miércoles, 24 de abril de 2019

LA DIETA NUESTRA DE CADA DÍA



Hoy en día, gracias a las recetas alimenticias que nos endilgan como supositorios por condicionamiento rectal a cada minuto vía TV, gracias a convincentes “especialistas” (improvisados comunicadores), quienes juran y rejuran por su santa madrecita y discretamente empujados por generosas aceitadas de honrados imperios mercantiles. ¿Y cómo los introducen? Afirmando dramáticamente que cada uno dispone de la verdadera fórmula mágica y de última generación, puesta al servicio de fervorosos panzon@s, arrentidos obes@s y/o inconfundibles chanch@s, o sea nosotros, los eternos wones. Pero además no solo es cuestión de uniforme, si no que además fungen de acertados médicos dietistas, infalibles nutriólogos o experimentad@s nutricionistas; aseguran -sin desparpajo alguno- estar especializados en seguridad dietética, Implantación alimentaria o ser consumado bioquímico nutricional, etc.etc. dejando al inflado público con unas ansias irresistibles se convertirse al toque en esqueleto andante, generando en este pez globo un irresistible hambre capaz de comerse enterita hasta la flaca modelo de la propaganda; pero lo peor viene a continuación porque con tanto lavado de cabeza, uno queda hipnotizado como verdadero chancho frente un espejo… y decide rotundamente, que ese, es el último día de opíparas comilonas, terminando por zampase dobles y triples raciones… sabiendo –muy en el fondo- que es la 13ra. fallida intentona… para después quedarse toda esa noche buscando otras infames dietas, desgraciados menús o increíbles jugos quema-grasa; hasta que una vez más jura por los toda su desbordada globalización renunciar a los ayunos carnales; digo, cárnicos; decir chau a los carbohidratos y ni siquiera escucharla musitar al oído ¡Azúcar! a la gran Celia Cruz; o ceder -en contra de su voluntad-, todos los paquetes de pan al esquelético “Bobby”, que para ladrar tiene que tomar vuelo; y lo peor, desistir del mejor keke, el de la Soiffer, que preparado al natural, es una delicia. Más, en último caso, solo queda recurrir a la medicina vernacular: la Dieta del Lagarto (la firme), La Yesoterapia, envuelta al mero hocico. Hasta terminar con lo último en tratamientos, las milagrosas bandas; siendo la más recomendable para colgar la cuchara y desechar el sebo al instante: la Banda Faríngea, por ser novísima, económica, de fácil aplicación e inmediata recuperación. Si no veamos su amigable secuencia y los positivos resultados a obtener:
1.       Una vez logrado amarrar voluntariamente el paciente a una silla eléctrica (solo para que sude como chancho), y ponerle una capucha hecha con costales de guano de isla, por tres horas seguidas, pues el sujeto deberá alcanzar un estado cataléptico hasta lograr la inmovilidad absoluta de su molino masticador, sin recurrir a ningún tipo de anestesia y tan solo por medio de una persuasión inducida a punto de combos para bajar costos al mínimo;
2.       Luego de sortear estos pequeños inconvenientes, colocarle amorosamente un collarón metálico (25 cm. de ancho), alrededor del cuello y con el sujetador calibrado menos dos centímetros del diámetro pescuezal y luego, cada noche, acortar dos centímetros más; si se pudiese tres o cuatro sería mucho mejor, aunque (está recontra probado), que se puede correr el riesgo de tener nuevos precursores locales en medicina nutricional;
3.       La única contraindicación descubierta en los cadáveres prototipo fue que, si bien el paciente dejaba de comer al toque, y una vez ajustada la faja de aluminio, en algunos casos de obesos involuntarios, su epiglotis se escondía de puro miedo y los pulmones vomitaban agua después que esta se filtrara libremente por el otro conducto, nunca tuvimos un caso de muerte por falta de líquido. Finalmente, ya está comprobado que, con este método infalible. en tres días, se puede bajar hasta 10 kg. Y en 10, puedes bajar a visitar a tus venerables difuntos; pero eso sí, quedarás tan esbelt@ como un cabello de ángel y con una silueta para que se mueran de envidia tus más íntim@s.

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