Dende siempre, mi corta vida m´iabiya enseñau qu´este koro n´uera del montón; es más, pareciba que y´uera harina d´iotro costal... Y dig´üesto porque dende muy chico, sólo mi tata y mi mamitay me llamaban Jorge; y dispués tuita mi jamilla y pa´ mis vecinos era el Coco; mientras que pa´ los demás koros de mi lechigada seriya simplemente “el Gato”. ¿Y por qué seriya esto?
Solo jue, dispués d´ialgún tiempo que pude catiarme
de lleno en el espejo y…la verdá… pues sí, señor, y´uera medio colorau… Con mi pelo que pareciba
com´uel cabello de choclo amariiillooo, maduro…y qu´iademás teniya un par de
ojos…pero celestes; tal cual los de nuestra chanaquita… o seya, mi hermanita
menor, La Carosita; anque mis otros tres hermanos eran como tuitos los demás.
Pero este gatito marrullero se creció d´iadepronto y rapidito aprendió tuitas las
de kiko y kako; Engreyido hasta el pescuezo, me sentiya el rey del rakay y
patas me faltaban p´escaparme de la casa; según deciya el güeno de nuestro agüelo
Benito, pues dende que tuve dos años cumplidos… me mandé a cambiar, trote por
la callecita llenita de tojras y piedras de nuestro Callejón Ripacha; por el
cual, con el tata de mi tata subíyamos cada semana hasta la Pamp´e Polanco pa´ bajar
tacpiando junt´ual cequión que veniba dende La Tomilla y su bordo de puro pasto
chascoso y salpicau de alegres y coquetas gallinitas naranjas d´ese caminito
que nos llevaba hasta las tabladas largas y verdes de Chilina pa´ visitar a su
compadre, el Fili; pero aquella de mi primera escapada, jui a parar al Puesto
de la Guardia Civil de junto al lag´üiSelva Alegre.
Pasaba el tiempo, pero no se m´iolvidaba tirarme mis escapadas para chapar, ocollos, bagres,
ranas y sapos en los pocitos que quedaban en la lloclla o más allacito, en el
mismo Río Chili, abajiti del Molino San Juan y este gatito patiperro se
convirtió en todo un Gato Cimarrón.
Lo años pasaron unos tras otros junto con nuestra
feliz Primaria que quedó atrás, ande tan solo nos juntábamos pa´jugar a
l´esconde-esconde entre tuita la koriada del barrio y´así nos juimos
conoshiendo; hasta formar la tira de koros medios maltones y pronto ya nos
haciyamos insinuashones de tal o cual chica que nos iba gustando o que la
malicia tan propia de la muchachada iba descubriendo en cada guaspiada que dábamos
a determinada vecinita o en aquel rato colorau, cuando d´iun momento a otro,
nos arrejuntaban d´iaporgusto con alguna d´ellas. A mí, casi shempre, m´aibiya
tocau hacerme de pareja con la Uberlinda; y´una vez, apenas escuché su nombre,
una cotimbiada m´ejondió el corazón; d´iaseguro me puse c´omún tomate y no
sabiya el porqué o no quise que nadies lo supiera.
Sí, pueee…Habiyan dau en el clavo! Y aquellos
ojazos inmensos y lindos como la noche, no me dejaban pa´nada. Tuito el diya
m´iacordaba d´iaquella sonrisa que me pegó en la Capilla de la Luisa Barreda, dispués
que me trompecé con el padrecito en ese cuartito qu´iasiya las veces de la Sacristiya.
Un tantito apriocupau, lo seguí has´tel altar mayor y´otra vez lo choqué d´iadeveras;
así pude ver que llevaba algún líquido oscuro que chorriaba de su sotana; pero,
a pesar del golpe, no lo soltó y prefirió cayerse de rodillas antes d´iabrir su
secreto ante tuitos los qu´iasistimos a la misa del diya domingo por la
mañanita… ¡Seguro q´uera su queriu vino!.
Durante la comida estuve muspo y casi ni dije
esta boca es miya. Mi hermanita, la chanaquita, aseguró que miabiya kaikau la
visita al cementerio; mi hermano mayor, mientras se reyía con la cuchara en la
mano, comentaba que estaba empachau. Solo mi mamitay me miraba de rato en rato
y no sabiya si esa mirada era de pena o d´iapriocupashón; pero mi tata, el muy
trejo, adivinaba lo que m´estaba pasando y dijo: ¡Tan solo es una cuestión
de los chicos! ¡N´uay de qué apriocuparse! Mañana mismo, a las cinco de la
mañana, con un güen baño en la cequia…se le pasa toda esa jedequeríya! No
les hice caso y me jui a dormir, sin saber que al diya siguiente, la cosa se
pondriya de color escuro…sí, muy escuro.
En pleno salón de clases estábamos escuchando
acerca de la importancia de los sentimientos y los buenos comportamientos y
supuestamente todos estábamos atendiendo a la profesora, cuando de pronto, el
Chihuanco López, mi compañero de asiento, estaba verde porque no guantaba de
tanto reyirse. No pude más y le pregunté disimuladamente por el motivo; que no
seya tan perro y me participe del chiste qu´iaciya reguir a media clase. Se
puso medio serio y, con mucho esjuerzo, me entregó un papelito bien arrugau: -Mejor
lo leyes en el recreyo, me dijo.
No supe nada más de la clase y tan solo
esperaba, desesperau que seya el recreyo. Tocó la campana y salí volando y me
jui debajito de las gradas pa´leyer bien solito aquel papelito qu´estaba
hashendo reguir a tuita mi clase. Sin esperar un tantito más, cogí el papelito
qu´estaba bien aprietau en mi bolsillo. Lo saqué rapidito. Lo abrí, desesperau
y sentiya qu´el corazón se me saliya por la boca y pude leyer:
¡Esos gatitos del Gato y L´Uberlinda van a
salir chejches!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario