(Continuación)
Si bien est´alma atormentada habiya gozau d´iun
pequeño descanso al descubrir aquel bocau qu´iaura s´iabiya convertiu en el
plato más pediu por tuita la peyonada del lugar; aurita, por lo menos, sentiya
que su Divino Tatito no l´uaviya abandonau del todo, pues en las últimas noches
pudo huaspiar a sus dos mujeres qu´iandaban más tranquilas y que ya´staban
plenamente convencius de viajar al Valle d´iArequipa; sin embargo, el pobre, pa´sus
adentros, seguiya padeshendo por l´alvertensha que l´iaviya hecho el Padre
Prior, al punto que casi no dormiya nadita y se las pasaba cuentando cada noche
que faltaba pa´cumplirse aquel plazo macabro; pues la fecha s´iacercaba más y
más; lo peyor, no sabiya cómo invocar al diablo, menos la forma cómo podriya
hacer un pacto que librara l´almita de su más preciau tesoro, su bella y
adorada hijita.
-¡Perdonaméee…Tatito Lindo, por lo que guacer…
per´uel único que me puede dar una manito es el Saturnino, el viejo brujo
qu´iace de adevino, de doctor y de curandero; dizques de Huancarqui…
Pero, muy pronto habiya llegau la fatídica
fecha, y´el priocupau tata, no sabiya si estaba en esta o en l´autra. S´izo
humo tuito el diya y casi shendo la hora nona, y´astaba listo, vestiu con una
sotana vieja y´en su talega vieja de tocuyo, habiya escondiu una
botellita de agua bendita, una taleguita de sal, tres cabezas d´iajo…y alguito
más. Por s´iacaso, -deciya- casi meyándose de miedo.
Llegó al
escuro descampau y luego, luego, apuró tres toncoriadas del pisco que llevaba
en l´autra mano. S´iarremangó el poncho. Cayó de rodillas y´enterró, catiando a´uno
y´otro lau, la coca, el sullo y´iun puñau de pelos d´iuna condenada. No pudo
más y d´iun solo bebe acabó de magmar tuita la botella de pisco.
-¡Satanás…príncipe
de los infiernos…yo t´invoco a que t´iagas presente…! Rezó
toda una orashón al revés…Se inclinó tres veces seguidas y repitió la letaníya
una y´otra vez; mientras sentiya qu´iquellos temblores le quitaban el allento,
sudaba a montones, la vista se le poniya turbia y ya sentiya perder la vida…
Cuando, d´iadepronto, la tierra s´iagitaba más y más y apareshó unas llamaradas
en su atrás. El inmenso silensho habiya siu roto de la manera más terrible. Las
llamas creciyan y creciyan y de pronto, una voz terrible venida dende las
brasas grandes y rojas, pareciban ser disparadas con cada palabra qu´iapuntaba sobre
el cuerpo d´iaquel mortal qu´iandaba invocando su presensha y resonando en la
profundidad de su cuerpo:
-¡Oye, pobre
oveja descarriada…! Admiro tu valor para hacerte presente…Estaba seguro que no
vendrías…¿O es acaso que quieres sacrificar tu alma por la de tu querida hija,
que es lo que corresponde, nooo?
-Pues, sí,
Belcebú, dueño y señor de los bastos dominios infernales…Si se puede, con todo
mi corazón…Yo te ofrezco mi alma…pero deja que viva a mi querida hijita…ella no
tiene la culpa de nada…Yo soy el pecador…¡No; no hagas eso…es lo único que
alumbra mi existencia; antes, prefiero morir entre tus garras y quemarme tuita
mi vida en tus ardientes aposentos…Escúchameee…el alma de mi wawa, nooo…¿Dime,
qué otra cosa puedo darte a cambio de su vida?
-¡Ya te dije,
solo la pura inocencia de tu hija puede pagar el castigo señalado por tus constantes
desatinos…
-¡Espera,
espera, Satanás… por lo que más quieras. He traído algo que no vais a poder despreshar…
-Has
despertado mi curiosidad…¿Qué podrá ser aquello que me permita cambiar de
opinión? No creo que haya…
-Es un majar
propio de los dioses…
-¡Ni me
menciones esa palabrita…que no puede haber nada que me colme tanto como una
almita…y si es d´iuna doncella, mejor!
-Por Dios;
digo, yo sé que no te vais a poder aguantar apenas lo miréis y mucho más si
sentís su olorcito…y peyor, si lo chaulláis…un solo bocadito…
-¡M´ias
convenciu! Maver, por los cachos que m´ialumbran, mostrame esa delisha que
decís haber trayiu…
Y, luego,
luego, el tembleque tata que seguiya sudando friyo a pesar del infierno viviente
y del penetrante olor a azufre del ambiente, se acercó a la milagrosa talega de
tocuyo y sacó una vianda pequeña engüelta en varios trapos y manteles. La
colocó encima d´iuna piedra grande y la destapó:
-Maver…¿Qué
será esto? No vaya ser que se trate d´iuna trampa…porque me cargo las tres
almitas d´iun solo cocacho… Maver, maver… Se ve que tuaviya está callentito… Y
huele a manjar de los dioses; digo a manjar Pa´los mejores paladares…y ese es
el miyo…Maver…!Un bocau! Pa´quitarle el hechizo, me signo con la siniestra…!Y´adentro,
fieles! Ummm…!Qué delisha! ¿D´iande m´ias sacau este esquisto platillo?
-¿Qué os
parece? ¿Hacemos el pacto…d´iuna vez? Porque tengo otra sorpresa…si es que
aceptáis el trato…
-Pues decime,
de qué diablos se trata…
-Es algo tan
igual; sin embargo, es pa´ los paladares más esquisitos, como vos decís…
¿Firmamos?
-¡Calmantes,
Montes! No vayáis tan aprisa… qu´iauritita me catato a tuita esta peyonada con
la disculpa d´iuna grave quechera…y me cargo tuita esta gente. Bueno, bueno;
m´ias convenciu; pero si n´ues más rico…!Ya sabes…!
Y aquel
desesperado hombre, sacó una segunda vianda, aura más callentita. La destapó y
lo hizo oler y nuevamente cerró la tapa. ¿Firmáis este pacto?
-¡Güeno,
güeno…pucha que m ías convenciu! Maver…servime est´outra viyanda…que solo con
olerla, sé q´uestá pa´lamberse los dedos…!Aquí tenís vos este contrato! Está
firmau y casi digo sacramentau. Oíteee…la verdá, la verdá…!Pucha qu´esta de la
p.m.! ¿Y decime, qué cosa es? Y…¿por qué esta segunda vianda está más rica?
-Te lo digo,
s´iesque me prometes no cargar ni a los miyos n´iamí a tus incendidos
aposentos…
-Güeno,
güeno; m´ias chapau en un momento bien friyo, anque no lo creyas. Pero decime,
¿Cuál es el secreto y cómo se llama?
-Solo te
puedo decir que su nombre es el Riquísimo Rocoto Relleno.
Mientras el
hombre, feliz de la vida, sonreiya d´ioreja oreja, malishosamente; pues l´iabiya
quedau una cuantas circas en uno de sus puños, después de haber aumentado la
bravura de los simples rocotos. En tanto, allá, lejos, una figura humeante meneando
la cola desesperadamente, se perdiya y pareciba volar com´ualma que lleva el
diablo tratando de calmar el infierno desatau en pleno hocico.
CONTINUARÁ…
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