Una de las cincuenta beatas matriculadas
a tiempo completo, se hallaba bien agachadita disimulando el quehacer de su
diaria limpieza en uno de los rincones de la escondida sacristía; mientras,
afuera, escuchaba claramente los gritos desaforados del pequeño y vivaz sacristán
que acusaban directamente al Padre Jaimito, ejemplo de conducta y santidad para
el pueblo entero; el mismo que se desesperaba tratando de dar cientos de
supuestas explicaciones a voz en cuello, aduciendo que esa sotana del Fortonato
era la misma sotana de siempre; la que tenía puesta encima:
-¡Mira, Fortonato, esta es la
única sotana que tengo… y es la que me la pongo todos los días…!
-¡No taita! Yo ti´visto abrazau con la sotana… l´autra sotana… aquella
que… para con la mingana.
-¡Calla, mocoso del diablo! ¿Acaso no entiendes? ¿Qué van a decir las
paredes que te estén escuchando? ¡Ya te he dicho, solo dispongo de esta sotana!
Por Dios, ¡cierra ya el hocico!
Y tomándolo fuertemente de un
brazo al pícaro monaguillo, lo alzó en vilo y con la otra mano le dio un sopapo
en pleno rostro y lo bañó en sangre. El pequeño ladino, apenas vio que ese
líquido rojo bajaba a borbotones, se limpió su rostro con una rabia desesperada
y mirándolo a los ojos fieramente, volvió a gritarle en plena cara:
-¡Taita malo! ¡Taita malo… ama llulla (no seas mentiroso)!
Se safó de su opresor
violentamente y cayó pesadamente sobre el fresco charco rojizo. Se levantó
trabajosamente y sin mediar palabra alguna, salió escupiendo fuego con una sola
idea en su inocente pensar infantil: mi
Tatito lindo lo va a castigar… por ser llulla… por ser cura malo…
Después de la abrupta escena
sostenida a duras penas y pensando que se encontraba solo, el sacerdote aun
temblando, se sentó de golpe completamente abrumado en la silla que siempre
permanecía junto al altar mayor. Apesadumbrado, inclinó su cabeza sobre uno de sus
brazos y no quiso mirar al Cristo de la Verdad, expuesto en la parte principal;
pues algo muy hondo y misterioso lo perturbaba profundamente desde el fondo de
su corazón.
Mientras tanto, en la oscura pieza
contigua, aquella figura envuelta en un traje negro, que incluía un viejo velo
ya plomizo y bastante raído, lo levantó cuidadosamente, pues le cubría parte de
su bien ajado rostro y tratando de fisgonear lo que ocurría afuera, lanzó una
sonrisa maliciosa y cual bruja a pronto de desencadenar un hechizo, comprobó
que no permanecía nadie en el altar mayor y se sentó en la misma silla ocupada
hacía un instante por el Padre Jaimito:
¿Qué habrá querido decir el muchachito con aquello de la sotana? –se
preguntaba-. Y otra sonrisa más maliciosa aún, destapó sus raídos dientes y
dedujo la socarrona devota: ¡lo buscaré y
lo haré hablar!
La vida apacible y tranquila del
pueblo transcurría casi como siempre. Todo seguía en su lugar y aparentemente
nada había cambiado. Sin embargo, aquella menuda y escurridiza figura infantil
que momentos antes había fugado de la pequeña y querida parroquia, nuevamente
pudo acogerse en aquella anterior casa ubicada en las afueras del pueblo, la
que solo cobraba vida solo por las noches y era habitada por dos primaverales
jovencitas que ofrecían sus encantos al mejor postor.
-Oye, July, ¿por qué te noto tan inestable últimamente? ¿No me vas a
decir que te has enamorado, sabiendo que en nuestra…
-¡No. ¿Cómo se te ocurre?! ¡Sí, sé que ello es nuestro peor castigo!
Pero… Angelita, ¿ por qué no podemos tener un sano amor? ¿Solo podemos hacerlo?
¿Acaso no tenemos corazón? Luego, ¿para qué vivimos?
-¿Otra vez con la misma estupidez? ¡No jodas! Siempre lo has sabido.
¿Te imaginas si alguien se enamora de ti? No podrías ejercer libremente… Eres
linda… pero primero es el trabajo… ¡Piensa en el futuro y déjate de cojudecez!
¿O ya caíste en sus redes…?
-¡No lo sé! Y lo peor es que… ¡aquello es un imposible…!
-¡Te ha tocado un Pampa Galeras!
-¿Qué es eso?
-¡Un camino a Chiv… ay!
-¡No; peor que ello! ¡Mañana mismo… desaparezco!
-¡No jodas! ¿Y quién me va a ayudar a pagar el alquiler y los servicios
y el nuevo muchachito? ¡Ni pienses eso, mijita! Te necesito… y sabes que soy
bien mujercita ¿no?...
-¡Estoy enamorando… con el Jaimito!
-¡No me digas con el hijo de la picantera! Aunque, si así fuera, no
tendría nada de malo… ¿o nooo?
-¡Nooo! Él no es… Es alguien que ni te lo imaginas… Otro Jaime, más
lindo y mejor amante…
-¿No me digas, el hijo del alcalde?
-¡Es un amor imposible!
-¡Ahhh… ya caigo! Por eso ibas tanto a confesarte a las seis de la
mañana… Por un momento creí que te metías de monja… Si es cierto lo que me dices,
¡ya te jodiste!
-¡Dime, ¿qué puedo hacer? No lo puedo dejar, él es mi vida…
-Entonces… esta misma noche lo buscas y pónganse de acuerdo… Si se
quieren, tienen que tomar una decisión, pero tiene que ser entre los dos…
-¡No puedo! Le voy a hacer mucho daño… Mejor mañana mismo me voy… no sé
dónde…
Mientras ambas amigas seguían
contándose sus penas, no se dieron cuenta que unos ojillos muy abiertos les
seguía al pie de la letra toda su conversa y sin quererlo, sentía una inmensa
pena por aquel cura que no quiso reconocer su pecado y recién entendía lo peligroso
de esa relación y su trascendencia para el pueblo.
-¡Taita, padre, perdoname… ¡Tú no ser malo… ella no ser mala! La vieja´güela
Gertrudis es la mala… ella decir quiosteres solo hacer cochinadas… que
l´angelita es el mesmo sajra (diablo), y que solo viene a boscarte porque es
socia, cochina…que tiene el rabo callente… y que va´dicir a tuitas sos amigas
tudo loquiá visto hacer en este cuarto… que solo es pa´rezarle al Tatito… que tú
solo no poides hacer pecado porqu´eres un santo y solo ella tiene la colpa.
¡Mentiras, taita Jaimeto… ella ser muy güena… ella sempre me ricibe, m´iace
cariños en la cabeza y´en el lomo… y me da de comer… ¡Cásate con ella!
-¡Perdóname tú a mí! Creí que
eras muy wawa y que nunca lo entenderías… porque son cosas de mayores, de
adultos… y no sé qué hacer con este dilema: amo a Dios y amo lo que hago para
el pueblo así tenga que ofrecer mi vida; pero… pero la Angelita es el ángel que
he pedido a Dios mañana, tarde, día y noche. ¡Ya no podría vivir sin ella! Y si
se entera el pueblo… me va a matar junto con mis ilusiones…
-¡Escapa Taita Jaimito pero con ella! Tú me has dicho que todos
necesitar tener un ángel y… ella ser mejor porque está viva… porque ella
quererte mucho y no quiere irse sola… porque tú ser su vida y ti sempre decir:
sin amor no hay vida… ¡No seas tonto, Taita; tú no ser opa… que yo no diré nada
de nada; yo puedo arreglar esto… ¡No preocoparte!
-¿Y cómo lo vas a hacer,
Fortunato?
-Diré al pueblo que tú teniu que viajar urgente a la Lima… que
t´iallamau tu jefe pa´rreglar la casa de la sotana y la folana.
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