Ayer,
desesperado, corrí a comprarme un par de tabas espectaculares y no porque el
stock de mis zapateras estuviera agotándose; o por el contrario, tener las “tabas”
tan pasadas de moda que parecían estar camino a verse como sandalias romanas; mas,
en honor a la verdad, mostraban tanto recogimiento que ya parecía que, al
quitármelos, efectuaban un acto de contrición con una increíble reverencia
católica: automáticamente y por decisión propia, se juntaban la punta con el
talón cual si fueran gusanos envueltos en sí mismos y la suela semejaba una circular caparazón…
pero eran mis tabas del alma.
Mas lo peor
sucedió la semana pasada, pues tuve desagradables “tropezones tamaño XXXLarge” que
no cabían en mi propia oficina, porque el maldito chisme se estaba difundiendo
por toda la empresa llegando hasta las 13 sucursales a nivel nacional. En ese
momento, no quise creerlo, pero estaba propiciando una miserable lástima; sobre
todo entre mis causas: aquellos infidentes, lenguas de trapo, viejos compañeros
de correrías, aventuras y chupetas:
-Oye, Zambrano,
¿te has enterado de la última?... El Chato de Recursos Humanos es chicapierna!
-Claro pue, won!
Si es un petizo de la GP… pero es el enano más pen…denciero de la unidad ¿y
cuál es el cuento? ¿Sigue con la potable tía VW, que nunca para en Mesa de
Partes? ¿El retaco usa prótesis?
-No usa nada de
nada! Pero, no vayas a decir esto… porque es muy íntimo y como amigos que somos…
¡debemos hacerle el bajo!
-Suelta, suelta
que me estoy comiendo hasta el calzoncillo! ¿Tan brava es la cosa?
-Pues de eso se
trata… también es chato de allí! La tía de Recursos se lo contó a su Secre… que
el Mojón calza del número 35!
-O sea que el maldito
es super, archi, recontra bien aventajado! Semejante…
-Talla 35… de
zapatos!
-¡No jodas!
Pobre Enano! Pero no te preocupes,… que soy una tumba ¡
Al instante, la
pequeñez de mi cuestión voló por todos los WhatsApp y todo el santo día la
Oficina de RR.HH. estuvo inusualmente invadida por propios y extraños
“amigos”. Al comienzo creía que mi
simpatía estaba que reventaba de amigos y amigas –algunas nunca vistas-; sin
embargo, luego reparé que todos, absolutamente todos, clavaban su mirada en mis
pies, se volteaban y poniéndose la mano sobre la boca trataban de disimular
inmensas sonrisas. Aquello me sacó de quicio y no pude dormir. Solo cuando
volteé para mirar en el piso mis remangados zapatos caí en la cuenta: estaban
muy viejos!
Me he comprado
un par de tabas talla 45 con plataforma interna y con ello me debo ver mejor y
casi de la talla común. Al comienzo tuve pequeñas dificultades para tratar de
dominar aquellas enormes bestias y con cada paso parecía arrastrar dos enormes
moles tamaño familiar.
-Hola,
“Recortao”! ¡Qué buenas tabernas nos echamos al diario!
-Sí, pues,
“Anisao”, t´as hervido tuavía! La oficina se ha llenado con tu turrón!
-No, se ha llenado
con tus portaviones, Rerrecortao! ¡Allí pueden caber tú y la tía!
-No, solo yo con
tu vieja!
-A mi vieja no
la metas, won!
-No metamos a
las viejas, won!
Y olímpicamente,
seguía luciendo orondo mis brillantes barcos que los arrastraba buscando que
todo el mundo reparase en su estreno, pero por sobre todo en su espectacular
tamaño. Recibí mil felicitaciones de propios y extraños. Tanta gratuita
amabilidad iba carcomiendo mi fingida indiferencia. Así llegué a mi escritorio
y sorpresa… la oficina estaba vacía. Solo una blanca hoja de papel frente a mí
señalaba una inscripción: No necesitas ese par de buques de semejante tamaño;
lo que tú precisas es cambiar otra cosa… aprovecha que ya existen prótesis…!
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