Dr. Chiro T. Fast:
Acudo a su consulta a fin de saber cuál es la causa de una
permanente picazón “que la está matando” a mi imponderable zamba cada vez que
completamos un ardiente clinch; también, el obtener una cura para su
padecimiento; puesto que la está afectando no solo corporalmente, sino que
últimamente se resiste a tener nuevos encuentros y eso me está matando a mí. Al
comienzo, pensamos se debía a una mutua falta de higiene, razón suficiente, para
cambiar nuestra abluciones pues, aparte del baño higiénico de rigor, le dábamos
una, dos, hasta tres remojones complementarios a la zonas afectadas. Pero, su problema aún
persistía hasta convertirse en una verdadera tragedia y ella, tratando de calmar
ardores, empezó con los chorritos de agua oxigenada, que solo aumentó los
deseos de conseguir insecticidas; luego pasó al alcohol alcanforado (receta de
su vieja), que resultó solo un barniz para sus prendas; y la comezón andaba o
mejor corría su propia maratón al otro extremo; ante tal apuro, volaron las
pomadas milagrosas, los ungüentos infalibles, hasta los cientos de soluciones
asépticas en spray; pero nada de nada! Al mismo tiempo, y para menguar sus
ardores, al inicio, se rascaba con una suave mota de tela polar, para pasar a
frotarse con un cepillo de dientes y terminar haciéndolo con otro cepillo pero
de metal. Las consecuencias eran previsibles… hoy el Monte de Venus y sus
alrededores desaparecieron en una confusa mezcla de arañazos, surcos,
hemorragias e incontenibles inundaciones de llanto.
A la par, y como no podía ser de otra manera, acudí a mi urólogo,
quien me auscultó el miembro de arriba abajo por varias veces, teniendo que
cortar su entusiasmo con mucha solemnidad arrancándolo de cuajo porque estaba
cambiando de expresiones su animado rostro. Certificando, finalmente, que el
instrumento estaba exento de ETS; asimismo, ella sabía que no podía seguir en
esta obligada dieta e inclusive tratamos de hacerlo con profilácticos, pero
igual, finalizado el coito, empezaba su endemoniado trabajo a dos manos, diez
uñas y mil saltos en cuclillas, anulando la anhelada satisfacción mutua. ¿Qué
hacer?
Dionisos
Awantillo, La Rinconada
Estimado Dionisos:
Lo primero que debo señalar es que lo suyo no es
una situación irremediable, sin embargo, que la cosa pica, pica y cómo! Te da
ganas de sacártela con pico y lampa! (según referencias ajenas). Bueno, en
líneas generales esta invasión de picor puede deberse a múltiples causas: ropa
interior, materiales sintéticos, hongos o una simple vaginitis que, exacerbada
por el continuo roce durante el cepillado, eleva la desesperación hasta límites
noicos y ya se quisiera tener un hacha para sacarle la miéchica al infernal
escozor. Por lo tanto, que tu zapatilla acuda a su ginecólogo y pueda
determinar su causa; en cuanto a lo otro, amigo, tendrás que resignarte a tus
remedios caseros, que no ha de faltar un roto para un descosido; es decir:
amarrarte las manos, yoga y 10 duchazos de agua helada cada hora. Paciencia y
buen humor!
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