domingo, 10 de febrero de 2019

LA VERDAD DEL YOGURT GRIEGO: LA ILÍADA II



Mientras tanto, Aquiles seguía ocupado sacándole punta a su Kopis de combate para la lucha cuerpo a cuerpo y se mostraba renuente a meterse un clinch contra los troyanos, pues sabía que estos eran unas bestias metiéndole a la espada y disparaban gratuitamente unas flechas de dos kilos con una efectividad del 99.9 %; además, en ese momento, se hallaba metiéndole diente a un apetitoso lomo fino de nombre Briseida que lo tenía preso en otras lides más íntimas, apetecibles y beneficiosas en su quincena de descanso, Aquileo fue a darse un remojón en el Egeo, circunstancia que aprovechó Agamenón, hermano de Menelao, para robarle a su favorita Briseida, razón suficiente para que el titán “El de los pies ligeros” llore amargamente y se rehúse a combatir a favor de los griegos.
Habiendo arribado con tantas naves que llegan a oscurecer el horizonte y en un momento las tranquilas playas de Troya revientan de jefes y soldados venidos de toda la Hélade. Al amanecer, un heraldo se aproxima a las inexpugnables murallas de Ilión y llama a grandes voces al joven y atrevido Paris, quien, cumpliendo con su deber de hombría, se mete en su lugar favorito: bajo las faldas de su Helena y su hermano, Héctor, tiene que salir a defenderlo para no hacer quedar mal a la casa y se arma la tole-tole. Aquiles se entera que su querido primo hermano, Patroclo, con su armadura puesta, fue ultimado por Héctor. Monta en cólera, El de los Pies Alados, monta su carro y va a montar a Héctor (metáfora de Homero). La lucha es cruenta, pero su Madre, Tetis, lo hace desaparecer en aquellos instantes que está en grave peligro. Mata a Héctor y su cadáver lo arrastra alrededor de las dolientes murallas porque tampoco pudo contar con el cuerpo de su primo muerto. Continúan los enfrentamientos y se suceden los triunfos y las derrotas para uno y otro bando. Así, el General Komandrakos asesina, sin quererlo, de un certero hachazo en el índice derecho de su enemigo justo cuando estaba por sacarse una legaña de dos kilos. El jefe de los arqueros troyanos, Infallakus, dispara, con un solo tiro, dos flechas a la vez; porque es estráviko.
Este hermoso relato hecho en 24 versos hexámetros, versa sobre los 51 últimos días de la Guerra de Troya, que en total dura diez años, termina relatando la reconciliación entre ambos protagonistas dolidos: el prodigioso Aquiles y el acongojado padre Príamo. Sin embargo, la generalidad de publicaciones locales y, especialmente los textos escolares informan “acertada y verazmente” que la ILÍADA termina con la estrategia creada por Odiseo o Ulises, quien hace construir un gigantesco caballo de madera (porque la tortuga inicial les salió muy pequeña y lenta), y en su vientre se esconden un grupo de aguerridos soldados y una vez dentro de las inexpugnables murallas de Ilión, abren las puertas de la ciudad, ingresan las ingentes fuerzas griegas y acaban con las huestes troyanas, ebrias de triunfo y suficiencia. Pero, para dar cumplimento a los designios del hado, Aquiles, durante el asalto, es flechado en su única parte mortal: su talón; muere después de haber matado quinientos mil troyanos con la mano izquierda; y con la otra seguía chapando a las vestales del templo. Mientras tanto, el “valeroso” Héctor, con un grupo de guerreros troyanos, huyen por un pasadizo secreto junto con el Príncipe Eneas para dar nacimiento, posteriormente, a otra inmortal obra: La Eneida; pero esta es otra historia.


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