martes, 1 de enero de 2019

EL DAVICHO DE MICHELANGELO



 Sin lugar a dudas que aquel viejo relato que aún cuenta sobre aquel humilde pastor quien, armado tan solo con una maldita e infalible  honda, tiró abajo al gigantesco Goliat; pues esta epopeya tan espectacular como increíble se hubiese perdido entre los arcaicos polvos del tiempo, sin embargo, aún permanece tan fresco como las diarias pasadas de waype metidas en el Chongreso; empero, quién no recuerda, dentro de esa fabulosa gesta, al humilde pastor cuyo mote entre sus choches era: “Davicho, El Tiro Loco”, sabiendo que su honda hecha con el cuero de los genitales de su chivo padrillo (para no perder puntería), escribiría (es un decir), una de más las sublimes y heroicas páginas de la Biblia. De la misma manera, Michelangelo Buonarroti, dando un certero y genial golpe de gracia cinceló su fabuloso David (1504), para posteriormente, dada su majestuosidad, colocarlo en la Piazza della Signora, junto a la puerta del lado derecho del Palazzo Vecchio y pasó a la posteridad para el asombro, incredulidad y expectación de todo el mundo gracias a la magnificencia y perfección de la monumental obra.
Bueno, como ya es costumbre, os haré conocer algunos datos Top Secret, gracias a otra de las traducciones de los rollos del Kun Ram acabados de recibir:
Si bien es harto conocido que Michelangello era un tipo sumamente angelical: espeso, endiabladamente enjuto; introvertido como un chivo con estrabismo, más terco que una mula echada; aparte de malcriado y boca-sucia (capricho de todo aquel que se cree artista) y que él las elevó a su 10ma. potencia; todo porque le ganó el concurso de efectuar esta obra al mismísimo Leo Da Vinci y desde allí empezó a tenerlo de hijo putativo. Pues, según reza en el rollo N°3, resultaba que, por más de 40 añitos, en un depósito de lanas había estado guardado (?) un gigantesco bloque de mármol al cual varios otros escultores solo lograron hacer doble forado: uno en el bloque de mármol y otro en el bolsillo del Papa Giulio II.  Sin embargo, Maycol (para que nos resulte más íntimo), piconazo hasta las patas, le dijo a Leonardo, sacándole cachita y con su combo de 10 libras bailando entre sus dedos:
-¡Mio caro amico Leo, vos decís que para hacer el David necesitáis dos y tres bloques! ¡Estáis hasta vuestro caviar, es decir hasta las huevas… de esturión! Pues, a pesar que este bloquecito de Carrara lo han traído entre cien hombres y tiene más de quince pies de altura y solo han logrado hacerle un hueco con veinte palmos de diámetro… yo me lo tiro huevos y todo en tres añitos y os vais a quedar con el hocico tan abierto como el de un hipopótamo bostezando… así que… ¡Arranca, arranca en una! Que aquí está el cappo de cappi… el que conoce más de hombres… anatómicamente hablando, digo… pa´los sapazos.
Y efectivamente, después de haber terminado La Pietá y a pesar que el Papa Giulio II lo tenía de punto, porque estaba jode que jode con los 12 personajes para su mausoleo, Maycol aceptó el encarguito, pero antes hizo construir un cerco de 4x4 alrededor del gigantesco mármol a prueba de curas y demás porcos oletes de Firenze (Florencia), no dejando ni un pequeño resquicio para  que se copien su estilacho y su peculiar manera de atacar a “el gigante” bloque. Una vez adentro, (del corral, se entiende), Maycol se decía a sí mismo: -¡Pensá, pensá; pensá won, que ese hueco está jode que jode… y seguía dando vueltas y más vueltas como un perro salvaje enjaulado alrededor de ese blanquíssimo témpano en el centro de su improvisado taller. Y como siempre, siendo un genio de la Madonna, tomo su comba de diez libras y su prodigioso cincel, mientras seguía parlando solo como si estuviera frente a un espejo:
-Io sapere que estai sconditto…! ¡Davicho, presto salire! ¡Prego!
 Y el blanquíssimo bloque seguía mudo e impasible (como tenía que ser), pero el genio es genio y seguía entonando la misma tarantela. Con tantas vueltas dadas el circuito, este ya tenía tres varas de profundidad y le llegaba hasta las rodillas; cuando, de pronto, se le prendió el cirio (no había foquito todavía) pero con la diferencia que encendida, iluminó completamente hasta los recovecos de su ingenio y aparecieron sus cálculos cual si fueran una proyección virtual y ya su obra estaba completamente diseñada en sus visiones, hasta lograr perfección en las partes más íntimas de su insigne personaje (especialidad de la casa); sin embargo, no todo es perfección y el cappo, tiró su mandil de cuero sobre el piso y se recostó dubitativo hasta la barba, se puso piensa que piensa en los tres grandes problemas que ya le estaban carcomiendo hasta las entrañas: 1. Por una parte, esa inmensa roca de mármol era considerada vieja e inservible (como la fulana que le llevaba el almuerzo los domingos y se quedaba, mirándolo anhelante, hasta el desayuno del lunes siguiente), porque había permanecido oculta por más de cuarenta años en un sitio húmedo y oscuro (la pieza de mármol); luego, el genio temía que al primer golpe se trozaría en mile trozos y con ello, la fama ganada terminaría en otros mil pedazos; 2. Si bien sus planos estaban concluidos en su prodigiosa mente, no sabía cómo empezar a esculpirlo: 2.a. por la cabeza, muy difícil porque su David debería ser cabezón dada que la perspectiva vista desde abajo le daría un aire de un gigante pero con la cabeza de chorlito; 2.b. por el centro, tampoco; pues el hoyo coincidía con el mismísimo poto y se podría prestar a muchas conjeturas (para el David); y 2.c. por las patas, menos; pues quería emplear su novíssimo contrapposto; es decir que tutta la efigie descanse todo el peso de su composición sobre una pierna y con ello lograría una expresión insólita, bella e incomparabile. Otra vez se puso piensa que te piensa y empezó a caminar cabizbajo pero en sentido contrario y en un círculo mayor para tapar el primero (capricho de genio); luego de tres amanecidas en el mismo plan y teniendo como única compañía a los versos de su amada Vittoria Colonna, más la ingesta de dos barriles del vino de consagración, se le prendieron fugazmente tres teas a la vez (así se nos da en los genios, después de tres botellas de anisado), y brotaron como por arte de magia las soluciones: A) Cerró los ojos, pujó con toda su alma y se santiguó con la comba en mano y al empezar a santiguarse quedó totalmente privado, quedando firmemente abrazado del bloque; B) Solo le quedaba hacer coincidir el hueco con el vacío que quedaría debajo del brazo doblado hacia arriba sosteniendo su honda; caso contrario, su David, quedaría mocho, es decir, totalmente castrado y él quería hacerlo armado porque también representaría la virilidad del popolo firenze; C) El contrapposto sólo sería posibile recargando la figura hacia el lado derecho y con ello se lograría la perfecta armonía entre los tres elementos básicos: el anatómico, el funcional y su espíritu indomable de triunfo tanto como el de sus expectantes fiorentinos. Es así como realmente triunfó el arte de tan magno genio… y empezó por dar los primeros certeros golpes sin tener siquiera un molde o una maqueta preelaborada. Maykol chapó su comba de 10 libras que ya tenía callos, sacó doble filo a sus prodigiosos cinceles y con solo un toque genial ya estaba bosquejada la inmensa cabeza; pero no contento como siempre, se le presentó un nuevo problema: ¿cómo haría para que la expresión de ese rostro pudiera captar el desafío, la altivez y triunfo a la vez? Maykol bajó de su andamio, chapó tres odres de vino y regresó por un cuarto (por siaca) y se puso a… solucionar: -¡Pensá, pensá, pensá won! Que allí está la clave… y como siempre, encontró la solución después de chuparse tres odres de refuerzo: “Si bien la cabeza y la mano derecha deben ser un poco más grandes… debe haber otro detalle que llame mucho más la atención del espectador: lo voy a hacer enteramente calato… tal como lo parió su madre, aunque con un tamaño menos natural; no porque a su David le faltaran hue…sos, sino porque con sus miserias al aire y sin circuncidar a pesar de ser judío, iba a captar toda la atención del popolo masculino y dejar con las ganas al femenino. Un genio de genios.

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