener la suerte de conseguir una camisa de fuerza, por lo menos.
Tampoco, que, aparte de esta
pandemia que, cual plaga de Egipto, nos está complicando la existencia a través
de sus silenciosos bandos reales que mandan, disponen y firman: a) Que por
primera vez el gobierno se preocupe por acabar con los miles de sistemas
existentes en salud pública y uno no sabe dónde miércoles acudir para que le
hagan la pruebita rápida (primero se muere el paciente de impaciencia); b) Que
el personal del mismo sector trate de ordenarse, admitir que necesitan
organizarse y trabajar; c) Ponerlo a laborar teniendo algo de sangre en la cara
y hacerlo con cierta responsabilidad, respeto y consciencia de su labor
humanitaria.
Sin embargo, recién viene lo
peor: pues, a un paso de recibir los Santos Óleos, mi segunda pandemia es más
asesina, cruel y devastadora; resulta que hace más o menos veinte añitos, era
el muchachón más feliz sobre la tierra, pero tuve la desgracia de enamorarme
como el burro (alma y todo), de una flaca, tan flaca que la usaba como tabla de planchar, pero esa tabla era mi
sueño, mi pesadilla y mi todo; en cambio, para mis choches y my family, era
todo un presente griego y que se había limado las garras para no hacerme daño
con sus efusivas caricias y sus apasionados abrazos; que asimismo, se había
amarrado la lengua, porque era toda una avalancha de bla, bla, bla, salpicada
de ajos y cebollas, siendo lo más peligroso el pasar automáticamente a ser un doble cañón o
en un misil de triple lengua altamente mortal. Efectivamente, todo empezó un
segundo después de haber acabado nuestra luna de miel, cuando al día siguiente,
siendo exactamente las cinco y cuarenta y cinco de la madrugada, se despertó
sumamente amorosa y retozona, pero al instante, se transformó en un terrible
monstruo y sacando su lengua triperina, tiernamente me dijo en plena oreja:
-¡Flaco, se te acabó el
recreo! No hay servicio a la habitación, así que… caballeros nomá, prepara el
desayuno, me consigues una torta de papaya arequipeña, un litro de chocolate…
pero que sea hacho con pasta del Cusco y mucha fruta… porque no pienso
levantarme hasta las 12 de día… de pasado mañana… ¡Apura, apura…!
Pero el asunto no solo fue ese
día, si no que en el desayuno, almuerzo y cena de todos estos años, serían
exigidos de la misma manera, además de cumplir con el lavado y planchado de
nuestra ropa por… casi 20 añitos. Mas, lo único que me ha permitido aguantar
este inflexible cambio es la presencia de mis cuatro hijos y mi adorada suegra;
aunque no lo crean, es una bella alma de Dios (lo he probado y comprobado) y
buenaza por los cuatro costados.
Ella, sumamente fiel y
comprensiva (mi suegra), me ha recomendado:
-¡Juan José, hijito… no vayas
a cometer una estupidez…!
-¡No, ya no me caso otra
vez! ¿Por qué no nos fugamos, mamita?
-¡En serio, nada de abandonar
a tus hijos! Eres un hombre muy inteligente, luego debes…
-¡Sí, ya debo como diez mil
soles! Solo en pensiones escolares… por eso voy a…
-¡No te preocupes! Yo te
consigo ese dinero… son mis nietos y yo los quiero mucho… Pero lo otro…
-¿Lo de la pandemia?
-¡No seas más tonto, todavía!
Lo del Coronavirus… ¡Tiene que pasar y tienes suficiente lomo para resistirlo!
Además, si ya has pasado casi 20 años con la otra…
-¡Ahhh… la otra pandemia…
¿nooo? ¡Claro, tienes mucha razón, suegrita! Así que voy a…
-¡Tienes que matarla!
-Pero… pero… ¿A su propia
hija?
-¡No, tonto! A la pandemia del
Coronavirus… a la otra, solo te queda: ¡Ajo y agua!
-¡Sí, pues! Así es como la
han combatido en Italia, ¿nooo?
-¡No, cojudo! Ajo… derse y
agua…ntarse.
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