Cómo no iba a recordarlo… y de por vida; pues había terminado la secundaria a empujones, a golpes y tras miles de sermones recibidos generosamente cada mañana, tarde y noche; sobre todo, en el último año y con participación decididamente voluntaria de toda la family, incluyendo a las abnegadas tías y la preocupada abue; quien no sabía del por qué, pero le metía mucho empeño, la doña. Por fin y para consuelo familiar acabé el quinto a tropezones.
Justo pasaron doce meses y
tampoco tenía ganas de aceptar una chambita acorde con mis posibilidades de excelente
remuneración y reducido horario de trabajo. Obviamente, mi padre ya no quería volver
a convencerme, porque la única vez que me llamó la atención, lo hizo auxiliado
con un bate de béisbol, luego de tomarme por el fundillo y hacerme barrer toda
la casa con mis cabellos. Tuvieron que detener esa macabra intención de curarme
de por vida esa inocente aversión a todo aquello que significase levantarse
antes de las 8 a.m. bañarse, cambiarse e ir al trabajo, pues yoni estaba
firmemente convencido que mis principios nunca iban a permitir semejante
afrenta.
Sin embargo, un día de Pascua,
justo después de asistir a la quema de Judas y zamparme tres platos del rico
Caldo de Pascua, se pusieron todos de acuerdo en mi jato y, abusivos, me
amarraron a una silla y ya provisto de un tapabocas doble me dejaron en el
baño. Al rato, entro mi padre, quien había estado podando las malas hierbas del
jardín y blandiendo como un hacha sus gigantescas tijeras, me dijo tiernamente:
-¡Oiga, jovencito! Usted ya va
camino a los 30 años de vida y todavía…!nada de nada!
Hice un esfuerzo supremo por querer
contestarle, pero no podía hacerlo. Después de meterme un baldazo de agua
helada en plena mitra, prosiguió amablemente:
-No puedo llamarte hijo…porque
debes haber salido a la familia de tu madre…Y no me digas nada porque estoy
dispuesto a hacerte cambiar… por las buenas…Aunque si no aceptas esta vez…no
creo que llegues a tu cumple el próximo mes… Así que no solo me vas a escuchar,
sino, tienes que trabajar…porque vas a ir de profesor al distrito que tu madre
ya conoce…No necesito saber tu respuesta… !Túuu, tienes que ir a trabajar y se
acabó!
A la semana, después de haber
viajado diez horas en un bus destartalado, pregunté por mi centro educativo
señalado en la Resolución puesta en mis manos y la respuesta fue unánime:
-¡Pa´llegar a la escuelita
tiene que ir a caballo…taita maistrito; por lo menos, cuatro horas…
Allí, en la punta del cerro,
estuve por tres años seguidos. Si bien me costó mucho el poderme adaptar a los
4,000 m.s.n.m. junto con el cura y el policía éramos las autoridades del
pueblo.
En dicho lapso, se me arrimaron
muchas madres de familia, hermanas, tías y demás parentela femenina de mis
alumnos. Pues era el soltero más codiciado en los poblados cien metros a la
redonda. Los compromisos y las invitaciones eran de todos los días. Un lunes,
tenía que hacer cantar el Himno a los alumnos en plena plaza. No pude
levantarme de mi cama y todo el puerco me sonaba como un costal de huesos
agitado. Traté de pararme y me fui al piso. Mandé llamar a la directora de la
escuela y pudo comprobar mi estado calamitoso:
-Prosor, ¡L´ian hecho daño!
Con seguridá le digo, l´ian hecho daño…Es el precio pueee…por tener tantas
polleritas de aquí de d´iallí…
-¿Y qué puedo hacer,
señorita directora?
-¡Hacer, por hacer…creo que
nada…si no puede ni dar un paso…Mas le g´ua consultar a mi compa, el Benigno…es
un entendiu en estos casos de brujería… Sí, pueee, ´ian hecho mucho daño…
-Yo no creo en esas
cosas…debe ser un resfriado muy fuerte y con unos cuantos desenfrioles lo paso…
-¡No, prosor…esto es más
grave! A ver…párese y dé unos cuantos pasitos… pa´que desayune… q´uiaquí le
trayiu un cafecito con ságuches de quesito…
-¡No se preocupe, señorita
directora! Que me voy a poner en pie y…
¡Zuacate, el puerco entero se
vino al suelo!
-¡Tengo que traerlo a mi
compita! Esto es grave… ¡Haga todo lo posible por servirse alguito…profesor.
A las dos horas, entraba un campesino
inmenso, su sombrero era tan grande como su poncho y en su mano traía una bolsa
que en un determinado momento cobraba vida y…casi se me salen los ojos.
-¡Güenos diyas, maistro!
¿Q´uiá pasau? ¡Quieto, quieto! Trate de sentarse en la cama… que le gua dar un
tantito de ánimo pá que se ponga en pie, puesss… ¡Hay que pasarle el cuy!
Tomó su atado y sacó un manojo de
hierbas, enseguida tomó una botella, la destapó y bebió un trago; luego de
hacer un largo buche lo expulsó violentamente sobre mi cuerpo. Siguió pasándome
ese ramo de flores extrañas una y otra vez. Pasaría una media hora y me dijo:
-¡Ahora, párese! ¡Vamos, usted
solo… usted solo puede, ¡Vamos, de pie!
-Si es para no creerlo…ya
tengo fuerzas para poder pararme…
-Comadrita, aura, váyase…que
le gua pasar el cuy y el maistrito debe estar calatito…
Cogió su talega que se veía un
tanto mojada. Tomó al cuy negro que había traído y empezó a pasarlo por toda mi
cabeza. Un olor penetrante se paseaba por dentro de mi cuerpo y no lo podía
distinguir con precisión. Enseguida, siguió con los mismos pases, mientras iba
musitando y rezando entre dientes algo así como una oración y al rato, ya
estaba sobando entusiastamente mis pies. Al término de esta extraña ceremonia,
me hizo vestir y luego procedió a terminar con la vida del animalito y cogiendo
una navaja lo abrió desde la cabeza y minuciosamente con sus dedos expertos iba
revisando cada órgano y cada parte de aquel cuerpecito inerte, señalando qué
estaba bien y qué no lo veía tanto así. Pronto estuvo en la zona equivalente a
las rodillas y volvió a revisar una y otra vez…
-¡Aquí está el bandiu! ¡Aquisito
l´ue chapau! Sí peee...l´ian hecho daño… Pero no se apriocupe…que le vamos a
meter su contra y´usté va quedar como nuevo… Menos mal que n´ues un daño
juerte…
Allí, junto a su bolsa de tocuyo,
manchada con orines, quedaba el cadáver sangrante de aquel sacrificado
animalito que sirvió para hacer el diagnóstico infalible. Pero…nunca más volví
a servirme una conejito chactado…¿Por qué sería?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario