Doctor Chiro T. :
Una también tiene sus
gustitos y más en la intimidad. Cada vez que estoy con mi pareja suelo pedirle
que me dé algunas palmadas en el mero cachete para ponerle más ánimo al asunto.
Al inicio, y con el fragor de la lucha mi pedido pasó piola y las palmaditas se
sucedieron unas tras otras; pero después de un tiempo, mi machucante al
sentirse exigido se detuvo, cambió de expresión, me miró con cierta duda y
prosiguió el encuentro un tanto desalentado. Ayer, después de mi antojo, muy
sorprendido, abrió los ojos desmesuradamente. Me tiró; sí, me tiró suavemente a
un lado y luego fingió unos espasmos repentinos en el estómago; obviamente, se
vinieron abajo todos los preludios chancatorios y mataron nuestro entusiasta
clinch. ¿Qué hago, doctorcito? ¿O es acaso que nosotras no debemos expresar de
alguna forma nuestras fantasías? Porque puedo declararme en suspensión de
labores camadémicas no sin antes denunciarlo por misógino, insensible, bruto,
animal, idiota y estúpido. Mas, si persiste en su clara incomprensión a mis
justas exigencias, lo condeno a trabajos manuales y le cierro las puertas del
cielo indefinidamente.
Angelita del Potosí
Querida Angelita: ¡tienes toda la razón del mundo! Tu taladro portátil es toda una mula y tú lo sospechas. Inclusive, las penalidades que
propones son acertadas; pero, y solo por tratar de responder a tu atenta
consulta puedo señalar que todos tenemos derecho a experimentar fantasías
eróticas alguna vez. Mucho más si se pide en el fragor de las acciones íntimas… pero en esta viña de Señor…
hay cada mulo. Perdónalo porque no sabe lo que se pierde.
Tu travieso pedido no fue entendido a cabalidad y,
por el contrario, la bestia en referencia, al disponer de una corteza cerebral
de 5 cm. de espesor, congelada desde la era del hielo, sigue pensando que
cualquier fantasía erótica solo debe ser propuesta por el de arriba; es decir,
por él y solamente él. Craso error, porque hoy en día, estando ustedes
cabalgando a galope tendido, gozan y hacen gozar al máximo. Trata de hacerle
entender (previa trepanación con taladro hidráulico de 2m), que proponga su
fantasía propia. Nunca lo va a hacer porque sexualmente se quedó en la era
terciaria. Preséntate al próximo encuentro vestida de domadora y verás que con
solo divisar tu látigo se va a poner más verde que una palta y doblemente
cabizbajo optará por el retiro inmediato. Sigue insistiendo, que algunos
especímenes machos tienen posibilidades de evolucionar. ¡Suerte!
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