En casa todavía somos un poco
anticuados con aquello que se ha puesto en boga últimamente: eso de estar en las
redes sociales, las compras por internet o el guardar todo en la nube; tal vez,
porque todavía persistimos en el uso del teléfono fijo, y para que el dichoso
aparato doméstico no se preste a disputas, interrupciones y/o largas colas de
espera; sobre todo a las horas en que las tres mujeres del doméstico cuchitril,
se pelean el fono para confesar sus intimidades más “sucias” a su cofradía de
perpetuas mojigatas, rebobinando, por enésima vez, desde que sintieron el
primer llamado ancestral de su especie, desdeñando cualquier otra solicitud que
tenga bigote, barba y un par de hue… cos en la nariz. Y como siempre, renuncian
a ceder posiciones –bajo la amenaza de gritos escalofriantes y obligado desmayo-
por ceder su línea declarada personal e intransferible aunque sea por un par de
minutos… así les recemos tres avemarías, cuatro padrenuestros y cinco glorias, junto
con un posible kilo de chocolate “de leche” tamaño familiar… ¡Nely! ¡Neva!
¡Jamás! Sobre todo, a la hora en que mi padre o este frustrado interlocutor
intentan telefonear… -Ustedes podrán hacer sus llamadas tan solo a partir de
las tres de la madrugada… de la semana siguiente y cuando tengan la suerte que alguna
de las tres haya perdido su regla y así hagan conocer su reclamo a los cuatro
vientos; total: ¿Y ustedes para qué chicha quieren hablar por teléfono?
Pero como seguimos siendo una
family tradicional y muy unida gracias a la telefonía fija, ellas fijaron nuevamente
y por unanimidad, comprar un anexo para cada uno… de sus dormitorios, lugares
predilectos para que se tiren, a pierna suelta, un rollo kilométrico hasta quedarse
afónicas, sin importar los 150 coquitos de pago en cada chapada del auricular.
Hoy, yo tenía una urgente
urgencia de hacer una llamada a mi causachum Kiko, el Empedernido Calentador,
porque solo enamoraba por celu. Y justamente, pensando en su estupidez crónica,
cogí el auricular y ya iba a marcar cuando una voz suplicante y llorosa, desde
el otro cuarto, clamaba con gritos desesperados:
-¡Pamelita, ya no puedo vivir más
en este cochino mundo! Snif, snif, y snif; hasta los mocos se me caen de cólera
carajo… todo por culpa de estos malditos hombres de mierda, malditos hijos de
p… ¡Todos son igualitos! Sob, sob, sob (más mocos), Sabes… Pame, Cachito me
dejó… Buaaaa, buaaaa, buaaaa… me dejó tirando cintura… y ya no sé qué hacer…
¡Creo que en esta décima vez me muero, pero antes, lo juro, de pura cólera, me
tiro a la Bartola! ¡Sí carajo, que me la tiro y bien!
-¡Ya no llores, preciooooosa! –respondió
su causa- ¿qué cosa dicessss? ¿Te has vuelto lesbiiiiii? ¿Por qué no me lo dijiste?
Porque yo también…
-¡No, hija! Terrrrr… disculpa,
hasta se me ha soltado la huata, maldita sea… ¡y maldito sea el won que tiene
toda la culpa! Pero esto… de la media vuelta, never, jamás será para que cambie
de bando… por la chu… de su mamita; pero a ese won de tu amigo Ricardo yo lo
mato… o yo soy la que va a morir… de ganas; porque, maldita sea, ya no puedo
aguantar la soledad y la cosa se me pone más fea con cada minuto que pasa… y
todo esto que te cuento, júralo que no vas a contarlo a nadie… mamita linda… la
ansiedad me come hasta la… misma con… ciencia y me excita hasta las puntas de
mis chichis… Ay, hija de mis entrañas, que no aguanto más esta comezón y yo me
encamo con el primer cojudo que pase por mi puerta, aunque… estoy sentada en la
ventana del tercer piso… pero me puedo bajar…
-¡El forro! Es lo más fácil de
hacer, cojudita, como siempre. Pero deja de lloriquear y no jodas, wona… Que
tus mocos me están embarrando las orejas… ¿Crees que ese cojudo mujeriego del Richarcito,
quien sabe hacer… la carretilla como Dios manda… según tú misma me lo contaste;
para, para y para… y no sigas con la misma wada… ¡que mañana mismo te mando a
mi consolador!
-¡Yo no quiero saber nada de tu
marido! Que es otro mujeriego de mierda…
- No, wona… ¡estoy hablando de mi
juguete!
-¿A tus años sigues con
juguetitos… cojudaza?
-¡No, of course not! Me refiero
a… este otro juguetito que lo tengo en… pleno uso y, sobre todo, calientito; es
decir, recién comprado por internet y tiene una potencia de la PM, pues te
sacude hasta las neuronas más recónditas y te hace llegar tres veces en diez
minutos. Solo que vas a tener un pequeño problema, si no tienes internet ni
celu… ¡¿cómo te lo mando?!
- ¡Click!
-Plop.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario