jueves, 31 de agosto de 2017

CONVERSANDO CON UNA HUELGUISTA


Parecía viajar acurrucado en el asiento del bus. tiritando por mi frío infernal (?); porque el Pinochito me había vuelto Aquaman y su potente chorro nos hizo caer en la cuenta que no importaba el cartelito de “periodista” que me habían colocado –con letras grandes y en el pecho- como escudo protector de ambos bandos: los rojos y los verdes (solo por comparación). De pronto, un redondeado bólido se arrellanó a mi lado y, curiosamente también estaba empapado, digo, empapadísima hasta chorrear agua por los tacos aguja y por su mojada cara parecía estar junto a una llorona; sin embargo, al cabo de unas cuantas cuadras, me miró socarronamente y espetó:
-¡Por lo visto que no soy la única!
-¿Cómo, ya se enteró de mi trampa?
-¡No, colega, a ti también te agarró el rochabús y… ¡Seguro que no te ha dejado nada seco!
-¿Segura? ¿Quieres que te muestre mi…
-Digo, ¡que tú eres del gremio…!
-¿Y tú eres trans?  
-¡Déjate de joder y… vamos al grano! ¿Tú también eres profe o no? Porque tienes cara…
- Si se trata de enseñar… y si tú gustas, te puedo enseñar ¡mi… carné! No te asustes.
-Bueno, soy Lidia, y enseño en una GUE de Celendín…
-¿Y qué haces aquí, digo; estás lejos de tu chamba…
-¡Sí, pue! Pero me llegó un pasajito… de a gratis. No lo pensé dos veces y aquí me tienes. Sola, mojada hasta las entrañas y con un hambre… ¡que si veo un cabrito me lo tiro!
-¡Guarda!
-¿No me digas que eres gay?
-¡Nones! Si gustas, más bien te puedo hacer el favor…
-Bueno, ¡Dejémonos de tonterías! Y vamos a otra cosa, mariposa.
-¡Vuelves con tus indirectas! Soy machazo y párala ya, mamacita.
-¡Ok! Tú que eres capitalino… dime, ¿cómo le hago pa´volver a mi GUE? ¡No han depositado en mi sueldo y no quiero ni una empujadita de tu gobierno! ¡Al diablo con su movilidad!
-Entonces, ¿cómo es que te sumas a esta huelga? Dime, ¿saben ustedes que el único tema que queda pendiente es el referido a las evaluaciones?
-¡Qué evaluaciones, ni niño muerto! Que ahora solo deseo estar en mi aula, como siempre, y no volver a caer en este juego, donde lo único bueno es haber bajado de peso 10 kilitos…
Y en la siguiente esquina, mi fugaz compañera de viaje, sacudió violentamente su cabellera rizada, le salpicó algunas gotas al conductor y se bajó con la convicción de haber logrado algo que parecía imposible: sentirse libre de algunas ataduras de peso.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario