Me hallaba solo, completamente perdido y lo peor, tan chihuán, como lo estaría un equivocado visitante con botas, abrigo y envuelto en un gran poncho de lana, pero metido en medio de una colonia nudista, pero al vesre; pues estaba muy aguja, pateando latas y con un hambre que me comía hasta el aire para tener algo que mascar; en suma, estaba hecho un perro flaco tras su presa, por culpa de la ricotona e inconquistable Directora General de Personal, a quien no le importó convertirme en desocupado permanente sin justificación alguna; luego del último festidance (acordado a todo meter entre los choches), organizado por nuestra Compañía Minera en su 10mo. aniversario y que, por lo mismo, para darnos ánimo, nos metimos un par de joncas al polo y ya, en pleno ritmo, me atrevería a invitarla muy cortésmente a dar un par de vueltas; primero, en la pista de baile, suponiendo que no habría de resistirse en lo mínimo, para luego, proponerle terminarlo en mi jato; mejor, digo, en el depa de la empresa el cual debería ser conseguido gratuitamente por medio de la muy deseable y recia jefa.
-Pero Chabelita, no te resistas… allí podemos continuar dándole firme
al dance y luego…
-¡Qué le pasa, abogado Verdejo… ¿acaso cree que yo… con usted…
¡No!... ¡Ni loca!? Aunque, pensándolo bien… Pero, no; es un complejo habitacional
donde todos me conocen, Cholo…
Solo recuerdo que, al final del dance y después de haberse retirado el
DJ, así como los pocos rayitos multicolor de la pista de baile, hubo un ligero parpadeo
de todas ellas, por tres veces seguidas. La cargué hasta el taxi… Y al día
siguiente recibía una carta notarial con rescisión de mi contrato. ¡¿Tan mal
lo hice?!
Hace tres meses que no consigo ni una perra que me ladre y sigo deambulando
en círculos por los mismos alrededores, tal
como lo hice tantas veces los días anteriores; sin embargo, por casualidad,
ahora descubro una nueva e inmensa galería escondida y con un sinnúmero de
puestos vacantes y allí me inscribo para el sorteo de un stand; más como
siempre, me ha tocado el que está a final de un largo y estrecho pasillo, donde
solo llega una brumosa penumbra que le da una sensación misteriosa y un tanto
abandonada del sitio. Algo es algo –digo, para mis adentros. Regreso a mi destartalado
cuartito de hotel y me arrojo preocupado y más desesperado sobre la pobre y
destartalada cama. ¿Qué diablos voy a vender en esa cueva de m…? Me
devano los sesos pensando ahora ¿en qué soy bueno? Y por más que busco y rebusco,
no recibo ni una sola respuesta: ¡qué ingrato eres cerebro desgraciado!
La pobre miscelánea de mis posibles oportunidades desfila queda y lentamente
desparece hasta hacerme caer redondo en un confundido sueño. Como nunca
despierto por la mañana y hay una pequeña luz que quiere alumbrar apenas una
idea sensacional:
-Ya sé, voy a poner allí, un Sex Shoping
Center y asunto concluido… Pero luego, ¿la decoración, su implementación? ¿Y el
personal?
Después de tres semanas de esfuerzos he logrado colocar una rústica y
fantástica entrada en forma de túnel con luces interiores verdes y rojas; en la
parte superior del acceso exterior destaca un letrero luminoso que alumbra con
una luz ámbar intermitente y, de rato en rato, cambia a un fuxia muy sensual y
llamativo. He colocado una música esotérica… pero, ¿y el personal? -¡Haré
un casting!
La ganadora es una chiquilla muy exuberante y con un poco más de
maquillaje resultará muy sensual y atrayente. ¡Potable! Sigo pensando en su
agradable figura y el jale que va a despertar…
-A su orden, uté es el dueño, verdá?
¡Soy la ganadora del concurso y vengo a trabajar!
-¿Sabes de las funciones que vas a tener que desempeñar en este rubro?
-¡Por supuecto! Soy ecperta en la
materia… Conmigo amo a ganá mucha venta…
Después de una semana incierta y de bajas ventas, pusimos un letrero
afuera, en la entrada del edificio y las cosas han mejorado muchísimo y ambos
estamos contentos.
Pero… Hoy, después de tres semanas, me hallo en
la dependencia policial del sector y no por el tipo de negocio que había
establecido casi escondido entre las profundidades de la galería. No; el problema
era de otro tipo:
-¡Oiga, ¿acaso no sabe que
contratar menores de edad está prohibido?
-¿Cómo? ¿Qué ella es menor de edad? Imposible… Además, usted ha visto
su PTP… y en la tienda casi no se vende nada…
-Creo que es falta de muñeca…
-¡Ya no hago uso de ella! Tengo pareja…
-¡No se trata de “su muñeca”!
-¿Cuál? ¿De la veneca? Ahhh claro… ¡está como para ponerla en un en
escaparate!
-¡No! la otra muñeca…
-¿Cuál otra? ¡Ahhh ya…! Mi poderosa izquierda!
-¡Tampoco! La morenaza… Esa que la
tiene echadita en el estante arriba… en la tienda...
-¡Haberlo dicho antes… Se la regalo! Pero tenga mucho cuidado; es muy
sensible. No vaya a ser que le vaya a dar un mordiscón y se quede sin nada entre…
las manos; más yo le garantizo que esa muñecota va ser de su entera y total satisfacción.
¡Ahorita se la mando, jefe!
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