A pocos días que la aguantada
jauría nacional ha festejado en forma doble y triple (y sin forro) El Día del
Amor; resultando la gran faena anual para el sector informal: desde los dedicados a
la venta de ropa íntima, perfumería y joyas; así como la feria de ferias para
la adquisición de los demás adminículos
propios de esta fecha súper hot: consoladores XXL y muñecas venecas infladas; así
como viagra por camionadas y azulitas por toneladas; además de otros
afrodisíacos más precarios, pero recontra efectivos: Chuchuhuasi reforzado,
Huanarpo Macho XXX, Rompe-calzón en gel, etc. etc. Inclusive, yo solo me había
premunido de un mollejón (afilador o sacapuntas) para mi escritorio desde el
miércoles 13… por si pasaba algo… con mis lápices.
En efecto, pasó; porque a los dos
días había conocido una rubia excesivamente impresionante: 95-60-120, toda ella
muy coquetona, directa estando en pelotas (supuse). Le había hecho una gauchada
en la jefatura y ella había regresado a mi oficina por tercera vez, hasta que
no pudo reprimirse:
-¡Oiga, jefe, yo… quiero agradecerle por haberme hecho el favor…
realmente es usted…
-¡No, no es nada! La cosa estaba
en mis manos y qué mejor si podía darte un empujoncito…
-¡Gracias, mañana es una fecha muy sugerente para mí! Te invito a Las
Cucardas esta noche… Toma mi tarjeta y si te animas, me llamas para dar unas
vueltitas… ¡Chao!
Lo cierto es que, por la noche,
estábamos en el sitio conversando animadamente, apoyados en la barra e
iluminados por esos destellos rojos intermitentes que la hacían más atractiva.
Nos servimos largos tragos y esa sonrisa suya invitaba a otras cosas; luego
bailamos entre muchas bromas, risas y sugerentes insinuaciones por ambas partes.
En un instante, logré besarla y tomarla apasionadamente hasta hacerla caer
rendida entre mis brazos.
-¡No, aquí no! ¡Vamos a otro sitio… más íntimo, más personal…!
-¡Ok. tengo un depa… donde vivo!
Si deseas… Mi coche está listo, ¿vamos?
Guardé el carro y subimos por el
ascensor sumamente acaramelados y dispuestos a entregarnos mutuamente. Bebimos
un par de copas más y luego quiso que le muestre los interiores, mientras me
tomaba amorosamente de la mano y acurrucándose sagazmente sobre mi pecho, llegamos
al dormitorio y me pidió el baño por un momento. Mientras tanto, coloqué música
romántica y el ambiente estaba a media luz. De pronto, hubo una aparición
fantástica: ahí estaba ella, casi desnuda, mostrando una ardiente imagen propia
de Playboy: unas sensuales y atrayentes curvas destacadas aún más por efectos
de la contraluz venida del baño. Ella, atrevida en extremo, se iba acercando al
compás de la envolvente música y ya no hallaba el momento de poderla tenerla a
mi lado entre los perfumados pétalos de rosa dispersos sobre todo el lecho.
Pero en verdad, lo que vino, fue
todo un espectáculo propio de un nuevo striptís, pues ella se depositó muy suave
y sensual a mi lado, entornando sus largas pestañas que me fueron envolviendo más
y más dentro de un suave velo de deseos imposibles de aguantar. Seguía
estúpidamente arrobado dentro de esa visión espectacular tanto, que me permitía
seguirla paso a paso, al punto de mandarme:
-¡Solo espérame un instante! me dijo tierna y casi susurrante…
Luego, cuidadosamente, iba
realizando una serie de hechos inusuales que me empujaron a despertar de mi
enamorada visión. Primero, se llevó suavemente su brazo hacia el fino y
aterciopelado rostro y se quitó las frondosas pestañas; luego, se volteó y
descaradamente se quitó el ampuloso brasier y prácticamente quedó plana,
aplanando por completo mis ilusiones; más la cosa no quedó allí, enseguida, se
quitó la prótesis que completaba su miembro derecho, dejándome frío como una estatua;
pensando luego qué pasaría con su inquieto derrier ante su próximo abandono…
-¡No te preocupes más cariño… solo falta una cosita…
Y de un golpe, se quitó el
descomunal casette dental y apareció un profundo vacío en lugar de esa
maravillosa sonrisa que tanto me había conquistado… junto con todos mis fracasados
devaneos por tenerla y, por Dios, que tan imprevisto retaceo, a mí, me dejó
desarmado.
Seguramente que ella tampoco
aguantó mi extraña reacción cuando prendí la luz: asustada y muy apresurada,
efectuó nerviosamente una veloz operación rearmado; al punto de haber dejado tirados
sus verdes lentes de contacto sobre la inmóvil mesita.
Hace un par de días, he renunciado
definitivamente a mi taller acelerado de robótica, y hoy me siento full crazy
por tomar tan repentina decisión; pero, al toque, me imagino con una prótesis
espectacular para ser la pareja ideal de estos tiempos y me sonrío; mas creo
que, para recuperarme totalmente, debo volver a mis iniciales rompecabezas de
triplay.
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