Dr. Chiro T. Fast:
Acudo a su consulta
sumamente “asada” porque el desgraciado de mi pareja me está sacando la vuelta.
No con otra señorita como yo (por los cuatro costados, aunque solo dos son los
funcionales), sino, lo peor y lo que más duele es que las “otras” pudieran ser
muñecas inflables (que no lo son). El muy estúpido cree que no me entero de sus
cochinadas armadas los fines de semana en casa de sus amigotes; ¡quienes son
otros pervertidos de miéchica!
Resulta, doctorcito,
que este fulano, en las últimas semanas desaparece desde el viernes por la
noche con la disculpa de hacer horas extras para ganarse alguito más…sin
embargo, el muy estúpido, junto con su patota, alquilan películas triple X
pegándose unas encerronas interminables. A todo esto, sospecho que él como promotor
de esas corridas grupales, ya no se siente satisfecho de mis bondades
camatorias y solo Dios sabe cómo terminarán esas orgías tan exclusivas; las
mismas que tienen un carácter de infaltables y cuya multa es buscar una
(per)versión personal en full HD con visor en 3D. ¿Qué me recomienda, Dr? ¿Le
paso una carta de despedida… o tan solo lo amenazo con cierre intempestivo de
la empresa? Porque esto de los paros obligatorios de fin de semana resultan un
sacrificio involuntario e inaguantable.
Bertha
del Río, La Planchada
Estimada Bertha: no considero que esos trazos
voyeristas de tu mamado, perdón, de tu amado estén siendo reemplazados por los
goces incomparables de un ardoroso clinch cheek to cheek. Pero que tampoco
deberían ser soslayados y tirados por la borda.
Indudablemente, hay un motivo, causa o razón; solo me permito
recomendarte: a) No hacerle caso porque es un comportamiento netamente machista
de puro exhibicionismo entre causas que desean reconocerlo como Alfa1; b)
Pedirle un sinceramiento a calzón quitado en el momento justo antes de la
llegada a su meta y te aseguro que el pata nunca más va a preferir las
reuniones con su equipo de voyeristas; caso contrario, botarlo inmediatamente
de su cabalgadura... y se va a quedar babeando, perdido en su ritmo frenético metido hasta las
orejas.
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