Tenía que bajar al centro de la
city y me arriesgué a tomar uno de los tantos buses que se arrastran
penosamente por las arterias viales ´llenas de huecos´. Digo, me arriesgué
porque, efectivamente era tomar una alternativa de muerte o de abandono 50/50 %;
why?
1° Como esta socorrida modalidad
de traslado resulta ser casi la única forma obligatoria de viajar en una línea
de transporte recontra-masivo; sobre todo para cubrir distancias más o menos
largas; porque, tirarse a pativilcas, ya sea por la mañana, terminas más asado que un pollo bróster; o
por las tardes, chorreando agua como un calcetín remojado;
2° Para lograr meterte en este
bote de urgencias tienes que chaparlo al vuelo; es decir, subirte en plena
marcha colgando y con un solo pie en el estribo; además, y por supuesto, contando
voluntariamente con la atenta empujada de la cobradora, quien amablemente te
grita en la oreja: “!Apuuura, apura pueee, papito!”; te agarra con sus
suaves garras de ambos cachetes y de un solo empujón te manda hasta el otro
lado del chofer;
3ra. Estas destartaladas unidades
las hay de todo tipo, tamaño y antigüedad; con decir, que la mayor parte fueron
viejos camiones adaptados y que, cada que el piloto acelera, el carro corcovea
como una mula, sufre y el pobre burro tose junto con su re re reparado motor de
los 80/90´s sacudiendo al 100% del sufrido público apretado como si fuera una
lata de anchovetas trasladada a patadas;
4to. Lo peor de todo es que cada
unidad tiene capacidad para 40 pasajeros, pero camina, llora y se arrastra… diz
por seguridá, pero siempre está con más de 60 desdichados encima, arrullados
tiernamente por una suave voz exterior que grita: ¡Avancen, peee, avancen
por el lado izquierdo… que el bus tá vacíiio!
Aparte de soportar los poderosos
efluvios matinales (imposibles de aguantar a medio día), las seguidas pasadas
de waype y la obligatoria requisa de monederos y billeteras, así como la
recolección a muerte de los celus; hoy en día se tiene la presencia de los infaltables
venecos en cada cuadra, quienes, además, han impuesto una serie de conductas
con carácter de normas o decretos de urgencia; pues, después de haber
estudiado, graduado y recibido de psicólogos ambulantes, estableciendo cánones
básicos para trabajar dos o tres horas y después dedicarse a otra faenas,
invariablemente se escucha el último hit musical: … a la orden, señores,
señoras, señoritas… No quiero importunar su viaje, pero tengo la necesidad apremiante
de llevar un pan… Ustedes bien saben que somos unos pobres migrantes que nos
ganamos la vida de esta manera, que no somos ladrones, asaltantes ni asesinos…
(Midiendo la reacción de sus futuros clientes…). Y sigue toda una lastimera
jaculatoria aprendida de memoria y que conmueve realmente a la sufrida
feligresía católica, apostólica y creyente; sí, muy creyente. Pero la cosa no
queda aquí, han conseguido doctorado: para hacerla más trágica su sentida prédica,
ahora cargan una criatura en los brazos, haciendo ver su extrema pobreza,
descuido y necesidad. Lo cierto también es que casi siempre duermen sus
supuestas hijitas. Obviamente, el populorum enlatado y llorando a moco tendido
dentro de esa conserva rodante, todavía sigue con las persianas a media caña y
solo las abre totalmente tan solo para ver una criatura casi desnuda en brazos y
a su pobre padre preocupado por llevar un pan a su casa.
-¡Oye, Maricucha, mira como
los hombres ahora cuidan de las wawas y no son como los nuestros…
-¡Sí, pueee! ¡Por Dios que yo
le doy hasta mi pasaje…! A fin que le dé su tetita…
Tratando de hacer un experimento para
conseguir un tema de investigación en pos de bosquejar un Proyecto de estudio actual
y muy real, quise hacer algo similar, la mañana siguiente.
Para ello, había convencido a mi
compañera de grupo, Benita, para hacer algo similar y así poder estudiar el
comportamiento del pasajero, pero en otra línea más extrema de la ciudad.
Apenas quise subir a la unidad el
cobrador me puso una serie de reparos, inclusive quiso llamar a la policía y le
explicamos que todo era para hacer un estudio de investigación. Ya adentro,
disponíamos de un espacio suficiente para empezar con la preparada oración de
ablandamiento inicial hasta (esperábamos)conseguir el convencimiento total de
los pasajeros.
Sin embargo, no bien me vieron
con mi wawa en los brazos y ella con una mini-mini (para causar mayor impacto),
empezaron los gritos, los insultos, la mentadas y los zapatos que parecían de
acero, señal indiscutible de su rechazo e indignación. Hicieron para la unidad.
Me han dado una pateadura, para que nunca me olvide.
Hoy estoy preso en la Carceleta
de una Comisaría, acusado de acosador, velociraptor, digo, raptor y muy metido
en la trata de blancas; porque mi wawa es bien blanquita; mas lo que no
entiendo hasta la fecha, es porque no permitieron que yo le explicara las razones
por las cuales tenía entre mis brazos a mi wawa de 25 añitos.
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