Después de haber cumplido con descargar nuestro segundo viaje realizado con el fin de recoger la bosta o huacacara seca en aquellos abultados manteles hechos con bolsas o talegas de harina vacías y un tantito después de desparramar nuestros grandes atados en el piso de esa inmensa sala medio cubierta con rastrojos de paja, montones de raíces secas de alfalfa, y alguno que otro resto acumulado del guardado kapo o aquellos grandes trozos de yareta guardados como respaldo en caso de necesidad o falta de ese combustible tan necesario para la diaria cocción del güiñapo de maíz negro y la preparación de los cotidianos platos y demás extras de todos y cada uno de los días del año; luego, fuimos a chimbar y lavarnos afanosamente en la fresca agüita de la cequia situada al fondo del largo corredor de daba frente a la buscada Picantería de La Maurita.
Bien sabíamos que luego, luego, había que ir a ocupar religiosamente nuestro
sitio en una de las tres mesas que disponía el amplio comedor, todavía con la
presencia de algunos comensales, dada la caída de algunas sombras propias de la
tarde. Aquí, las tareas de todos ya estaban señaladas de antemano y los turnos
se respetaban conforme el grado del dominio adquirido en las artes picanteras, dadas
por la edad del participante o su disposición de tiempo:
-¡Dominga, esta noche te toca a vos sacar el anchi y hacerlo cocer
p´acer cocer la chicha… que la Alberta t´iayude; mañana, la Blanca, me ayuda a
cocinar; el Mateyo, tiene que yir al molino San Juan pa´comprar la cutipa y´el
afrecho; y pasau mañana, hay que yir hasta la Recoba pa´recoger el saquillo de
arroz y los zapallos que l´ian llegau a la Mecha…Hay que fijarse bien que no
tenga gorgojo y hay que calar el zapallo pa´ver s´iestá como miel…
Nosotros tres, alegres de haber cumplido a cabalidad la tareya,
sabíyamos que nos estaba esperando un güen Americano y un extra de yapa.
-Maver, ¿d ´iande han trayiu “la basura” pa´cocinar? ¿L´abrán
dejau bien amontonadita en el depósito, nooo? ¡Ashento, ashento, que s´ian
ganau su ración d´ioy diya!
Y gustosos, esperábamos tener a mano aquellas porciones de diversos preparados
servidos en una sola juente, donde destacaba la riquísima matasquita o el rico estofado
pa´chuparse los dedos; junto con su arroz graneau pa´contarlo y saborearlo diya
y noche; la infaltable zarcita de tolinas o de zenka; sus incomparables
torrejitas de verdura y su delishoso locro de pecho. Al cabo de unos cuantos
minutos desaparecían aquellos potajes logrados con incomparable sazón y mucho
amor; pero no nos movíyamos de nuestro sitio, esperando la llegada del premio:
un extra espeshal de la Tía Maura,
bondosa y recta como nunca he podido conocer a otra excelente matrona con mucho
geño, pero de una bondad y cariño incomparables.
De pronto, en nuestra mesa se pusieron tres platos de bofe con su
verdurita y su picante llatan. Mis dos primos, indiferentes, lo recibieron de
buena gana; es más, los veía saborearse apenas partían aquella víscera
humeante.
-¿Qué te pasa? ¿Primera vez que vas a comerte un bofe?
-¡No! Nooo… Marga; sino… que estoy lleno; me he llenado con el bebe
de chicha…
-¡Mamá, el Beno no quiere comer el bofe… dice que no le gusta… que
es feo…!
-¡Qué carajo! ¡A mí no me venís con desprecios! ¿Sabís vos
cuántos koros no tienen ni pa´llevarse un pedazo de pan a la boca? ¿Qué cosa?
¡Metéle un tantito de llatan y verís como se te llena de puro gusto el
guargüero! ¡Apurá, apurá; que si no acabáis en este momento te voy a servir
otro tanto… y hay sí que vais a saber qué es lo rico! ¿Solo querís tu rica
matasquita, nooo? Carajo…
Y haciendo de tripas corazón, corté un pedazo de aquella carne tan fina
y lisa, le eché un tanto mercadito de llatan y me lo mandé d´iun solo bocau. El
fuego que teniya en el hocico m´iapagó el sabor de esa carne; me metí una papa
enterita pa´ver si se me pasaba lo picante; mientras mi prima, se cospiaba de
risa y mi primo, me deciya:
-¡N´uay nada más rico que el bofe, los riñones y las tripas…!No
seyas cojudo! ¡Macho, macho, carajo! ¡Aguanta y apriende! Que mañana mi
mamitay, d´iaseguro va preparar una rica Chanfaynita y te puede zampar dos
platos… Mejor no reclames y te lo comes trote, trote… ¡Aquí tenís que comer de
todo y acabarlo tuito… es la mejor forma d´iagradecer… ¡Así s´iaprende, carajo!
¡Macho, macho… y zámpate un güen bebe de chicha!
AREQUIPEÑISMOS: basado en el Diccionario de Arequipeñismos de Juan Gmo.
Carpio Muñoz
Americano: plato típico de una picantería, comprende cinco porciones
diversas
Anchi: restos del guiñapo hervido; comida para los animales
Atado: amarrado; aquí, carga guardada dentro de un mantel
Bebe: vaso pequeño de chicha; invitación que recibía al cliente, amigo
o pariente
Bofe: pulmón de res
Capo: yerba seca para ser quemada o usada como combustible
Cequia: pequeña corriente de agua guiada por un canal
Chanfaynita: tipo de matasquita hecha en base al pulmón de res
Chimbar: cruzar descalzo un riachuelo o un arroyo
Cospiar: retozar; revolcar; por matarse de risa
Extra: plato o preparación de un plato especial
Geño: por genio, carácter fuerte; personalidad
Güiñapo: maíz negro, no morado; preparado para hacer la chicha
Llatan: salsa hecha con rocoto molido y huatacay
Mercadito: más que suficiente; con su yapa; taypá
Yareta: yerba compacta y silvestre que sirve de combustible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario