Había entrado, como todos los
días, directamente hacia mi acostumbrada torre de observación, habitáculo semicircular ubicado en la parte
central del conocido Café “Mi Último Secreto” a pocos pasos del Ministerio del
Interior para servirme un clásico ´Grand
Express´ con doble crema. Seguramente que, por lo avanzado de la mañana, no
había muchos parroquianos disfrutando las ricas variedades de la mágica y
reconfortante bebida.
-Buen día, Mr. Kent! ¿Cómo lo
recibió esta mañana del indiferente Miércoles de Ceniza?
-Con mucho frío, chica linda!
Estoy hasta con medias y calzoncillo de lana… je, je,
¿Le sirvo lo de siempre? ¿Con o
sin?...
-Para variar… lo mismo y con
mucha crema, amor!
Luego veía alejarse esa joven y
esbelta silueta envuelta tras una simpática sonrisa. Mientras me traía el pedido,
miré alrededor de mi atalaya y desde allí contemplaba algunas parejas
parloteando y saboreando diversas bebidas calientes cuyos vapores se confundían
con el vaho expedido junto con su hablar animoso. Pero, algo flotaba en este
querido ambiente que me resultaba extrañamente inusual. Giré hacia el otro lado
y nada! Los muebles, la decoración y los usuarios resultaban hartamente conocidos.
Nuevamente repasé detenidamente por el oscuro y noble comedor… Sí, efectivamente,
una figura extraña envuelta en un llamativo sobretodo que, desde mi torre,
semejaba estar descolorido, bastante ajado y extremadamente largo, envolvía
totalmente a aquel individuo que, agachado notoriamente, parecía querer esconderse
entre las hojas totalmente abiertas del diario que leía o fingía leer. De
pronto rompió su forzada inmovilidad, levantó la cabeza cubierta con un
sombrero de anchas alas; miró nerviosamente hacia ambos lados y volvió a
encogerse sobre su mesa solitaria. Si pues, parecía querer pasar desapercibido
entre las sombras cómplices del salón que conservaba su apariencia clásica,
antigua; pero el inquietante giro de su dorso generaba todo lo contrario:
mostraba un bicho raro que pugnaba por envolverse entre aquellos tenues rayos
de luz que apenas podían filtrarse por las rendijas de las puertas y ventanas…
como queriendo hacerse un ovillo de indiferente negrura.
-¿Le puedo hacer compañía… amigo?
–le dije- acercándome a su pequeña mesa de madera oscura que ya parecía
desaparecer metida en un rincón.
-Bueno… este…sí…; yo dicir… no
tener in-con-ve-nien-te alguno! -Musitó entre dientes- levantándose las solapas
a la vez que me señalaba, con un gesto, el asiento contiguo.
-Como lo veía solo y… (no queriendo
incomodar más, solo atiné a decirle) -buscaba alguien con quien poder disfrutar
el magnífico café que aquí sirven… ¿sabía eso, nooo?
-Of course! Sí, clarou; porr esou
venir aquí! Este café serr very famouso!...pero yo soulo estarr unos minuts,
pues tenerr un trabajou very very uryente por hacerr para…
-No se
preocupe, si gusta me retiro a mi anterior ubicación! E hice el además de
levantarme.
-No, no…! Yo serr
stiupid y mal erucaro… sorry! Tú comodar… next to me! voy sacarr unos minuts parra
usted… que ha trratado de serme companía y…and … I need somebody help me!
Aunque serr muy delicada my situación… y no quisierra…
-Don´t worry,
my friend! Que por su acento, entiendo que usted es un extranjero como yo… y sé
lo difícil que es hallarse en un lugar que no es el suyo; adelante!, que
dispongo de algún tiempo como para ver qué puedo hacer por nuestro encuentro…
un tanto obligado por el frío y la necesidad de tomar algo caliente…!
-¿La firme,
Mr.? Estoy con uniforme!
-Sí, ya lo
veo… por el gabán… luego se ve… ¿Es usted de la CIA o de la DEA?
-De ninguna de
las dos! ¡Mi uniforme está debajo del capote!
-¿Cómo…ahhh…
ya veo: es el color de la policía… de Brasil, de Ecuador o de Bolivia?
-No puedo
decirlo! Estoy de incógnito!
-¿Sí? Pero ese
color es de…
-Es muy parecido…
lo compré en uno de los bazares contiguos… todo por 500 cocos… incluyendo el
arma de reglamento no identificable!
-¿Papeles
también?
-Todo… todo!
Incluyendo el acento gringo!
-No jo…! Y…
cuál es la gravedad del asunto?
-Desde el
lunes de la semana pasada he sido asignado al comando de inteligencia y debería
estar allá… en el lugar de los hechos!...”En el término de la Distancia”!
-¿Y qué
prefieres? ¿Un Ferrari, un Lamborghini… pasajes aéreos… helicóptero o una avioneta
inidentificable; además dispongo un submarino biplaza… mas tu problema dices
que es el tiempo; sin embargo… creo que el verdadero problemón es tu caramelo
100% nacional que te delata a 100 km. de distancia… y un ligero trasplante de cara -en tu caso-,
sería un prodigio único en la cirugía mundial… el prototipo que te mandas es
dramáticamente irrepetible y no necesitas escudo o protección alguna… solo con
tu presencia puedes ocasionar una diarrea fulminante a toda una veintena de
indeseables… y solo con un abrir y cerrar de ojos puedes hacer cantar en do
mayor a cualquier narco aunque esté preparado y recomprobado por el Cártel de Aguantía… Algo más, aquí,
entre paisas, y como me has caído muy bien, choche, aquello de la cirugía
estética creo -de todo corazón-, que se postergaría indefinidamente por el peligro de ocasionar un infarto al
miocardio a todos los galenos, debido a
la extrema impresión recibida en los exámenes preoperatorios; luego, de pasar
ese momento crucial, para el desarrollo de la operación misma se podrían utilizar
un sistema video-conferencia, contando con el apoyo de brazos mecánicos
controlados a tres cuadras de distancia… por siaca. Pero, tratándose de generar un indudable avance en la ciencia
local… me ofrezco a conseguirlo por la módica suma de 10 palos verdes, todo sea
en aras de nuestra amistad!.
Sin embargo,
observando mejor tus facciones, ahora que hay suficiente iluminación, convengo
contigo y… retira tu mano de la pistola: creo que tienes toda la razón del
mundo… el tiempo es tu mayor enemigo.
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