jueves, 28 de abril de 2016

CHERLO HÓMEZ

Había entrado, como todos los días, directamente hacia mi acostumbrada torre de observación,  habitáculo semicircular ubicado en la parte central del conocido Café “Mi Último Secreto” a pocos pasos del Ministerio del Interior para servirme un clásico  ´Grand Express´ con doble crema. Seguramente que, por lo avanzado de la mañana, no había muchos parroquianos disfrutando las ricas variedades de la mágica y reconfortante bebida.

-Buen día, Mr. Kent! ¿Cómo lo recibió esta mañana del indiferente Miércoles de Ceniza?
-Con mucho frío, chica linda! Estoy hasta con medias y calzoncillo de lana… je, je,
¿Le sirvo lo de siempre? ¿Con o sin?...
-Para variar… lo mismo y con mucha crema, amor!

Luego veía alejarse esa joven y esbelta silueta envuelta tras una simpática sonrisa. Mientras me traía el pedido, miré alrededor de mi atalaya y desde allí contemplaba algunas parejas parloteando y saboreando diversas bebidas calientes cuyos vapores se confundían con el vaho expedido junto con su hablar animoso. Pero, algo flotaba en este querido ambiente que me resultaba extrañamente inusual. Giré hacia el otro lado y nada! Los muebles, la decoración y los usuarios resultaban hartamente conocidos. Nuevamente repasé detenidamente por el oscuro y noble comedor… Sí, efectivamente, una figura extraña envuelta en un llamativo sobretodo que, desde mi torre, semejaba estar descolorido, bastante ajado y extremadamente largo, envolvía totalmente a aquel individuo que, agachado notoriamente, parecía querer esconderse entre las hojas totalmente abiertas del diario que leía o fingía leer. De pronto rompió su forzada inmovilidad, levantó la cabeza cubierta con un sombrero de anchas alas; miró nerviosamente hacia ambos lados y volvió a encogerse sobre su mesa solitaria. Si pues, parecía querer pasar desapercibido entre las sombras cómplices del salón que conservaba su apariencia clásica, antigua; pero el inquietante giro de su dorso generaba todo lo contrario: mostraba un bicho raro que pugnaba por envolverse entre aquellos tenues rayos de luz que apenas podían filtrarse por las rendijas de las puertas y ventanas… como queriendo hacerse un ovillo de indiferente negrura.

-¿Le puedo hacer compañía… amigo? –le dije- acercándome a su pequeña mesa de madera oscura que ya parecía desaparecer metida en un rincón.
-Bueno… este…sí…; yo dicir… no tener in-con-ve-nien-te alguno! -Musitó entre dientes- levantándose las solapas a la vez que me señalaba, con un gesto, el asiento contiguo.
-Como lo veía solo y… (no queriendo incomodar más, solo atiné a decirle) -buscaba alguien con quien poder disfrutar el magnífico café que aquí sirven… ¿sabía eso, nooo?
-Of course! Sí, clarou; porr esou venir aquí! Este café serr very famouso!...pero yo soulo estarr unos minuts, pues tenerr un trabajou very very uryente por hacerr para…
-No se preocupe, si gusta me retiro a mi anterior ubicación! E hice el además de levantarme.
-No, no…! Yo serr stiupid y mal erucaro… sorry! Tú comodar… next to me! voy sacarr unos minuts parra usted… que ha trratado de serme companía y…and … I need somebody help me! Aunque serr muy delicada my situación… y no quisierra…
-Don´t worry, my friend! Que por su acento, entiendo que usted es un extranjero como yo… y sé lo difícil que es hallarse en un lugar que no es el suyo; adelante!, que dispongo de algún tiempo como para ver qué puedo hacer por nuestro encuentro… un tanto obligado por el frío y la necesidad de tomar algo caliente…!
-¿La firme, Mr.? Estoy con uniforme!
-Sí, ya lo veo… por el gabán… luego se ve… ¿Es usted de la CIA o de la DEA?
-De ninguna de las dos! ¡Mi uniforme está debajo del capote!
-¿Cómo…ahhh… ya veo: es el color de la policía… de Brasil, de Ecuador o de Bolivia?
-No puedo decirlo! Estoy de incógnito!
-¿Sí? Pero ese color es de…
-Es muy parecido… lo compré en uno de los bazares contiguos… todo por 500 cocos… incluyendo el arma de reglamento no identificable!
-¿Papeles también?
-Todo… todo! Incluyendo el acento gringo!
-No jo…! Y… cuál es la gravedad del asunto?
-Desde el lunes de la semana pasada he sido asignado al comando de inteligencia y debería estar allá… en el lugar de los hechos!...”En el término de la Distancia”!
-¿Y qué prefieres? ¿Un Ferrari, un Lamborghini… pasajes aéreos… helicóptero o una avioneta inidentificable; además dispongo un submarino biplaza… mas tu problema dices que es el tiempo; sin embargo… creo que el verdadero problemón es tu caramelo 100% nacional que te delata a 100 km. de distancia… y  un ligero trasplante de cara -en tu caso-, sería un prodigio único en la cirugía mundial… el prototipo que te mandas es dramáticamente irrepetible y no necesitas escudo o protección alguna… solo con tu presencia puedes ocasionar una diarrea fulminante a toda una veintena de indeseables… y solo con un abrir y cerrar de ojos puedes hacer cantar en do mayor a cualquier narco aunque esté preparado y recomprobado  por el Cártel de Aguantía… Algo más, aquí, entre paisas, y como me has caído muy bien, choche, aquello de la cirugía estética creo -de todo corazón-, que se postergaría indefinidamente  por el peligro de ocasionar un infarto al miocardio a todos los galenos,  debido a la extrema impresión recibida en los exámenes preoperatorios; luego, de pasar ese momento crucial, para el desarrollo de la operación misma se podrían utilizar un sistema video-conferencia, contando con el apoyo de brazos mecánicos controlados a tres cuadras de distancia… por siaca. Pero, tratándose de  generar un indudable avance en la ciencia local… me ofrezco a conseguirlo por la módica suma de 10 palos verdes, todo sea en aras de nuestra amistad!.

Sin embargo, observando mejor tus facciones, ahora que hay suficiente iluminación, convengo contigo y… retira tu mano de la pistola: creo que tienes toda la razón del mundo… el tiempo es tu mayor enemigo.
                                                                                     
  

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