Si bien esta bendita tierra vivía las fiestas religiosas de una manera muy marcada, devota y con singular recogimiento, al punto que en la bendita Semana Santa ´tuita la gente, en general´ guardaba espeshal devoshión o enclaustramiento no solo espiritual, sino, desde la vestimenta misma, pues usualmente se metía ´dentro de´ un luto muy estricto que exigiya un retinto velo negro puesto desde la punta de la cabeza; hasta las actividades públicas eran muy restringidas; inclusive el tránsito de las bestias pareciba desaparecer, dada esa fiesta de guardar.
Al cambio, también es digno de recalcar a los endiablados carnavales,
otro gran espacio pero de corte totalmente contrario, populachero y atrevido;
aunque casi atávico y primitivo, era muy largamente esperado; pues, dentro
d´esa semana de carnestolendas, quedaron en solo tres diyas: domingo, p´al gran
Corso de flores con su vistoso desfile alegórico que partiya dende Yanahuara,
pasaba por el Puente Grau pa´yir por Santa Catalina, hasta la Plaza d´iarmas,
departiendo desbordante alegriya e innumerables comparsas llenas de jolgorio y
fiesta; así como infinidá de disfraces muy curiosos, junto con incontables
pequeñas bandas de caperos, tocando alegres tonadas propias del endiablau
desfile; tamién podiya verse estudiantinas d´iaficionaus hashendo remoler a
tuita la concurrensha que s´iapostaba de junto a las vederas por ande pasaban
las movidas comparsas, p´al deleite de tuita la poblashón. Asimismo, las reinas
con su tracalada de damas d´ionor seguiyan disparando chorros d´iaguas
perfumadas, serpentina y pica-pica a diestra y siñestra.
El lunes, de puritos polvos, ya fuesen empaquetados o preparados
asesinos en las clásicas mata-cholas hechas con las medias de las hermanas o
las mamás y que, con cada polvo, la víctima quedaba al borde del KOT.
En cambio, el martes era el diya d´iaguas; el mejor diya de fondo, ande
el más pintau de los santos (incluyendo curas, monjas y beyatas), se saliyan de
sus cauces cotidianos y´asta los varones más recatados y formales sacaban los
pies del plato, puesto qu´era la semana pa´pegarse una escapadita, tirarse una
cana al aire o poder catatar a pulso aquella maltona que dende e´laño pasau se
le habiya escapau de las manos y´esta era l´oportunidá de chaparla de cuerpo
entero y catatarla a pulso hasta l´acequia con la disculpa de pegarle una
remojadita en honor al dios Momo o de convertirse en su príncipe salvador de
las garras llenas de muñecos para pintarlas ferozmente de cuerpo entero.
Si bien recuerdo, como si juera ayer nomá que, don Manuel Hurtado, el
viejo y querido resucitador de caucachos y las gastadas tapas y tapillas de los
zapatos pijes de las señoras, en sus maravillosas manos volviyan a resucitar, quedando
como nuevitos. Bien, pues este singular artesano se pasaba tuito el año
juntando cientos de cascarones. Yo habiya escuchau muchas veces que el referiu
vecino se pasaba completito el año hashéndole un pequeño huequito a cada huevo
en la parte más aguda y con mucho cuidau, los iba lavando y guardando con sumo
cuidau y primor espeshal, pa´los siguientes carnavales. Sin embargo, otros
comentaban que dichas cáscaras las haciya secar y luego las molíya pa´echarlas
en sus comidas, puesto que ´teniyan mucho calcio´. Un diya que me mandó mi tata
pa´recoger sus caucachos, me senté en su taller y mientras me terminaba de
preparar la compostura, quise salir de mi curiosidá y le pregunte´:
-¿Maistro don Manuelito… pa´qué arrejunta tantito cascarón de
huevos?
-¿Qué creís, vos, Panchito chico? ¿En tu casa… d´iaseguro que los
botan… nooo?
-¡Claro, peee… sino sirven pa´utra cosa! A no ser que…
-A no ser que… como verís la próxima semana, el domingo,
precisamente, los jóvenes d´este barrio, salen en patotas dende la mañana pa´mataperriar
tuita la ciudá pa´pedir agua, que las mocitas les lanzan dende los balcones y
los techos; mientras ellos se defienden lanzando cascarones con agua perfumada
de colores. Esta es una de las más antiguas tradishones que yo m´iarrecuerde…
dende que yo saliya con la lechigada de mi barrio del Campo Redondo…
-¿Y´enqué llevaban tanto cascarón? Porque además del peso… podriyan
chacarse, ¿nooo?
-¡Claro! Tenís mucha razón; pa´ello, nos preparabamos unos largos
canastones que los llevábamos a puro lomo; pero cuand´ueran demashados…
preparábamos un borrico con dos serones llenitos de proyectiles… Lo güeno era
qu´ia tuito el mundo le gustaba participar d´estas fiestas dezque del demoño…
-¿Y´eso era todo, don Manuelito?
-¡Nooo… tan solo era e´linisho! Cayda la noche, en cada casa
s´iarmaba unos bailongos de padre y señor nuestro! Con mucha comida y bastante trago;
so´ure todo, la chicha dulce, p´empezar, luego, luego, veniyan los vinos de
Vítor y´el chimbago de Uchumayo; p´al muere, al diya siguiente, shempre
quedaban dos o tres damajuanas de resacau… Y´aunque no lo creyís, tuaviya nos
quedaba mucho mote p´empezar d´iadenuevo…
-¡Sí que teniyan aguante! ¡Qué ricos sajras!
-¡Eso n´ues nada! ¡D´iaycito nomá nos pasábamos al Miércoles de
Ceniza… pa´que nos santigüen… ¡Amén!
AREQUIPEÑISMOS: basado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo.
Carpio Muñoz
Capero: músico aficionado que animaba las fiestas públicas
Catatar: llevar, arrastrar
Caucacho: zapato corriente, generalmente gastado
Chimbango: bebida hecha en base a higos
Lechigada: promoción, época
Resacau: por anisado; licor con destilado de anís
Sajra: diablo; diablillo
Serón: canastón que se lleva a cada lado de la acémila; gran canasto
rústico
Tracalada: conjunto, tira, varios; suma de elementos afines
Vedera: acera, vereda
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