sábado, 5 de enero de 2019

AFRODITA DE MELOS



Con toda seguridad, my dear choche, que este jónico nombre te resulta más extraño, que la suelta afirmación, que desafía toda lógica, al suponer que un congresista es un ente pensante; y lo peor, que además puede ser… honrado, probo o culto; aunque con cada uno de estos hijos putativos de María Chucena, ya se sabe que, por casi, doscientos años, son puro bla, bla, bla; bururú o floreo y que debido a su carencia de tallo cerebral, solo han aprendido a repetir, como un loro, el término pro-meter en dos acepciones: pro bolsillo y meter cabeza en lo poco que consiguen con la mano derecha y luego se lo tiran impunemente con la izquierda.
Pero, volvamos a lo del nombrecito de miércoles… aquello de afrodita, creo (ojalá) que es por todos recordado como el que corresponde a la diosa griega de la belleza y del amor; aunque todavía se sigue buscando afanosamente, otra versión muy apetecida y fatalmente desaparecida: Afrodita Recogiendo una Moneda; empero, existen otras tantas afroditas: la de Capua, la de Médici o esta, la clásica de Melos o Milos. Bien, pero en este caso, el título que figura al inicio es el alternativo de la conocidísima Venus de Milo; luego, supongo que también les resulta archiconocidísima, per tutilimundi, su trágica historia envuelta entre misteriosos e ignotos velos, increíbles anécdotas y encantadas leyendas que inicialmente llegaron vía oral, de padres a hijos y de estos a los propios descendientes en todas las latitudes; sin embargo, y dando cumplimiento a lo prometido en la publicación anterior, paso a referirles lo recientemente descubierto, luego de haber descifrado los nanofilmes llegados a nuestra ultrasecreta conexión HD 8k, con protección VPN-Cifrado Militar- Hide My Ass – y que, con mucha cautela se las hago conocer tan solo por ser mis choches de la Gran Logia Mística; y además, solapa, se las paso y son las siguientes:
Según refieren los últimos manuscritos descodificados por nuestro Champollón local; efectivamente, este incomparable modelo de perfección femenina fue descubierta casualmente por el viajero francés Jules Dumont d´Urville a inicios del SXX en plena guerra entre franchutes y otomanos. La colosal pieza estuvo enterrada en un viejo establo de cabras y que cuando este explorador estuvo allí por una urgente necesidad corporal y no disponiendo ni siquiera de una piedra para efectuar su higiénico sellado, exploró y exploró en la tierra, esperando hallar algún auxilio que le permitiese limpiar su… imagen; cuando, de pronto, tocó algo sólido. Hurgó un poco más y descubrió una perfecta manzana; quiso sacarla para acabar su cometido y no pudo arrancarla porque estaba sólidamente pegada a una mano y, esta, a un brazo y ese brazo… hasta que no tuvo otra opción que llamar al dueño del establo y decirle: (traducción, sabiendo que no tiras ni michi de francoise, mon amí).
-¡Oye, Yórgos Kendrotás… mira lo que acabo de hacer…!
- ¡Porco di merda! ¡Échale tierrita, por lo menos…!
-¡No, tarado! He descubierto una fabulosa escultura clásica… No sé si sepas apreciar belleza, pero realmente esta es una incomparable obra de arte… así que como yo la he descubierto… ¡Me la tiro y luego me la llevo a Francia!
-¡Un momentito, Miguelito! Yo la tenía guardada allí tan solo por un par de semanas… para su mejor conservación. Pronto vendrá un comerciante Turko… ¡Ya hicimos el trato! Así que… déjala allí, echadita… que ya está vendida. ¡O vuáaa!
Y el franchute, que ya se había enamorado perdidamente… de la manzana, pues parecía de oro, entró en cólera, se subió los pantalones, se limpió… las botas, chapó el bastón y su sombrero de copa y emprendió una furiosa retirada; no sin antes hacer alusión a toda la generación del maldito pastor ignorante, blandiendo una iracunda mueca de desesperación y luego, partir, misma locomotora, echando humo por todos los frentes.
Y también todas esas semanas fueron de una pesadilla atrás, digo, atroz para el pobre pastor de cabras; pero… pero en sus maliciosos ojillos brillaba una nueva luz ($$$) y ya se frotaba mañosamente las manos lucubrando cómo podía hacer para centuplicar el monto ofrecido. Y así pasaría semana tras semana hasta que se le enredaron los brazos en un imposible nudo ciego y se olvidó del asunto.
Pero, en Francia, el excéntrico y enamorado descubridor de aquella Afrodita que lo había cautivado hasta las telas más íntimas, se comía las uñas soñando cómo tener entre sus brazos aquella deidad que le había parecido estar lista para un chape a forro; toda vez que la hallaba o le pareció encontrarla muy dispuesta, con la túnica a media caña y lo mejor, ¡no portaba ropa interior por abajo… ni menos por arriba! Pero más pudo el amor al chancho y consiguió suficiente dinero en su Embajada y regresó dispuesto a obtener su dispuesta dama a como diera lugar:
-¡Oye, Yórgos… mon amí! ¡Te doblo lo que vas a recibir de ese otomano de merde!
-¡Por gusto, has regresado, Jules Dumont d´ Urville! ¡La he vendido por diez veces su valor!
-¡Tampoco, tampoco, tampoco! ¡Maudit idiot, te has convertido en un usurero de merde! ¡Ojalá que se la tiren a tu Afrodita! Porque mañana mismo me vuelvo con mis 20 000 francos suizos… Así que…  s´il vous plait, ¿puedo quedarme en tu casa solo por esta noche…? Te voy a agradecer de por vida, mon avaro amí…
-¡Mi dispiace molto! Lo siento mucho, pero no tengo camas…
Y en su increíble desesperación del viejo explorador francés, se fue moqueando al corral de las cabras, porque ahora le resultaba lo más amable y conocido para esperar al lejano día siguiente. Se sentó sollozante sobre una piedra y se puso piensa que te piensa… cuando vio nuevamente a su amor platónico que ahora estaba volteada y con los brazos abiertos, como esperándolo. No dudó ni un solo momento y se abalanzó entre su cuerpo.
Al comienzo, la frialdad del mármol la sentía hasta sus pocos pelos; mas, el solo mirar sus tristes ojos de su dama, le despertó una pena tan honda y se imaginó que únicamente con el calor de su cuerpo podría darle un poco de paz y sosiego al amor de sus amores. Y así, abrazado tierna y extrañamente aquella perfecta silueta, se quedó profundamente dormido. Al día siguiente y con el fresco rocío matutino se despertó con un pensamiento fijo: robársela a esta desgraciada belleza que se le escapaba de las manos. Trató de levantarla y no la movió ni un milímetro (900kg); tan solo le quedaba emplear una estratagema: alejar al pastor por lo menos una semana y conseguir diez hombres y veinte bueyes para poderla transportar hasta su barco, que ya los estaba esperando.
-¡Mon amí, Yórgos! Per favore, tráelo al turko para arreglar de la mejor manera; aquí tienes 2, 000 francos.
Solo y con su amada toda esa noche no pudo dormir hasta que consiguió a los 10 porteadores y un carromato con 20 bueyes para trasladarla hasta el puerto y abandonar por siempre una de las Cícladas más famosa por el tesoro que allí guardó. Pero, cosas de la vida, parecía que esta Venus se encariñó demasiado con su terruño y, faltando unas cinco leguas para arribar al puerto, en una pronunciada curva, la belleza se vino abajo, pero con mucha suerte, porque solo se partió la nariz y parte de su cabello, al caer de bruces sobre un pequeño terreno recién labrado, que amortiguó la caída. No queriendo abandonar su extraño, aunque bello rapto imaginario, otra vez se colocó debajo de la sensual escultura de 2m. para pasar la mejor noche de su vida.
Al despertar, al día siguiente, miró a su hermosa e incomparable prometida… Sin embargo, quiso contemplar una vez más la perfección de su amada y nunca… nunca pudo explicarse qué diablos había pasado porque casi había desaparecido su hermoso rostro metido en el flojo terreno y de sus brazos no había ni las uñas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario