Para ser directo y puedan
entender los fronterizos (escala que no te corresponde por ser mi choche y no
digo íntimo por razones de privacidad), la personalidad es la manera cómo
nos presentamos ante la sociedad y no se vaya a pensar, ni mucho menos creer, que
nos estamos refiriendo a la huachafa reunión denominada “presentación en sociedad”,
caso que solo subsiste en algunas mentes muy conservadoras que creen descender de
una rancia estirpe monárquica, como las nuestras, donde el aspirante es un
reverendo hijo de María Chucena, quien dice poseer sangre azul solo porque cada
uno de sus apellidos compuestos o foráneos, costaron sangre, fuego y miles de trafas; siendo originariamente
más cholos que la PM (acrónimo de pachamanca).
Bueno, dando un giro de 90°, y
tratando sobre el tema de la Personalidad en su más pura fidelidad. El asunto en
mención me sucedió en el fabuloso MINSA, donde para conseguir el servicio de
consulta médica demoras tres meses, pero la atención del galeno únicamente tres
minutos; y su servicio completo –como en otros sitios que solo conocemos de
nombre- exige un pago adicional y es dado en sus consultas particulares.
Resulta que, por ser La Casa del Jabonero, donde el que no cae, se jode
mortalmente (porque uno se tira todo el santo día para que, finalmente, seas
desahuciado en un par de segundos).
Quise conseguir una cita en el
consultorio de Neumología, pues estaba con un catarro tipo avalancha, que cada
vez que estornudaba creaba un nuevo lago y la ANA me estaba tirando dedo para
cambiar las babosas aguas del Titicaca; pero eso no era todo, la antipática iba
acompañada con bombos y platillos de seguidos accesos interminables de tos, además
de sus infaltables ahogamientos. Todo indicaba que mi caso más tiraba a
convertirse en una IRA y… efectivamente así sucedió: al toque, ¡gané una ira de
la gran flauta! Hice un esfuerzo sobrehumano porque ya estaba hecho un chupete
de mocos, tras esperar por cinco horas a la intemperie; me acerqué al mostrador
arrastrando mis dos témpanos que tenía por pies y aterido, solicité casi
desfalleciente:
-Preciosa… amiga, podrías darme
una cita?
-¡Qué le pasa a usted, pedazo de viejo verde!
-Guapa, pero si solo te estoy
pidiendo una cita para…
-Conozco tus intenciones… viejo de porquería!
-Mamita… lo de porquería… solo a
ti te pertenece por derecho propio…
Y me retiré muy indignado y casi
gateando; no por la negativa, sino por aquello del reiterado viejo, realmente
me dolió en el alma. Fui directamente al espejo y mirándolo fijamente le
pregunté:
-Espejito, espejito… realmente
soy ese higo seco que estoy mirando y que tiene más arrugas que las agendas de
mi comadre…
Y el maldito, no me dejó seguir
pensando; porque, frío e impertérrito, como nunca, me escupió mi realidad en
plena cara! A estas alturas, estaba muy seguro que ´pensaba´ este desgraciado, luego
de contemplarme y después de haberme visto tan arrugado como un recogido Chis
Tzu, además se desternillaba de risa y muy para sus adentros comentaba con la
objetividad de un limpio cristal:
-Claro, pues, cojudo. ¡Todo esto, que tanto te preocupa, es natural…! Natural
de Huancayo o Carapongo; pero son problemas del alma… del almanaque, de tu ADN,
de tus excesos playeros, de los rayos ultravioleta y, en última instancia, ¡de
la calidad del cuero que te mandas encima! Pero lo de cojudo… ¡estás dando la
prueba más palpable de serlo! Cambia de actitud y orínate en los comentarios.
¡Mas, lo que realmente debe preocuparte es de sacarle la mismísima m a tu vida
en cada segundo, que para eso y solo para eso te ha puesto Dios en este mundo!
Altivo y desdeñoso (otrora) metí
las piernas entre el rabo (figuradamente) y me escondí en mi caparazón; sin
embargo y con la mochila repleta con mis ´prematuras´arrugas otoñales me puse a
“ver” la TV, justo cuando el Dr. Esculapio Dermátez daba una charla sobre los
milagros del Botox. Poco a poco le presté atención y allí supe que la Toxina
Botulímica se inoculaba para desparecer, como por encanto, “cualquier tipo de
estrías”. Eureka!
–Hasta que encontré mi solución…
a ver si después me sigue diciendo: -viejo… y verde, todavía! Iré a la Clínica
de Dermatología!
Totalmente desesperado por hacer
desaparecer esas malditas cincuenta arrugas de mi rostro (pues las había
chequeado con espejo en mano), me puse en manos del especialista, quien me juró
dejarme la cara tan tersa como teta de monja doncella. Llegó puntualmente la
fecha de retirarme los ochocientos vendajes que cuidaban las cincuenta inyecciones,
los treinta amarres y los veinte metros cuadrados de cuero extraídos y,
conforme avanzaban los retiros y desprendimientos de los apósitos dejados, mi
curiosidad aumentaba en proporción a mis pataleos que espantaban a las
enfermeras y demás personal auxiliar que ya intentaron por tres veces salir
volando de la estrecha sala. El incontrolable ataque de pánico se puso espeso y
regresó con mayor entusiasmo: las patadas continuaron a tal grado que me ataron
fuertemente a la cama donde me habían depositado para la inauguración del nuevo
pellejo facial y se necesitó de cinco inyecciones de Trankinol para dormirme.
Desperté amarrado y no recordaba
el motivo. Dijeron que ello era para que no me destrozara la cara, pues recién,
después de diez días, vería los resultados. Estuve sedado y en las sombras por
una semana y solo me despertaba cuando, entre cuatro enfermeros, me metían a la
fuerza la aguja de 20cm para colocarme suero y una docena de hipnotizantes. Por
fin me levantaron con una camisa de fuerza colocada entre diez auxiliares y me
trajeron un nuevo espejo de cuerpo entero. Había rejuvenecido 20 años y estaba
más contento que un mono bien mono. Le di gracias al cirujano y lo primero que
me vino a la cabeza fue dirigirme nuevamente al módulo de citas y que me viera
así de planchadito, aquella fulana, pero… más sosegado fui a la consulta del
galeno para cancelar sus honorarios. Pero esta vez, salí totalmente depre
después de recibir las últimas recomendaciones del cirujano:
-Seré muy sincero con usted, este estiramiento facial es uno de los
mejores que he realizado, pese al tipo de mula que hemos tenido como paciente,
que es usted, con todo respeto; pero siento decirle que solo le va a durar seis
meses como máximo… después le haremos lo mismo…pero como como sabemos lo que es
un rencauche, este requiere de más trabajo y el apoyo de un equipo más completo
de especialistas, sobre todo, siendo su caso tan especial para retirar las
vendas, es así que tendrá que aumentar el precio del servicio!
-Y… ¿A cuánto asciende todo el
servicio completo?
-Aquí no hacemos esas cosas… mi estimado! Esta es una clínica muy
respetable y…
-No. Digo Dr, ¿cuánto va a
costarme el rencauche?
-Yo calculo que será… por lo menos, el doble de lo que ha pagado en
euros y solo por la mucha consideración,
ya que se ha convertido en un cliente A1 y lo puede cancelar previamente en
dólares americanos. Así que… tendrá que volver repetidamente al quirófano… más
no se preocupe…
-Fruncí el ceño como nunca lo
había hecho y nuevamente aparecieron otras veinte arrugas que acentuaban mi reconocida
personalidad. ¡Qué caray! ¿A mí con más arruguitas?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario