Doctor: solo en un espacio de suma tranquilidad -ya
que creo estar viviendo una fuerte depresión
que, considero, alcanza picos de una desgraciada paranoia-, es que le
estoy dirigiendo estas infaustas líneas; porque hoy, como todos los 365 días
anteriores, en los últimos tres años, he amanecido con un humor de mierda y
ochenta mil veces he mandado a la misma, esta reprimida consulta, después de
haberme visto la cara de culo abombado con la que despierto cada maldita mañana.
Recientemente acabo de cumplir los 18, pero en dicho día me pegué una encerrona
solitaria de 18 horas sin poder explicarme el porqué de tan fatal decisión. Tan
solo recuerdo, con mucha rabia, que quise castigar mi ansiada libertad
sacándole chispas a mi juguetito… esperando que se me pase ese insoportable
estado de ánimo… hasta que me quedé dormida.
Al día siguiente, tardé en abrir los dolidos ojos y mi
habitación giraba locamente junto con mi endiablada cabeza que reventaba de
dolor; sin embargo, en un esfuerzo supremo, cogí el celu y llamé urgentemente a
mi pareja. Solo en esas escasas horas sentí un pleno desahogo y al toque,
cambió mi estado. Creo ser una chica normal que solo desea vivir con
tranquilidad. Tengo lo necesario y suficiente para vivir cómodamente. Mas no
hallo explicación alguna a lo que me sucede y jode hasta el infinito. Soy una
persona sana que se cuida bastante y solo tomo pastillas anticonceptivas para
poder terminar mis estudios superiores sin ningún inconveniente. Doctor, ¿es acaso
que debo permanecer en un clinch que rompa todo los records mundiales de
aguante para conseguir algo de paz y sosiego? ¿Qué me pasa, doctor? ¿O es que
mi organismo exige cambios en mi dieta alimenticia, en mis revoltosas hormonas
o en mi dieta sexual? ¿Qué diablos es lo que me recomienda, doctor? Porque si
no hallo solución a esta huevada que no me deja vivir a plenitud, por Dios que
salgo de mis casillas, mando todo a la mismísima mierda, voy a su consultorio y
no le dejo un hueso sano hasta que logre acertar con su solución. Así que está
advertido!
Ma. Antonieta de las Bolas, Ancón.
Tranquila,
tranqui… mi querida Ma. Antonieta, porque trato de comprender la situación en
que vives y sobre todo el gran aguante que te manejas. No creo que vayas a
romperme el kiosko porque pondré a tu disposición todo mi conocimiento para
sacarte de esa “maldita” postración en la que te encuentras. Pues, por los
datos recibidos, asumo que tienes un cú…mulo de preocupación y ello te mantiene
en la jota de la depre y… en buena hora que acudes a mi consulta para ayudarte.
Tu cuestión –en
el mejor sentido- es básicamente hormonal, generada por la desmesurada ingesta
de pastillas anticonceptivas adquiridas (seguramente) en el mercado negro;
siendo el humor de perros que te manejas una de sus consecuencias negativas; la
otra, puede ser una suba excesiva de peso, amén de otras, a cuál más desagradables,
ocasionadas por el subibaja forzado en tu sistema hormonal. Las terapias que te
recomiendo al respecto son: colocarte implantes anticonceptivos como el
Implanon o Nexplanon; hacerlo con un anillo puesto… pero un anillo de tipo
vaginal; bien meterte previamente una esponjita protectora o cubrirte con un
colorido capuchón cervical; tal vez prefieras ponerte el condón femenino sabor
fresa salvaje o, finalmente, convertirte en la perfecta devota a muerte de la
abstinencia total; aunque, la verdad, no creo que lo seas tanto, ni que quieras
morir de inanición… tampoco sin antes intentar ahogar con solo las piernas a
todos los hombres de la región, además, matarlos a pausas con socorridas
retiradas a tiempo, ante su solo intento de evadir las protecciones y así
lograr poner un parche de árnica al asunto. (cosa que tampoco resulta). Aunque
también hay parches anticonceptivos.
En espera de
recibir signos de tu esperada felicidad en tu próxima misiva y después de
conseguirla empleando cualquiera de los métodos sugeridos, me despido con un
fuerte abrazo. En caso que ya no sea posible que cambies de carácter ni actitud
y te pongas más terca que una mula, -y solo en tal caso-podrías recurrir, en
última instancia a controlarte por medio de tu regla y determinar con absoluta
exactitud esos peligrosos días fértiles, pues no solo es cuestión de dominar
matemáticas, sino, esencialmente de matar fuegos y pasiones; porque una vez que
te inicien el calentamiento global, te puedes olvidar que Dios es Cristo y el
Espíritu Santo no te va a salvar haciéndose cargo de tu hinchazón… Jesús!
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