Cómo serís de trolas, mi queriu hijo
que m´iacusáis con ese largo dedo,
dishendo que tuito el diya solo finjo
d´iandar cansau; que ni siquiera puedo:
dispertarme shempre con güen geño,
comer en la mesa sin chorriarme la sopa;
n´iarrastrar las patas, trato; m´empeño;
per´uasta se m´iace ñudos, esta ropa.
¿Qué sabís de mí? De lo que paso
dende que me levanto…
Y trato de rezar…y acaso
sé acordarme de Dios, de mi santo?
Per´uen mi torocma, solo persiste
tuita tu vida y las de mis ñetos;
mi corazón los sabe, los veyo completos
n´uimportando tuito lo que existe.
Q´uioy se celebra el Diya del Trabajo
y decís qu´este diya ya ni lo merezco;
oíte, mozo maltón ¡Qué cara…cho!
Pa´tu libro…esto que t´iofrezco:
solo cuando tengáis tantas leguas
y marcas que te deje la vida;
dispués de chimbar tantas aguas
sabrás que nadies s´iolvida.
D´iacostarme abrumau y con otra torocma,
llenita de penas y mil compromisos;
por tantas razones; por un nuevo dogma:
cambeyar esta m´ialma, por dinero, quiso.
¿Acaso no me vides dende antes?
romperme este lomo diya y noche
pa´darte tuito lo que tienes,
pa´taquearte bien el buche.
M´iolvidé qu´era de carn´y hueso,
que sentiya dolor y manaba sangre;
de mis dedos que paraban tiesos
Que me dispertaba moriu d´iambre.
capujandolé la juerza al mismo viento,
quitandoléee mucho calor al sol;
pues no sentiya lo qu´ioy lo siento,
por verte una sonrisa, mi joven caracol.
Y cuidar lo qu´escondiya en mi racay:
gran perla llena de diamantes
qu´ialguna vez brillariyan, ¡Qué caray!
pa´ser esa luz esperada, dende antes.
Y brilló ese anhelo y pues brillaron
con esa luz bendita de propias estrellas,
q´uen sus mentes las sembraron
del saber, supieron las más bellas…
Y´aura que parau la tareya un ratito,
y m´encontráis botau, hech´un leño,
d´iaseguro convenciu: falta d´empeño;
por no tacpiar de flojo, tanto… tantito.
Sin embargo, pará bien las antenas
qu´este tu molle viejo, seco y retorciu;
nunca se cansó, n´ien las más duras penas…
y´al trote, será tu viga hasta qu´iaya desapareciu.
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