Todavía recuerdo como si fuera
anteayer cómo tuve que “romperme el coco” y poner todo el empeño posible en ese
intento del film: Misión Imposible 000 (en su versión primigenia, muda y sin
sonido) para prepararme enteramente solo, cual monje anacoreta: ora,
enclaustrado entre las cuatro divisiones de mi oscuro cuartito, alumbrado por
cincuenta velas de 10 céntimos; levantándome a las cuatro de la mañana para
aprovechar las primeras luces del amanecer, para estar con la cabeza despejada
y contar con la única compañía de una soledad abierta, amiga y fiel testigo,
capaz de poder jurar ante todos los santos juntos que habíamos realizado aquel
esfuerzo extraordinario para tener éxito académico por enésima vez.
Y en realidad dicha odisea
personal tenía claros visos de constituirse en toda una aventura épica, pero
que, por tantos intentos fallidos, la convertíamos en una espeluznante obra
dramática hasta que, dada tanta insistencia, se llegara a convertir en la última
tragedia familiar con una edición muy
limitada: papá, mamá y un garrote; todo por tener la osadía de pretender ser un
profesional a carta cabal; pues para ello, era im-pres-cin-di-ble repasar o aprender -por cuenta y riesgo propio- aquellos
contenidos cognitivos, que, posiblemente,
vendrían adosados en el primer examen escrito. Sí, porque en aquellas eras
antediluvianas, se tenía que aprobar el primer examen escrito para pasar al
segundo y después de esto, pasar al oral; donde un jurado compuesto por cien verdugos
–mismo Coliseo Romano- calzados de toga y birrete, con una guillotina
incorporada y una voz que parecía venida con megáfono inclusive, retumbaba:
-A ver… el joven Álvarez Álvarez, ¿nooo?... ¡Mala suerte la suya… de
ser el primero en esta lista porque estamos muy fresquitos y con ganas de… ¡decapitarlos
a todas las bestias que no se hayan preparado por lo menos durante tres años y…
todos los días, incluyendo los de guardar… porque son aquellos donde se debe
estudiar más… ¿nooo?! ¡A ver, dígame, Álvarez: ¿qué es la oración compuesta?...
cite tres ejemplos y analícelos! ¡Plop!
Es decir, nada que ver con los
exámenes actuales, donde solo hay que rendir una prueba en general para postular
a las diversas Escuelas, con preguntas de alternativa múltiple; en previsión
que aquel postulante que no haya estudiado nada (el 99.999%), vayan jugando al
títere, mácara… hasta que haya una oportunidad que les ligue el acierto correspondiente
e ingrese, para festejar durante los tres primeros meses de clases.
-¡Choche, ¿a qué Escuela has ingresado y cuál es tu horario?
-¡No seas won! Chupa… que ya sé cómo tener más de tres matrículas en
una asignatura.
Pero, lo peor ha sucedido hace
pocos días, se ha vuelto a descubrir en mi Alma Mater (una vez más), otra forma
sofisticada de plagiar; es decir en forma virtual. Mas, digo, virtual no como
posibilidad; sino, como una manera muy sutil de comunicación super-ultra-hiper
secreta (con full ingenio) para elaborar y ensamblar los equipos, su camuflaje
a prueba de … de los tíos cuidantes del examen. Y la cosa no queda allí. Se
presume que es toda una empresa y los primeros indicios descubiertos señalan
que hubo estudio de mercado, un marketeo endiablado contando con mensajes
encriptados para Face, Insta y otros que podían seleccionar al cliente sin
margen de error; inclusive, disponían de un dron para hacer la entrega por delivery.
Sin embargo, como todo tiene su lado flaco, débil acaso inesperado. En este
caso singular se presentó así:
Durante las pesquisas para poder
identificar tanto a los postulantes, como a los dueños de la empresa de
comunicaciones: “El Ingreso es Huevo” en el interior del campus, los primeros
estaban camuflados, agachados como un signo de interrogación, pero armados con
audífonos invisibles implantados en la Cóclea y dotados con mini-micrófonos en
ambos pulgares. Sin embargo, su descubrimiento fue una cosa dada por el simple
azar. En el Pabellón XXX, la solución del cuestionario transcurría
aparentemente sin novedad alguna. La gran masa de iniciados estaba más pronta a
abandonar el aula que proseguir con ese tormento chino y como fieles escogidos
a bestias por derecho propio, se mantenían con la mirada perdida en el basto infinito,
con la cabezota colgando y la quijada inferior a dos cuadras por su total
inoperancia y al borde inminente de un ataque de pánico, pues seguía perdida
entre las sombras de la nada. De pronto, en la fila 7, asiento N°2, una joven
figura empezó a realizar una serie de cadenciosos movimientos de cabeza que más
parecía un frenético baile. El docente que cuidaba el examen, pronto reparó en
esa conducta inusual y pensó que aquel postulante marcaba -con su cuerpo- el
ritmo de alguna melodía de su preferencia. Trató de acercarse para comprobar
esa extraña actitud, pero se detuvo en el trayecto, esperando fuese una
conducta pasajera.
De pronto, y sin mediar un solo
grito o una mueca siquiera, aquel muchacho empezó a convulsionar. De su oído le
manaba un pequeño chorro de sangre, se llevó violentamente su mano hacia la
oreja y sin hacer el menor ruido, se desplomó cuan largo era. Solo en la sala
de urgencias médicas se pudo descubrir la presencia del imperceptible
adminículo; pues una vocecita interior seguía repitiendo:
-¡Saúl, Saúl…! Oye choche, responde… ¿qué sucede? No te escucho… y se
apagaba la voz.
Los periodistas, al día siguiente
estuvieron en el Rectorado, lugar donde se les había convocado para la
conferencia de prensa:
-Doctor, díganos, ¿ya se sabe quiénes están involucrados en el problema
de las preguntas que salieron fuera del campus universitario…?
-¡No, dirá usted… que entraron, más bien; porque en los exámenes
médicos efectuados se ha descubierto la implantación de…
-¡Aparte de las suplantaciones… que son como veinte… ¡No! Dr, sobre la
salida de los exámenes…!
-¡¿Cómo que han salido exámenes? ¡No! Dirá las preguntas… !Acaso… a la
pucha, esto sí que es grave…!
-¿Y cómo es que están metidas en el asunto varias academias de
preparación? ¿Qué tiene que ver su universidad, o el Jefe de Admisión y los
controladores… finalmente, la autoridad?
-¡Nosotros no tenemos ninguna academia de preparación; es más, ni
siquiera propiciamos una preparación extra… ni internamente ni externamente!
-Pero, doctor, ¿y la Preca?
-¡Eso es otra cosa! ¡Allí les damos solo propedéutica pre universitaria;
además… la falta de preparación académica está determinada por la precariedad e
improvisación en el desarrollo de los planes y programas del Ministerio de
Educación! ¿Nosostros? ¡Nada que ver!
-Sin embargo, por lo poco que sabemos, implícitamente la Universidad en
general, determina los contenidos; es decir, indirectamente es la que propone,
dicta y exige la naturaleza de los conocimientos, su diversidad y el grado de
dificultad… ¿esto es cierto, doctor?
-¡No,
como dije, esto es otra cosa! Pero… ¡mañana vamos a investigar…!
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