lunes, 17 de diciembre de 2018

LA DIETA NUESTRA DE CADA DÍA




Hoy en día, gracias a las recetas alimenticias que nos endilgan como supositorios por condicionamiento rectal a cada minuto vía TV, gracias a convincentes “especialistas” (improvisados comunicadores), quienes juran y rejuran por su santa madrecita y discretamente empujados por generosas aceitadas de honrados imperios mercantiles. ¿Y cómo los introducen? Afirmando dramáticamente que cada uno dispone de la verdadera fórmula mágica y de última generación, puesta al servicio de fervorosos panzon@s, arrentidos obes@s y/o inconfundibles chanch@s, o sea nosotros, los eternos wones. Pero además no solo es cuestión de uniforme, si no que además fungen de acertados médicos dietistas, infalibles nutriólogos o experimentad@s nutricionistas; aseguran -sin desparpajo alguno- estar especializados en seguridad dietética, Implantación alimentaria o ser consumado bioquímico nutricional, etc.etc. dejando al inflado público con unas ansias irresistibles se convertirse al toque en esqueleto andante, generando en este pez globo un irresistible hambre capaz de comerse enterita hasta la flaca modelo de la propaganda; pero lo peor viene a continuación porque con tanto lavado de cabeza, uno queda hipnotizado como verdadero chancho frente un espejo… y decide rotundamente, que ese, es el último día de opíparas comilonas, terminando por zampase dobles y triples raciones… sabiendo –muy en el fondo- que es la 13ra. fallida intentona… para después quedarse toda esa noche buscando otras infames dietas, desgraciados menús o increíbles jugos quema-grasa; hasta que una vez más jura por los todos sus gorditos michelines renunciar a los ayunos carnales; digo, cárnicos; decir chau a los carbohidratos y ni siquiera escucharla musitar al oído ¡azúcar! a la gran Celia Cruz; o ceder todos los riquísimos panes al desfalleciente Bobby que para ladrar tiene que tomar vuelo; inclusive, hasta desistir del mejor keke, el de la Soiffer, que preparado al natural, es una delicia. En último caso, recurrir a la medicina vernacular: la Dieta del Lagarto (la firme), La Yesoterapia colocada sobre el mero hocico; llegando, con seguridad, a lo último en tratamientos, las milagrosas bandas; siendo la más recomendable para colgar la cuchara y desechar el sebo al instante: la Banda Faríngea, por ser novísima, económica, de fácil aplicación e inmediata recuperación. Si no veamos su recomendable procedimiento y los positivos resultados clínicos:
1.       Una vez preparado voluntariamente, el paciente, después de amarrarlo de pies a cabeza a una silla eléctrica (solo para que sude como chancho) y ponerle una capucha hecha con costales de guano de isla, por tres horas seguidas, deberá alcanzar un estado cataléptico para lograr la inmovilidad absoluta de su molino masticador; recomendando observar escrupulosamente el  dejarlo inconsciente sin recurrir a ningún tipo de anestesia y tan solo por medio de una persuasión inducida a punto de combos para bajar costos al mínimo;
2.       Luego de sortear estos pequeños inconvenientes, colocarle amorosamente un collarón metálico (25 cm. de ancho), alrededor del cuello y con el sujetador calibrado menos dos centímetros del diámetro pescuezal y luego, cada noche, acortar dos centímetros más; si se pudiese tres o cuatro sería mucho mejor, aunque (está recontra probado), se puede correr el riesgo de tener nuevos precursores de la medicina nutricional;
3.       La única contraindicación descubierta en los cadáveres prototipo fue que, si bien el paciente dejaba de comer al toque, y una vez ajustada la faja de aluminio, en algunos casos de voluntarios regordetes, su epiglotis se escondía de puro miedo y los pulmones vomitaban agua después que esta se filtrara libremente por el otro conducto, pero nunca tuvimos un caso de muerte por falta de líquido; por lo demás, está comprobado que en tres días se puede bajar hasta 10 kg. Y en 10, puedes bajar a visitar a tus venerables difuntos, pero eso sí esbelt@ y con una dieta para que se mueran de envidia.

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