Estimado Dr- Chiro T. Fast:
Tengo un par de problemas en los bajos que no me dejan
tranquilo ni de noche ni de día; a tal punto, que los escondo. En serio, Dr, no
sé porque la madre naturaleza se ha ensañado conmigo dotándome de un par de insignificantes
pezuñas que fungen como minúsculos apéndices llamados pies. Tal vez, esto podría calificarme altamente
desconsiderado al ver que otros fulanos meten permanentemente sus cuatro
extremidades y no dicen ni pío; pero esto me está afectando notoriamente, sobre
todo en los momentos más íntimos con mis parejas. Pues es sabido que hay
relación directa entre el número que calzas y el que posee tu percutor
hidráulico; de tal manera que, cada vez que me hallo listito, todo calato y con
el fusil listo frente a la fulana de turno, presiento que se va a fijar en el
tamaño de mis casquitos y voy a causarle una tremenda decepción de padre y
señor mío. He tratado de quedarme con los calcetines puestos colocándoles 10
cm. de relleno para compensar la falla, pero a la hora de la hora y cuando
quiero tirarme una patada a la Luna, salen disparados los dichosos aumentos
directamente hasta su propia nariz desatando una serie de carcajadas que ya
quisiera tenerlas la más escandalosa de las hienas.
Bien, para ponerle remedio, la última vez, para
quitarme los zapatos, me senté en el otro extremo de la cama, pensando que
rápidamente los escondería debajo de las sábanas, pero justo cuando tomé el
impulso para meterlos debajo de la sábana, ella se estaba colocada a mis espaldas
y me dijo asombrada:
-¿Son tuyos, amorcito?
-Por supuesto!... ¿De quién más pueden ser?
-¿Y por qué son tan pequeños? Creo que los míos son
más grandes!
-Defecto de fábrica! Y se me vino todo al suelo!
-Me refiero a los ojos! Si no mira en el espejo.
Lo cierto es que no supe cómo explicar la caída
inesperada de todo mi entusiasmo y cabizbajo tuve que hacer milagros para
convencerla de mi total postración. ¿Qué me aconseja, Dr.?
Samuelito Pulgar y Vidal, Lima.
Acongojado
Samuel:
Solo
te has ocupado de la situación angustiosa que estás pasando a consecuencia del tamaño de tus
pies; sin embargo, no has comentado ni pío acerca de tu desempeño sexual.
Todavía persiste la errónea creencia (como tú la tienes) cerca de la relación
entre el apéndice nasal y el tamaño del pene o entre el tamaño de los zapatos
(creyendo que es también su equivalente). No hay nada de cierto. En un post anterior me encargué de aclarar esta
supuesta relación de proporcionalidad. Entonces, tipos como Bilardo, o nuestro
Choledo estarían superdotados en su
herramienta. Te aseguro que no es así (declaraciones íntimas de sus costillas). Lo
más importante es el buen desempeño pre, en y post la reunión camatoria.
Algo
más, todavía subsiste en nuestra cholifornia esta estúpida creencia, tanto así que si observas en
el medio, casi la totalidad de varones están convencidos de tales pruebas; sino, dime: ¿por qué cualquier tipejo con
baja estatura, esmirriado y de lento desplazamiento, prefieren estar
arrastrando sus chancletas o sus “tillas” N°45 a pesar de calzar solo 38 o 39? Todos ellos sufren de delirium penes, pues los buques que tratan de controlar están con la proa levantada por efectos del riego por goteo (prostatitis fulminante), y ya parecen viejos jeques o émulos de un Aladino en jodas. Sin
embargo, si aún crees que es muy necesario disponer de unos pies más grandes,
sé que en (Majes, Arequipa) hay una
bruja de la P.M. que te estira cualquier parte del cuerpo y, en tu caso, creo
que es muy simple, aunque también podrías correr el riesgo de perderlos porque todavía no tiene mucha práctica y no le resultan todas sus pócimas;
con decirte que trató de curar un vitíligo negro y hoy el pata parece de
Malambo y hasta se le ha ensortijado la cuestión, es decir, su pelo. Por lo
demás creo que podrías ponerte en sus manos y ojalá que no termines caminando
sobre las puntitas de los pies. Suerte y que no
siga tu ánimo hasta las patas.
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