lunes, 2 de julio de 2018

IRREVERENTE

Siguiendo con la pasión futbolera y a puertas de terminar los “octavios” (otros equipos), afirmar que el julbo tiene que aprender del básket, -si es que quiere progresar-, realmente suena a irreverencia, audacia, insolencia, desfachatez o cachita; no solo por el momento en el cual todavía nuestra afectada clasificación parecía ser un hecho consumado en los anales del WC Russia 2018.
Si bien el fútbol asociado, oficialmente nace hacia 1863 +-, y el básket, en 1891; lo cierto es que algunos factores como las dimensiones del campo, la cantidad de jugadores y la explosión que requería un ataque organizado, sumado al hecho que el básquetbol era más urbano y colegial, posiblemente hizo que en las universidades (y la presión competitiva del factor económico) hicieron que sus coachs (en equipo) desarrollaran un conjunto de planes, sistemas y estrategias, basadas en la adquisición de fundamentos hasta convertirlos en automatismos tanto en defensa como para el ataque.
Es así que pronto nacerían las diversas modalidades en la defensa zonal: 3-2, 2-1-2, 1-2-2, 1-3-1, con sus variedades; asimismo, en ataque: el Fast Break, jugadas con los postes, con las alas; las defensas a presión en todo el campo, en la mitad o en 3/4. Además de las marcas personales o individuales en sus cientos de versiones y situaciones del oponente. Es decir, la necesidad de ser más efectivo (por ser más cercano y visual); a la vez impulsaba a ser mejor defensivamente (la mejor defensa es el ataque). También, habría que señalar que es gracias al apoyo de la tecnología, con la que cada vez los deportes en general se hacen más sistemáticos, metódicos y eficientes; resultan ser los factores que impulsaron al básquet hasta convertirse en una lucha de estrategias apoyado también en las características personales de sus jugadores.
-De allí que el julbo nuestro de cada día, si bien en nuestro medio sigue dando sus primeros pasos para generar competencias a nivel mundial, pero esto requiere y requerirá imprescindiblemente de investigaciones teóricas y experimentales para poder avanzar efectivamente… y a la par del básket, convertirse en un conjunto de automatismos predeterminados…
-Y eso quiere decir, Inge, que nuestro balompié todavía precisa de un aprendizaje más mecanizado y tecnológico; luego, estaremos condenados al fracaso porque sigue este siendo eminentemente espontáneo, silvestre, folclórico e improvisado… ¿o estoy equivocado?
-¡No, por lo contrario, necesitamos de academias con profesionales capacitados; que además de la preparación física, técnica y táctica, formen personas íntegras; es decir, debemos disponer de centros educativos que, además de  brindar una nutrición planificada, cuide la preparación psicológica y ética les enseñando idiomas, concentración y relajación.
-¿Entonces, para qué están nuestras escuelas actuales? ¿Por las puras arvejas?
-¡OK, tú lo has dicho! El deporte, las ciencias y las artes tienen que revolucionar los sistemas y metodologías pedagógicas del futuro… Entonces, mi choche… los formadores tienen que estudiar…
-¡Tendré que destruir mi losa deportiva improvisada donde practicamos fútbol 4, 5, 6 o 7, dependiendo del número de choches que caigan los fines de semana; donde los arcos son dos piedras en cada extremo de la cancha y generalmente jugamos sin zapatos y nuestro equipo campeón tiene como lema: “Matar, antes de perder una bola”.
-¡Tampoco, tampoco! Como dirá el nisei en su exilio; estamos hablando de fútbol oficial y competitivo a nivel de liga. Todo lo demás es tirarse una chalaca al aire o un meterse un blooper de la gran flauta para tener un motivo de jugar al fullvaso. En suma, hay que agradecer al Gato Seco de Gareca y sus tigrillos; también a este buen intento de los directivos y, sobre todo, a la sufrida hinchada que ha logrado unir a una gran mayoría de cholifornianos; orgullosos de lucir como piel, una bendita rojiblanca, desgañitarse por cantar el himno como nunca lo han hecho en su life y juntarse en un solo corazón; capaces de superar colores, tamaños y economías con un solo propósito: demostrar que plegarse en un solo puño puede vencer imposibles. Entonces… ¡Pensá, pensá! Y que este aliento no sea ilusión de un solo día.

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