Dr. Chiro T.
Fast:
No vaya a pensar
que esta sea una simple curiosidad y que, por lo tanto, indigna de merecer una
respuesta y que esta sea lo suficiente satisfactoria. Sin lugar a dudas que la
cama resulta ser (también) un desván en el cual las parejas dan rienda suelta a
sus diversas expresiones de goce, satisfacción, queja o inclusive abordar temas
que pareciera son disquisiciones metafísicas, psicológicas hasta llegar a los campos
filosóficos. Así verá usted, doctor, la generalidad de mis amantes suelen
quejarse de la poca receptividad por parte de nuestro género masculino en
cuanto su comportamiento sexual marcadamente machista al buscar por encima de
todo su goce personal sin importar mucho, poco o casi nada al material de abajo,
quien, por el contrario, trata de ser comprensible porque su prioridad es dar a
mil por hora todo lo que tiene a mano o inventando mil y un poses, estrategias
o hasta el improvisar movimientos y piruetas que lindan con lo espectacular sin
importar que revienten sus riñones o pegar un solo de movidas a 120
revoluciones por segundo sin importarle que la cintura quede hecha polvo; en su
sano propósito de que ese polvo comience en la cintura y llegue hasta la misma
médula cerebral por consideración al animal que tiene encima. ¿Se podrá cambiar
esto alguna vez? ¿Cómo hacerlo?... o es un atavismo propio de la especie que
nos mantiene ocupados –por lo menos mentalmente- tras seguir buscando
milenariamente esa comprensión carnal, sexual y espiritual que se supone es
propia de una especie inteligente!
Cristóbal Butrón,
Cojata, Puno
Estimado
Cristóbal:
Sin lugar a
dudas que la especie humana en general se ha vuelto marcadamente machista casi
al 100%, digo, casi, porque -gracias a Dios-, todavía hay algunos especímenes
raros (en el buen sentido de la palabra) que, como tú, se preocupa por lo que
puede estar pasando con los de abajo; mejor dicho, con las de abajo. Y no nos
estamos refiriendo a las ´sufribles´y sufridas integrantes del género femenino;
quienes estoicamente han venido aguantando resignadamente su postura pasiva,
receptiva y conformista a la hora de la hora.
Más, como sigo
diciendo permanentemente: “No le demos tantas alas al viento”; porque, con
absoluta certeza nadie en este mundo, ni la más alta tecnología, podrá penetrar
en ese mundo superior y extraterrestre que aparentemente permanece mudo, frío
y, hoy en día, con algunos brotes de liberación sexual… de competencia laboral
y con muchas posibilidades de venganza… ta, ta, tan!
Pruebas al
canto: que cuando nosotros queremos elegir y conquistar una plaza nueva, la supuesta
presa ya está de regreso una y mil veces, sabe al milímetro de nuestras medidas
(incluyendo las de zapatos, que es lo primero en su tabla de multiplicar), de nuestro
miserable currículum amatorio, así como el kilometraje recorrido y las
posibilidades (efectivas) de poder satisfacer a su pareja; a pesar de todo
ello, será capaz de lanzar una mirada
casual o un cruce de piernas no deseado que nos deja al borde del colapso y recalentamiento cerebral.
Así que mi
estimado, don´t worry!... que hace millones de años que empezó el estudio del
animal de miéchica que Tatito le dio por compañero: tonto, flojo, regañón,
quejumbroso y proclive de llorar a mares si no se le para o si se le para
mucho; si no consigue flaca o si el costillar lo tiene famélico; si no lo dejan
subir al ring cuando a él se le antoja o solo cuando es capaz de prometer un
viaje a Cancún si lo dejan ver el partido de su equipo favorito y gana. Si me
permite una recomendación: trate de esconder este post… porque ya empezó la
revancha y ante la sola insinuación de su milenaria postergación o desmedida
resignación desde la era del deshielo, pues si de verdad se entera, mañana
mismo su sindicato declara un paro preventivo de 24 horas con cierre intempestivo
de piernas y, en caso de no resolver su situación siempre debajo del bruto por
tantos siglos, nos declaran otro paro por 72 horas y… eso sería lo peor porque
van a ganar y las vamos a tener encima allí también y no se sabrá por cuantos
siglos!
¡Por lo tanto…
Apiádate de nosotros, Dios mío, que tú también eres macho!
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