D´iaseguro que jueron los primeros años…digamos, qu´estaremos lajlando d´iaquellos alejaus años de los mil ochoshentos y tantos… Así lajlaba el tata de mi tata o seya mi tata grande, dispués d´iaberse mandau un güen bocau d´ese picante y´endiablau rocoto colorau el que l´iapuraba un güen bebe de chicha fresca y tranquilizadora. Deciba, sudando a chorros, pero bien entusiasmau: …qu´iallá en la mesmita Yanahuara, cruzando Chilina, peee… en l´autra banda del Chili, ande s´iacolpachaban los calzonesnegros, viviya un joven y muy atento párroco, por demás entushasta devoto del vinito de consagrashón, la güena chicha y del aguardiente en jarro; más el muy trejo andaba más apegau a las faldas qu´iun calzón bombacho…Sí, peee… Cuentaban que tuito el mundo, dispués d´iaber escuchau la misa del domingo, huaspiaban al ojovivo d´este curita qu´ia simple vista pareciba no matar n´iuna mosca, pero pa´quien lo conociba, er´un diablau hainacho mujeriego, escondiu bajo esa sotana callente de fraile arrepentiu.
Del otro lau, tuitas las beyatas mayorcitas que
paraban casi tuito el santo diya tras del ojo vivo curita enamorador, sabiyan qu´este
zamarro fraile no teniya ningún tipo de preferenshas a l´aura de chapar almitas
pecadoras, pues quepichaba entre sus sábanas a tuito aquello que armara pollera
y mantón, sin importarle edad, estau, ni bienes; y con su ladina lengua,
coseguiya d´iacer unas confeshones de padre y señor miyo… Este sajra bandiu, l´uasiya
en cualquier otra parte, pero juera de la capillita, porque “Diosito moraba
en tuitas partes” y por eso no le fallaba las largas filas de abnegadas ovejas
dispuestas al sacrificio, digo, a recebir sus íntimas penitenshas.
Resultau de tantos desmanes cometius por su
mercé, dos de sus maltonas y predilectas confesoras, dispués d´iun tiempo ya no
queriban yir ni de yapa a la capilla; menos, querer recebir la santa eucaristiya,
pues les esta-ba creciendo un temor tan grande como la pancita pecadora y no
les cupo otra disculpa qu´escapar luego, luego del pueblo, pues los chismes
empezaban a querer zampárselas enteritas.
Pasaron los años y aquel incontenible fervor
por hacer las confesiones en cualquier sitio, menos en el confesonario, seguiya
en aumento; mas shempre acompañáus de los repletos jarros de vino, las
cantarillas de chicha y las arrobas del mejor pisco trayido dende Vítor. D´iadepronto,
una juerte figura negra engüelta en un largo y viejo velo, tacpiaba muy apurau
en busca del “padrecito”, pues una antigua vecina habiya llegau acompañada de
una maltoncita, quien mostraba en su carita algunos rasgos que pareciban muy,
pero muy conocius:
-Padre, Padrecito…Acaba de llegar l´Angelita…
-Y…bueno, ¿eso qué tiene de particular?
-¡No! ¡Nada! Solo deciya…Ella ha veniu con una cora
muy bonita y coloradita…
-¡Que bien! De seguro que es su hija…porque l´Angelita
era muy guapa, ¿nooo?
-Perooo… !Está preguntando a tuito el mundo por
su mercé!
Al instante, dejó de beber el copón de vino, se
remangó las anchas mangas y bajó de un tirón la capucha que le cubría inclusive
gran parte del rostro. La pobre luz que había en la sacristía no dejó apreciar
el cambio de expresión y ese color sucio-amarillento que había adquirido su
rostro abrumado.
Quién lo diriya, pero con los primeros rayos
del diya siguiente los peyores chismes s´iabiyan multiplicau como las coras
antes de la shembra. Cuando d´iadepronto, otra figura tapada con la larga toga
de la misma orden religiosa, qu´iapenas l´arrastraba, lentamente entraba por la
puerta entreabierta de la capilla. Se aproximó muy desconfiau a la Sacristía y
a la primera persona que encontró le dijo:
-Querida hija, seguramente sois una un amante
devota del padrecito…¿Podéis anunciarme? Dile que ha venido el Padre Prior…y
necesito hablar con él…
Pasaron varios días y ambos religiosos no
salían de las estrechas paredes oscuras de aquella pequeña habitación que hacía
las veces de morada del párroco. Y las chismosas beatas se convirtieron en el
correo más convenciu, salpicau de torpes latinajos, mucha malicia adornada con
su sal y pimienta infaltables:
-¡Pobre Padrecito Celestino!...S´ia fregau…dizque
no solo lo botan del pueblo…sino, está hasta las verijas… Dicen qu´ste superior
es un cura viejo, muy renegón…y ya s´ia enterau de las cochinadas…pero podiya
jurar que nosotras…jamás l´emos podiu chapar nada de nada…s´iasta pensábamos
qu´era un santo…anque de cuando en vez…nos pegaba unos apretones… L´evacer un
juisho público… creyó que d´esta no se libra…el muy bandiu…!Pobrecito!
-¡Qué pobrecito…ni niño muerto! Que lo boten…
porque…nuestras hijas…y ñetas…
Llegó el diya señalau pa´l juzgamiento público
de nuestro párroco de tuita la vida. Las opiñones en el pueblo estaban
divididas: -¡Que lo boten y que lo capen…y´era tiempo! -El no tiene la
culpa…es su naturaleza humana…per encima de todo es un hombre…Que lo perdonen…
Pasó una hora; dos, tres…y llegó la noche.
Después de un mes no se supo del mencionado
curita mujeriego. Solo que ahora se podía encontrar un nuevo sacerdote muy
serio y puntual; que casi no hablaba con nadie. Pero como siempre los
comentarios, a cual mejor y más picantito, corriya d´iabajo pa´rriba; di´ajuera,
pa´dentro: …el Padre Prior l´ia quitau la sotana y lía dau una penitensha de
su propia medecina:
-¿Cuál, cuál…cuenta, soltáaa la lengua d´iuna
vez, que me muero de ganas…por saber qué le pasó…
-El superior l´ia dicho: hermano Celestino, entiende
que´sta cosa que tia pasau es una obra del demoño…y como tal…Tenéis que hablar
con el mismo diablo…pedile que d´iuna vez abandone tu cuerpo pecador…
-Pero eso es imposible su mercé… Trataré de
invocarlo… y seguro me va a pedir algo…algo muy valioso…
-Yo creo que sí. Lo más probable es que te pida
un alma para el purgatorio…
-Le ofrecerá la mía…a fin de conseguir el perdón
de la Santa Iglesha…
-Aura sí que me parece imposible…porque tu alma
ya no sirve para nada…Yo creo que te va a pedir el alma de tu joven y bella
hija…
CONTINUARÁ
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