En la Clase del 5to. “F” todos
sabíamos que nuestro “Filamento” era el alumno más flaco y largo del cole; choche
incapaz de hacer un hilito de sombra debido a su extrema delgadez a pesar de su
1.85 cm y solo alcanzaba a las justas los 59 kilos de peso bruto con sus
borceguíes puestos N°45, con doble suela y punta reforzada de acero, y se ponía
usualmente una gruesa casaca tipo Michelín para que pudiera ser ubicado en la
primera carpeta, su sitio predilecto. Este larguirucho flaco, sin embargo, era
el amigo más amigo de toda la sección:
-¡Oe… Fila, necesito los problemas resueltos de la maldita Trigo del
Cuche, pa´mañana!
-¡Sale, cuñau!... Cuñau por mi hermano… jej, je, je.
-¡Filito, contestas por mí en la lista del Colorado de Educación
Física!
-Y si después me tiran dedo… porque tú tienes una voz de chibola
ajustada… jua, jua, jua.
En realidad, no había ningún
impedimento o disculpa por parte de este Pan de Dios, ante cualquier tipo de
necesidad o urgencia que se nos presentara a cualquiera de los malditos del
5to. “F”. El “Fila” era choche entre los choches, pataza de todo el mundo e
incapaz de pronunciar la palabra no. Más, en la clase, nunca supimos acerca de
su jato o sus padres, pues siempre decía que vivía con unos tíos, allá… muy
lejos del colegio; tampoco supimos que tuviese algún otro amigo fuera del
salón; mucho menos de tener su chibola como todo el mundo y siempre nos
respondía igual ante cualquier insinuación, al respecto:
-¿Y cuándo vas a dejar la manuela, Fila? Ya debes tener callos en ambas
manos, ¿nooo?
-¡Mira… miren, wones, están peladitas y muy invictas…
A la mañana siguiente,
tempranito, estábamos en clase de Mate, pues el “Cuche Montesinos” era nuestro
profe… un tipazo: derecho, puntual y juguetón como ningún otro maestro a pesar
de ser exigente en la materia: -Cuchicitos,
mañana, ya van a estar en la calle y todo lo que hayan podido aprovechar de su
colegio le va a servir mucho…Así que… ¡estudien, estudien y trabajen duro!
-¿Y para qué me va a servir la Trigonometría en la calle? ¡Ya lo
agarré, profe, ¿o nooo?!
-¡Safa, safa… oye Botellón de ron… de quemar! ¡Cómo se ve que todavía
no has captado nada de lo dicho en todos estos años… Sí, pues… sigues siendo
tan “Mariano” como en el primer grado. Ya sé que nunca vas a postular a la U… y
que esta signatura poco o nada te va a servir, pero ella, aunque no lo creas,
me ha servido de disculpa pa´hacerte ordenado, limpio y buen hombre… que es lo
que más interesa finalmente; así que, Cuchicito, poco te falta pa´acordarte de
mí, todita tu perra vida… Así que ¡para las orejas! Bueno, bueno, mis queridos
cuches de dos por media luca, la próxima semana es el examen final y necesito
un voluntario…
-¡¿Pa´qué, profe?!
-¡Pa´que sea el paje de mi señorita hija y la acompañe a su baile de
promoción!
-¿Por cuántos puntos, profe? Soy capaz de sacrificarme… porque creo que
voy a jalar Trigo…
-¡Tu, y´estás muerto, hijito! ¡Anda, nomás, anda! Que, de todas, nos
vemos en enero…
-¿Y yo, profe? Usté sabe que para la Trigonometría no he nacido…Puedo
hacer un esfuercito…
-¡Considéralo un hecho… tampoco la vas a aprobar! Además, yo quiero un
cuche bien plantau, que pase piola y no tú, Chato, que inclusive con escalera
de dos metros, le vas a llegar a las… solapas de su abrigo… ¿Quéee no hay otro
voluntario? Ustedes se la pierden…
-¡Profe, profe, el Piojo López, quiere; pero se chupa! El quisiera…
-¡Ese piojito, solo sirve pa´darle a la pelotita! Hasta creo que duerme
con ella… ¡Que se chupa! También lo sé… chupa como capero en fiesta grande…
¿nooo? Qué vaaa… él insiste que solo
chupa… caramelos. ¡Rellenos con pisco deben estar!, ¿nooo?
Y la clase entera soltó una
risotada a todo dar y como siempre los más aventados ya estaba a punto de caer
al suelo por tanta risa. Pasados unos instantes, el profe, levantó la tiza,
señal inequívoca que exigía silencio y repitió:
-¿Quéee no hay otro voluntario? Ustedes se la pierden…
-¡Que vaya el Filamento, profe! Fue el clamor general de toda la clase.
Ambos se miraron como nunca.
Acaso se podía entrever una desconfianza mutua entre el maestro y su mejor
alumno. Todo el salón lo advirtió al instante y volvió a insistir:
-¡Que vaya el Filamento, profe!
-¡Está bueno el forro pa´la tela!
-¿Cómo has dicho, oye cuche? ¿Tú la conoces a mi hijita?
Y cogiendo el borrador de
pizarra, desde su puesto, junto al escritorio, lo lanzó justo en la frente del
“Cabez´ewaype” Delgado, que se sentaba siempre en las últimas carpetas,
acertando una vez más con una precisión milimétrica; solo que esta fue la única
oportunidad que después de haber lanzado su efectiva “llamada de atención” para
escuchar su clase, se dirigió muy ceremonioso al Fila y le dijo:
-Señor, Extremadoyro, por favor, ¿podría tener la gentileza de
acompañar a mi señorita hija el día sábado a las siete de la noche?
-¡Con mucho gusto, señor profesor! Allí estaré… en punto.
Pasaron los años y nos enteramos
que “El Cuche Montesinos” se sentía mejor que nunca por la tarea pedagógica
realizada; porque el Fila, ahora era su yerno, quien era considerado como el
mejor catedrático de físico-matemáticas en la universidad.
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