Todavía seguían arrastrándose, descomunales
y feroces, aquellos insólitos esperpentos que se revolcaban salvajemente dentro
mi atribulada mente, aferrados tenazmente a mis confusas imágenes, que entre
las densas brumas de la noche seguían atacándome mortalmente; como queriéndome
tragar hacia las profundidades de aquellas gigantescas fauces abiertas,
repletas de inmensos colmillos que lanzaban intermitentes embestidas en su
infierno inundado de fango negro, con miles de chimeneas quemando ardiente
fuego desde el fondo y que, uno tras otro, seguían surgiendo incontenibles, tras
voluminosos cuerpos arremolinados y acumulados durante toda esa interminable y maldita pesadilla
nocturna; aquella, donde yo me sentía morir y que ahora, en este mismo momento,
todavía me retienen prisionero en el sitio y no me dejan llegar al baño; dado a
que continuaban los efectos macabros de una resaca de los mil diablos.
Después de muchos intentos, maquinalmente,
tomé el dentífrico. Eché un tanto sobre el puntiagudo cepillo y traté de
llevarlo a la boca, cuando sin quererlo, miré el espejo y allí pude descubrir
una faz descolorida bajo una mata de cabellos desordenados; amarga y desagradable
de aquel tipejo que parecía seguir durmiendo la peor de sus pesadillas. Aún
despierto a media caña:
Estúpido al 1 000%, me detuve un
buen rato y sin quererlo bajé la vista. En esa vasta inmensidad dura y blanca
del límpido lavabo, una diminuta figura se movía apresuradamente de un lado al
otro y parecía estar en una franca competencia consigo misma. Me incliné
pausadamente, porque el espectáculo era increíble: ese ser diminuto, a pesar de
los francos desniveles que a veces la colocaban panza arriba, continuaba su
desesperante marcha con la misma devoción y un leal empeño. Me acerqué todavía
un poco más para poder disfrutar aquella supuesta visión imposible que me
permitiera ver que aquella manchita doble que se deslizaba con mucha premura,
como si ya tuviese un camino escogido previamente. Luego, de improviso, giraba
y cambiaba totalmente de dirección, no sin antes, hacer titilar sus antenitas,
como si estuviera oteando el ambiente y así, poder sobarse esas patitas
delanteras que hacían las veces de manos y proseguí mirando su imaginaria ruta.
Me olvidé del mundo y después de
una observación más detenida, pude apreciar que esta menudita criatura de seis
patas, no alcanzaba ni los dos milímetros de largo; tenía un color rubio, un
tanto colorado, pero seguía patrullando de aquí para allá, procurando evitar el
pequeño desagüe ubicado al centro de la taza. Me di la vuelta para contemplarla
desde otra perspectiva. Y efectivamente, su visión fue más completa… pero, ¡Oh
sorpresa! La muy niña inquieta hasta no más, portaba una pestaña o algo así,
dando una impresión de armada guerrera que iba lista para hacer del enemigo un
anticucho. Pero no, esta chica guapa era incapaz de atacar a un semejante
alacrán o cualquier otra tarántula, por más inmensos que fueran.
Al toque, me convertí en coach,
asistente técnico y juez; pues queriendo desafiar las leyes de la naturaleza,
golpeé fuertemente hasta por tres veces la blanca taza de loza y seguramente
ocasioné un fuerte e inusitado terremoto que sacudió violentamente el interminable
campo blanquísimo de pruebas. El grave susto y su repentina reacción hizo que
nuestra gran atleta suelte su garrocha y dé un veloz inicio a la carrera de
cien metros (seguro era de Camaná City por eso empezó al revés), batiendo todos
los records del momento; luego, sin inmutarse, dio cuatro rápidas vueltas al
perímetro completo del coso, batiendo otra marca, la de los 1, 500 mm, siendo
muy aplaudida por el exigente público (Yoni) que asistía al espectáculo. No
contenta (ni cansada), batió otros records: los 3, 000 y 10,000 cm. lisos. Al
instante, recogió su pértiga animosamente y hasta por tres veces seguidas
intentó saltar el pequeño desagüe circular, de un lado al otro; consiguiendo
doble medalla de oro y tres más de plata.
La solitaria competencia, tanto
en participantes como en asistentes, era todo un inimaginable espectáculo
parolímpico, porque recién reparé que ella solo disponía de cinco patitas y
traté de colocarle una ortopédica, más, hubo tres ligeros inconvenientes: 1.
casi muere la paciente en el intento, porque no había quirófano suficiente para
realizar la operación y mis torpes dedos casi la dejan con solo cuatro patas; 2.
La pierna conseguida era de otra hormiga, pero traída de la selva, de tal modo
que el apéndice hurtado, resultaba más grande y pesado que la misma
paciente; 3. Solo pude conseguirle un
par de muletas tomadas a la prepo de un mosquito voluntario, que después de
estar cojo, llevaba tres horas tratando de aterrizar y el tórax ya lo tenía
hasta las… condiciones que su dureza lo permitía.
Para finalizar esta jornada de la
mejor manera, quiso hacer natación en el mismo court y lo llené de agua
soltando el grifo completamente. Ha ganado las pruebas de 50, 100, 200 y 1200 mm3.
Recibiendo las más cálidas felicitaciones, muchos abrazos y decenas de
diplomas. Solo hubo un pequeño y definitivo inconveniente: para que pueda
participar en el estilo espalda se aumentó el volumen del líquido, casi hasta
los bordes. Mas, cuando se paró para impulsarse se dio la vuelta de cuerpo
entero y desapareció en la extrema distancia que había hasta el piso.
Sin lugar a dudas que ha sido la
mejor muestra de entrega, dedicación y desaparición total; pero acabo de
oficiar al IPD para que le entreguen un departamentito… si es que aparece algún
día.
¡Loor a los participantes
diferentes!
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