domingo, 12 de febrero de 2017

ÚLTIMO INTENTO


Dear daddy: cómo poder olvidar la imposición de tus tiernos hábitos marcados a sangre y fuego desde que adquirí el uso de razón a los 10 años hasta cumplir los 30; pero a pesar de todo, sigues siendo mi requerido apito. Me dueles hasta la funda del bolsillo, sobre todo, ahora que estás a punto de sucumbir bajo los veleidosos encantos fabricados por esa vieja arpía filipina que te tiene como un perro flaco, achacoso y recontra chupado; impedido de volver con mamita, a pesar de nuestras súplicas cada fin de mes. Ella, metida en su inconsolable decepción monetaria, la llevó a tomar medidas extraordinarias: para empezar, dejar de zamparse dos platos de Chupe de Camarón, tres de rocoto relleno con pastel de papa y cinco platos de Queso Helado; además una chatita de Anís Nájar o Anisado para asentar sus “Frugales desayunos”. Luego, en un acto desesperado, aceptó ingerir solo un plato de cada vianda; pero las cajas de toffees y mazapanes seguían desfilando por docenas hasta muy entrada la noche. La cosa parecía mejorar… su sobrepeso, sin embargo, una vez que le llegaron los papeles del divorcio, junto con algunos ejemplares de primeras planas europeas, asegurando el casamiento de la nueva parejita mediática, tomó una decisión mortal: cambiar la comida por la bebida y pronto el Señorío Nájar no tenía dotación alcohólica ni para el mercado local.
Daddy, el caso mío también es muy desesperante. Los borradores que .presenté a las editoriales que me recomendaste, más rápido que inmediatamente, apenas los recibieron, me los devolvieron precisando una serie interminable de observaciones y además calificándolos de mediocres, triviales; propios de un aficionado… todo porque dejaste de ser mi numen y tutor literario, quien me proporcionaba las pautas suficientes para transcribirlas y pronto convertirlas en artículos, papers y comentarios para las más prestigiosas editoriales de Europa y América. Ya ves, Daddy, la gran falta que nos haces. Aprovecho de esta misiva apara chismearte, de mi hermano Álvaro, sigue viviendo su vida de bohemia en Bohemia y siempre pegado a las faldas de mamita; en cambio, de mi hermana Morgana, no hay que confundirse porque con su aparatito siempre se las arregla para vivir de sus exposiciones. Ella quería hacer una bienal en París, sobre la base de nuestro álbum familiar y sus mejores tomas, donde parecemos una familia real y verdadera, para, quizás, tener alguna razón de recuperación a la salud de mamita, pero les recomendamos escuchar el bolero Ya es muy Tarde.
Al respecto, a mamita, hubo necesidad de ponerle una camisa de fuerza entre seis, para internarla en un nosocomio y así tener la vaga posibilidad de recuperar su salud mental, pero le saló el indio, rompió la camisa a dentelladas y sus enfermeros tuvieron que ser vacunados contra la rabia (por precaución) y, gracias a Dios, solo uno de ellos hoy dispone de brazo mecánico; los otros cinco, se recuperan en la Clínica San Juan de Dios. Luego de ello, en una extraordinaria Junta de Familia –acéfala of course, por culpa tuya- decidí buscarle un refugio para su completa y total recuperación. El lugar elegido fue la Clínica de Atención Mental Moisés Heresi. De solo enterarse la doña, me durmió de un solo combo y amanecí en dicho centro de rehabilitación, amarrado al catre y con un bozal que me mantuvo out of order por una semana. De casualidad, nuestro primo Pancho, quien estaba haciendo sus prácticas pre profesionales, se compadeció de mi estado catatónico y me sacó solapa en su maletera. Por esa misma experiencia tenida, te puedo decir que la cosa no es tan grave. Total, te duermen todo el día con sesiones de inyectables programadas en diversos turnos y la comida es de primera, a pesar que muchos de sus pacientes no logran diferenciar entre un lomo al plato o una sopa de menudencia; ellos, durante sus espacios de salida al patio… o te miran fijamente como una atacante Cobra hasta hipnotizarte o, por el contrario, divagan cual Napoleones sedados en su espacio infinito de la nada. La maldita agresividad solo está en contados casos que “gozan” de horarios diversos y apenas ven un macho o una hembra… pierden “la cordura” y se requiere de los 20 auxiliares para bajar su extrema dureza, mediante cariñosas sesiones de ablandamiento (armados con bates de béisbol), tres baños de asiento en una piscina de puro hielo; además de inyectarles una serie completa de tranquilizantes para elefante, cada hora y por 8 días.
My dear daddy, mis motivos deben pasar a segundo plano. ¡No te preocupes! Pero sí, hay una prioridad que la solicito en nombre de tus tres hijos verdaderos (te recuerdo que los Iglesias & Cía.) no son tuyos y aquí se comenta que les has regalado castillos, mansiones y museos… Y mi madre, al enterarse, está por meterse en el Convento de Santa Catalina… dice que allí va a encontrar curas. Por favor, Daddy, ¡no te cases! Te reitero, tal vez próximamente te requiera para una orientación literaria… ¡Pero despierta!... Ten en cuenta que solo te están haciendo vivir la última ficción del boom latinoamericano, pintada en lo real-maravilloso y crees estar pasándolo de lo más bien; solo que, a estas alturas, el género en mención, resulta extemporáneo y lo peor de todo que este argumento (para ti, único, irrepetible y merecido) está siendo escrito por una mano que te ha tomado de las orejas, haciéndote creer que es la mejor de tus novelas… aquella novela negra que te faltaba escribir.
PD: mándame los 5 borradores que ya no tengo sencillo ni para las estampillas.
                                                                                               Tu hijo que te extraña:  Gonzalito



















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