viernes, 4 de septiembre de 2015

LA SEGUNDA DEL MISIONERO


Estimado y recordado Dr. Chiro T. Fast:
Le escribo otra vez y con el mismo propósito, ya que la respuesta anterior no fue lo suficientemente clara ni precisa respecto al Coito Interruptus. Su contestación fue enmarcada dentro de la historia nuestra y no en la célebre pose del misionero. Esta  como creo, tiene orígenes más antiguos, los que deben estar centrados en el Medioevo y allá por las Europas. Así que, nuevamente le pido, por favor, acceda a esta petición; porque resulta, hasta cierto punto, imprescindible para el futuro de mi hogar. Ya que nos han referido que debido a su práctica continua se pierde la sensibilidad y, sobre todo, la capacidad sexual, cayendo en una permanente impotencia, amén de frigidez y en algunos casos hasta la infertilidad. Luego, le pido se sirva responder a este su asiduo admirador por sus atinadas recomendaciones, consejos y recetas.
Juan Pablo, La Capilla
                                             
Estimado Juan Pablo: tal como lo insinúa en su misiva, los orígenes de este primer preservativo natural se pierden en la oscuridad no solo del Medioevo, sino entre las sábanas de nuestras primeras generaciones (si es que las tenían o las usaban, cosa muy improbable porque la hoja de parra, de ese entonces, únicamente les permitía ocultar sus miserias si comparamos, por ejemplo. con la de otros animales del Paraíso: la del imponderable Aarón, venga el caso, por su extremada envergadura y disposición inmediata; no permitiendo que la cosa sea cubierta en toda su extensión, dejándola mayormente expuesta al aire so pena de pisarla o confundirla con  un proyecto vivo de anaconda o simplemente tener unos constipados permanentes por parte de sus mironas vecinas, las primeras voyeristas de la historia). Bueno, yendo al asunto; es decir a la consulta: dada la postura de la pareja (generalmente en pie, face to face, y con un entusiasmo de la gran flauta; el acto pronto se ve un tanto conmovido por la presencia, del clímax, del orgasmo y, sobre todo del otro dueño de la presa. Se podría pensar que eran razones más que suficientes como para interrumpir la función, sin embargo, como la manzana era del vecino, aumentaba el desafío, la competencia y dado el afán de superioridad  machista  se le ponía más ritmo, empuje y dedicación hasta que la cosa se tornaba incontenible y al rojo vivo: traduciéndose en accesos y jadeos, seguidos de una respiración entrecortada, apurados por los continuos avisos de  calambre inmediato y los pasos inconfundibles del dueño, obligaban al macho de turno tomar una retirada fulminante con las consecuencias propias del momento: caerse de bruces porque estaba con los pantalones abajo, buscar otra salida o ponerse en manos de Dios, porque si lo chapaban le aplicaban la Ley del Talión: ojo por ojo…aunque en este caso, con toda seguridad era: con la vara que midas… pero, además, el roche dejar todo el jardín regado… con mucha desesperación, miedo y manifiestos anhelos de  poder terminarlo como Dios manda¡ Esto, que pareciera el nacimiento de una nueva especie inferior: el venado; por el contrario ha servido como la tabla de salvación para evitar embarazos no deseados, celos infundados, duelos por la honra mancillada y requetemancillada, hasta suicidios de algunos individuos poco comprensibles de las flaquezas humanas.

Nuevamente, volviendo al punto de la consulta, su práctica continua, obviamente, sacude abruptamente a ambos protagonistas, tanto física como psicológicamente. Generalmente el machucante está listo para la fuga y la machucada da la voz de alarma, pero muchas veces los chicotes se sobrecalentaban y explotaba un  corto circuito por la carga eléctrica acumulada por ambos generadores exigidos a su máxima expresión y el huayco tenía que evitarse, arrojando a varios kilómetros a la pareja. Aparte de estos pequeños contratiempos, la cosa era muy pero muy buscada, sobre todo en las representantes de las tribus  vecinas. Luego, la condición física tenía que estar 100% sobre todo si se notaba la presencia del candidato a venado y sus permanentes repeticiones terminaban con el cuerpo maleteado, postrado y con un ritmo de acoplamiento interminable e inconfundible, lo cual podía hacer sospechar a todos los miembros del clan que había habido un buen clinch. En suma, la parte física terminaba hecha puré de caderas, toda la zona sacra y la no sacra también.

En cuanto al daño psicológico, porque era lo que más se resentía y se reciente hasta ahora (pregunten a los púberes que se inician) la continua insatisfacción por no culminar el acto como Tatito lindo lo recomienda y como protección a su grey de reses lo aconseja, hay un complejo de culpa que se va forjando por tantas razones que se van acumulando a lo largo de las constantes interrupciones. Pero no se preocupe. Usted se puede recuperar: 1º, busque un matadero oficial: ahora los hay hasta de 20 lucas y con res incluida; 2º, prefiera parejas no comprometidas y 3º, no tiene nada que ver con la impotencia, la infertilidad o pérdida de memoria. No se preocupe y haga la prueba con esa vecina que le está recalentando el cerebro reptil  hasta la médula. Suerte, mataor!

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