Estimado doctor Chiro T. Fast:
Disculpe la letra porque acabo de pegarme la cuarta manoletina que ya
quisiera el Gran Manolito darse unas cuantas corridas como las mías. Asisto a la
plaza diariamente y me pego cuatro o cinco faenas espectaculares; pues, en ese
momento creía era la mejor solución a mis sueños, ensueños y continuas
poluciones nocturnas en su segundo aniversario por causa de mi de mi amor
platónico. Sin embargo, ahora cada vez me siento sin ganas ni para pensar,
mucho menos para comer o para ir a la escuela. Realmente estoy tan flaco y
desganado que ni hago sombra y solo me refugio más y más en mi inseparable
Manuela. También quiero que quede en el olvido
por siempre mi chapa “muñeca brava”.
Hoy me he levantado diferente (mis viejos me han sacado en hombros).
Después de mucho tiempo le he metido diente al pan y la leche (qué pajota¡) y
estoy pensando en la mejor manera de
colgar mis trapos tauromáquicos y me dije: esto no puede seguir así y le puse
manos a la obra y me pegué la del estribo. Pues bien, doctor, ya sabe a qué me
refiero. Pero, antes explíqueme, por favor: ¿qué hago si la causante es mi
profesora de artes marciales: una chinita, buena, buena; buenota, de 1.75m más
o menos y seguramente esconde bajo el uniforme un brasiere 38B, una cinturita
de 60 cm. y lo de más abajo es
monumental (porque levanta muchos obeliscos) y si es un problema cuando
está cerca y deja escapar una sonrisa
muy pero muy pícara, lo peor es cuando se voltea para mostrar una pose de
defensa: todo el mundo se cae de espaldas so pena de clavarse en el piso del
gimnasio si se vienen de cara. Ella es mi delirio. Yo sé que ella es solamente
para mí. Lo juro. Del arrobamiento he
pasado a admiración y por el vaivén de
sus caderas hace varias noches que no duermo, no pienso, no como, ni quiero
seguir así. ¿Qué opina doctor, me declaro y le hago conocer mi amor o le mando
una carta a su correo electrónico? Al respecto le hago saber que soy estudiante
del quinto grado de primaria, tengo 10 años, pero me han dicho que para el amor
no hay edad. ¿Verdad?
Benjamín, El Pajonal
Estimado Benja, el deber me
obliga a responderte como todo un profesional a quien acude un paciente a si
seas un mocoso de miércoles como me hubiera gustado decirte: ocúpate primero de
tus tareas escolares; haz pis, reza y al sobre!
Mas, como te dije, eres un
paciente más al que debo todo mi respeto, pero me guardo todos mis malditos
deseos de darte un par de chicotazos en el mero mero.
Lo que te sucede el algo muy
natural. La edad cronológica no es una condición exacta para el inicio de la
aparición y definición de tus caracteres sexuales. Hay otros factores
concurrentes como los son la maduración, dieta, ambiente, la función mediática
y, sobre todo el chorreo de testosterona, en cantidades navegables, en estos
momentos deben estar acelerando tus procesos de maduración sexual y sus
manifestaciones que te van a convertir en todo un varón; lo cual no quiere
decir que eras un marica camino a convertirse en todo un machote de la gran
flauta.
Por las referencias que me das,
seguro que eres uno de los más grandes toreros del barrio experto en la manoletina y si no puedes dormir es porque
pareciera que estuvieras en un colchón de paja, porque es paja ¿no? Es decir te
resulta demasiado agradable el conjunto de dulces sensaciones que te hacen
parecer que te hallas en el cielo y en los brazos de tu amada; aunque la
verdad, no será precisamente esa parte.
Si bien en la antigüedad (10 años
atrás, todavía los sacerdotes recomendaban no hacerse tocamiento obscenos, so
pena de irse de cabeza al infierno, perder la memoria, volverse tebeciano o
peor, que su práctica abusiva te iba a sacar pilosidades en las palmas de las
manos (sobre todo si lo hacías con ambas y sin cambio de ritmo); entonces la
cosa se ponía fea y te creaban una serie de traumas que solo los superabas en el
viaje de promoción empujado por los compañeros y el obligado “bautizo” en un
burdel por invitación colectiva
conseguida a empellones.
Hoy en día, se sabe que es una
práctica necesaria y que responde a la naturaleza de tu organismo. Pero como
todo en la vida debe darse en forma natural y solo responder a las necesidades
del momento; y si esta afición se te va de las manos, puede convertirse en una
adicción de consecuencias irreversibles: ni siquiera la presencia de tu media
naranja podrá alcanzar los límites de satisfacción logrados por tu
insustituible manita. Es la neta, mano¡ ¡Párala ya¡ (detenla) y cámbiate de
muñeca… aunque sea una de goma. Así que, toma tu lechita; haz pis, amárrate las
manos y al sobre¡ So pedazo de mocoso…
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