Habiya amaneciu tuito nublau y diadepronto tronó una voz alta y muy aguda en la sala:
-¡Oíte Benooo… Benitooo… Benooo…Decíme, por Dios,
¿Ande estáisss…?
-¡Qué pasa contigo, mujer! ¡Maver… decímeee…¿Qu´ia
pasau… por qué estáis tan alborotada?
-¡Ni t´imagináisss… Beno! Tu wawa, tu wawa, puesss…
-¿Qu´iaycho mi wawa?
-¡Ha metiu la mano a mi faltriquera y ´iasacáu la
plata…!
-¡No puede ser! Este koro es sano… Redepente, t´ias
equivocau…él no puede hacer eso… Por más que me lo digáis…!No lo creyo!
El día anterior;
tamién por esa mañanita escura, jui a comprar el pan, como tuitos los diyas. Ya
sabiya que teniba que dentrar al dormitorio, coger la faltriquera de mi agüela
y sacar d´iallí una peseta. Con esa peseta era sufishente pa´ dir a la tienda
de doña Clara, saludarla en la mañanita y pedirle:
-Doña Clara, güenos diyas… como shempre, d´emusté diez
centavos de pan… de tres cachetes, peee…
-¿Q´uia pasau hoy diya… solo vais a llevar diez
centavos? Si t´uagüela, la Mariya, shempre manda a pedir los veinte centavos de
tuita su vida…
-¡Nooo… por ahora,solo m´iadicho que compre diez
centavos… es sufishente…porque m´iagüelo Beno, va tener que yir a´utro sitio…
-¡Ahhh… güeno… s´ies así…! Ya pues, pero, mirá, lo que
te tengo en esta cajita… L´uacabo de comprar…
Aquicito nomá,
delante miyo, pareciban llamarme dende aquella primorosa cajita de madera, esos
chillantitos trompos ricién sacaus del taller. Tomé uno entre mis manos y allí
pareciba estar durmiendo yesperando que lo dispierte con mi dietra mano
derecha, que era la que nunca fallaba un tiro.
-Como estáis viendo, estos trompos son de lloque,
y´están esperando que te llevéis, por lo menos un parcito… Andá, decíle a tu
agüelo -que te quiere tanto- que te los compre… porque están muy baratos… a
diez centavos cada uno… diez centavos nomá… porque sois nieto del Beno Paderes,
por eso te digo Beno Chiquito…
Llegué a la casa
más feliz que nunca agarrando fuerte mi trompo dentro del bolsillo, casi
acariciándolo a ratos. Por la noche estaba contemplando mi nueva adquisición,
aquel trompo que para mí, era maravilloso y ya pensaba decirle a mi agüelo que
me ayude a sacarle punta a la púa que me pareciba estaba loncca. Él d´iaseguro
que m´eliba a dejar como navaja y lista pa´ser el mejor de los trompos.
Yíbamos a
almorzar, cuando redepente escuché una voz que tronaba en tuita la casa:
-¡Benooo…Benito… Benooo… Creyo que tu wawa
s´aiequivocau y ha comprau solamente diez panes… y lo peyor, el güelto no l´ua
puesto en la faltriquera… Pero…! S´ia fregau conmigo… porque yo l´uago
cantar…!Pasáme el sanmartincitooo!
Ya sabiya que
aquel mentau sanmartincito, n´uera otracosa quel chicote de tres ramales que lo
teniya allí shempre colgado en la pader de la sala c´omuna alvertencia pa´todos
nosotros, cuando hacíyamos algo malo o
dejábamos d´iacer un mandato de la mamitay y arreglaba el asunto: -Voy a llamar a sanmartincitooo… y vais a
ver cóm´uarreglo la cosa en un santiamén…
En un decuido de
mi mamitay y creyendo que ya s´aibiya olvidau, jui d´iajunto el batán y allí
empecé a sacar punta a mi hermoso soldadito preparándolo pa´ser el mejor del
barrio; de pronto, sentí unos pasos detrás de mí y una voz enérgica que me
preguntaba:
-Maver…¿qué tenís entre las manos? Maver… mostrámeee…
¿D´iande has sacau eso? Oíte, zamarrooo… ¿Con qué plata habís comprau eso? ¿A
quién has pediu permiso? ¡Eso no s´iace nunca… Que ya nos ha contau la comadre
Clara lo qu´ias hecho, bandiu… ¡Yo te gua enseñar…
Y patitas pa´qué
las quiero…
Efectivamente,
apenas habiya escuchau esa amenaza, jui esconderme debajo mi catre, en la
seguridá que allí no m´encontrariya…Pero más sabe el diablo por viejo o por
vieja; porque jue el primer lugar ande me chapó. Solo sentí quialgo cruzaba en
el aire y´una juerte quemazón que me partiya el lomo y después, apenas quise
salir de mi escondite, otro más juerte en ambas piernas y sentiya que se me calchaban
las patas… Salí volando en busca de m´iagüelo y no lo pude encontrar.
A la mañana
siguiente, muy tempranito, sentí la presencia de mi viejo protector, quien me
dijo:
-Con esto aprenderá usté a no tomar nunca una cosa
ajena… y peyor s´ies dinero. ¡Tomá estos diez centavos… andá decíle a tu
mamitay que l´uas degüelto el trompo y pometéle que nunca más vais a sacar un
medio de su faltriquera… Yo sé que te quiere tanto como yo y qu´ella está
sufriendo más que tú… Y que te va perdonar… Y dejáme tu trompo… que le gua
sacar una punta pa´que nunca la olvidís…
Y el cielo
empezó a llorar.
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