lunes, 12 de septiembre de 2022

SANMARTINCITO


-¡Oíte Benooo… Benitooo… Benooo…Decíme, por Dios, ¿Ande estáisss…?

-¡Qué pasa contigo, mujer! ¡Maver… decímeee…¿Qu´ia pasau… por qué estáis tan alborotada?

-¡Ni t´imagináisss…!  Tu wawa, tu wawa, puesss…

-¿Qu´iaycho mi wawa?

-¡Ha metiu la mano a mi faltriquera y ´iasacáu la plata…!

-¡No puede ser! Este chico es sano… Redepente, t´ias equivocau…él no puede hacer eso… Por más que me lo digáis…!No lo creyo!

El día anterior que jui a comprar el pan, como tuitos los diyas, ya sabiya que teniba que dentrar al dormitorio, coger la faltriquera de mi agüela y sacar d´iallí una peseta. Con esa peseta era suficiente para ir a la tienda de doña Clara, saludarla en la mañanita y pedirle:

-Doña Clara, güenos diyas… como shempre, d´emusté diez centavos de pan… de tres cachetes, peee…

-¿Q´uia pasau hoy diya… solo vais a llevar diez centavos? Si t´uagüela Mariya, shempre manda a pedir los veinte centavos de tuita su vida…

-¡Nooo… por ahora,solo m´iadicho que compre diez centavos… es sufishente…porque m´iagüelo va tener que yir a´utro sitio…

-¡Ahhh… güeno… s´ies así…! Ya pues, pero, mira, lo que te tengo en esta cajita… L´uacabo de comprar…

Y en esa primorosa cajita de madera, estaban brillando de nuevecitos aquellos hermosos trompos ricién sacaus de la fábrica; tomé uno entre mis manos y allí pareciba estar durmiendo y esperando que lo dispierte con mis dietra mano derecha, que era la que nunca fallaba un tiro.

-Como estáis viendo estos trompos son de lloque, y´están esperando que te lleveís por lo menos un parcito… decíle a tu agüelo -que te quiere tanto- que te los compre… porque están muy baratos… a diez centavos cada uno… diez centavos nomá… porque sois nieto del Fabio Paderes, por eso te digo Favio Chiquito…

Yoda la tarde estuve pensando cómo haría pa´poder conseguir los diez centavos… Hasta que no sé lo que pasó, pero… pensé inmediatamente en la faltriquera de mi agüela. Y al día siguiente, en lugar de comprar los veinte centavos solamente compré diez panes y también aquel trompo hermoso que había puesto en mis manos doña Clara. Llégué a la casa más feliz que nunca agarrando mi trompo dentro del bolsillo, casi acariciándolo. Por la noche estaba contemplando mi nueva adquisición, aquel trompo que para mí, pareciba ya maravilloso y ya pensaba decirle a mi agüelo que me ayude a sacarle punta a la púa que me pareciba estaba loncca. Él d´iaseguro que m´eliba a dejar chillantita y lista pa´ser el mejor de los trompos.

Y íbamos a almorzar, cuado de repente escuché una voz que tronaba en tiuta la casa…

-¡Benooo…Benito… Benooo… Creyo que tu wawa s´aiequivocau y ha comprau solamente diez panes… y lo peyor, el güelto no l´ua puesto en la faltriquera… Pero…! S´ia fregau conmigo… porque yo l´uago cantar…!Pasáme el sanmartincitooo!

Ya sabiya que aquel mentau sanmartincito, n´uera otracosa quel chicote de tres ramales que lo teniya allí shempre colgado en la pader de la sala c´omuna alvertencia pa´todos nosotros cuando  haciyamos algo malo o dejábamos de hacer un mandato de la mamitay y arreglaba el asunto: -Voy a llamar a sanmartincitooo… y vais a ver cóm´uarreglo la cosa en un santiamén…

En un decuido de mi mamitay y creyendo que ya s´aibiya olvidau, jui d´iajunto el batán y allí empecé a sacar punta a mi hermoso solodadito preprándolo pa´ser el mejor del barrio; de pronto, sentí unos pasos detrás de mí y una voz enérgica que me preguntaba:

-Maver…¿qué tenís entre las manos? Maver… mostrámeee… ¿D´iande has sacau eso? Oíte, zamarrooo… ¿Con qué plata habís comprau eso? ¿A quién has pediu permiso? ¡Eso no s´iace nunca… Que ya m´iacontau mi comadre Clara lo qu´ias hecho, bandiu… ¡Yo te gua enseñar…

Y patitas pa´qué las quiero…

Efectivamente, apenas habiya escuchau ese llamado tan peligroso, jui esconderme debajo mi cama, en la seguridá que allí no m´encontrariya…Pero más sabe el diablo por viejo o por vieja; porque jue el primer lugar ande me chapó. Solo sentí una juerte quemazón en mi lomo y después, apenas logré salir de mi escondite, otro más juerte en ambas piernas y sentiya que se me partiyan… Salí volando en busca de m´iagüelo y noi lo pude encontrar.

A la mañana siguiente, muy tempranito, sentí la presencia de mi agüelo, quien me dijo:

-Con esto apenderá usté a no tomar nunca una cosa ajena… y peyor s´ies dinero. ¡Tomá estos diez centavos… andá decíle a tu mamitay que l´uas degüelto el trompo y pometéle que nunca más vais a sacar u medio de su faltriquera… Yo sé que te quiere tanto como yo y qu´ella está sufriendo más que tú… Y que te va perdonar… Y dejáme tu trompo… que le gua sacar una punta pa´que nunca la olvidís…

 

  

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