lunes, 29 de abril de 2019

LA DIETA NUESTRA DE CADA DÍA (II)



Sin embargo, acabo de descubrir otra alternativa para hacer desaparecer aquellos 20 rollos, que, en uno de estos seres prodigiosos por su invariable perfil de trasatlántico, sus gorditos solos suman 80 quilos: 15, entre la papada y el cogote; 20, en cada alforja colgada en la retaguardia; 25, en la panza, que precisa de una carretilla doble fondo para poderla cargar discretamente, más 50 kilitos de la anterior existencia, lo transforman automáticamente en un feroz bulldozer tipo AAA de 5 toneladas y con la palanca de retro trabada. Bueno, este ayuno propuesto resulta altamente efectivo, por lo tanto, muy recomendado especialmente para ejemplares de alta gama, mejor diente y de comedor exclusivo que, por el peso, se siente de otro level (big container), podemos recomendarle concurrir a los grandes restoranes donde solo sirven platos de la novísima cuccina: la alta mesa o la fusión de fusiones criollas; es decir, hablamos de la cocina gourmet, donde te sirven una migaja y pagas un huevo de plata; a cambio, y con el pasar de los años, debes estar convencido que con tu sacrificio te va a proporcionar dos cosas:
a)       Que, si bien puede ser tu maldita y última oportunidad para perder voluntariamente lonjas porque, después de haber visitado veinte especialistas te han sangrado por todo el puerco y ya has quedado chihuán; por lo tanto, estás convencid@ (ojo que digo estás; no que eres) un@ reverend@ puerc@, y no gracias a los halagos de tus choches, quienes nunca te van a decir lo redond@ que estás; mientras que en su interior están que se mean de la risa y todavía comentan para sí, apenas te ven: “ojalá que reviente est@won@”;
b)      Que la próxima vez (la última, dirás), tengas la suerte de encontrar un verdadero nutricionista, nutriólogo o chamán recibido (good luck), hasta hallar aquel profesional que te exija, para empezar, todo tipo de análisis: de sangre, grasa, masa corporal; carácter, personalidad, sexo, tipo de dieta usada; filo, trago, aficiones, desviaciones (si te tiras doble plato con la trampa); y principalmente tu metabolismo y el (los) sitio (s) donde te mandas tus clásicos “bocaditos de a kilo”; para ver la cantidad de carbohidratos que te zampas con cada cochinada que sueles meterte en los patios de comida, en tus huecos caleta, huariques y carretillas; porque, tal como vas, con ese filo de sierra de  aserradero clandestino ya estás en camino a ser socio vitalicio del Club de los Obesos Oprimidos.
Finalmente, en caso de no haber obtenido bajar ni un gramo tus 99.9 kg, debes cargar una lonchera, un maletín o una conservadora (en tu caso), para llevar tus alimentos sanos preparados por tus manitas en casa; aunque esto signifique levantarte a las tres de la mañana cada día (y no veas tv antes); haber comprado insumos orgánicos (en lo posible), y superar los inconvenientes iniciales por la falta de práctica y te vayas a cortar tu órgano… táctil. Eso sí, nunca hagas cólera por algo que no lo conseguiste, esto aumenta tu ansiedad, se reinicia el círculo vicioso y terminarás comiendo hasta los platos de fiesta creyendo que son de cartón; sin embargo, tampoco le pongas mucho empeño ni publiques resultados en la pared del comedor, porque a la mañana siguiente, saltará tu costilla principal y… ta, ta, ta, taaa… Primero te pedirá que aumentes unas pequeñitas raciones más… para ella (obvio); luego, para su vieja y tus cuñaditos, y pronto vas a resbalar en el chiquero de siempre… porque aumentarán tus ansias y tu desbandes orgiásticos… de comida chatarra y lo peor, quieras o no, terminarás en el consultorio de ese especialista, experto en prometer bajarte el mondongo a cambio de una faja… de una buena faja de verdes… ¡Su verdadera  especialidad!


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